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Federico Lombardi durante una rueda de prensa en El Vaticano.
Lombardi apaga el micrófono

Lombardi apaga el micrófono

El jesuita italiano deja la dirección de la Radio Vaticana y en unos meses también cesará como portavoz del Papa

Darío Menor

Sábado, 5 de marzo 2016, 07:41

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«Francamente, no lo sé». Federico Lombardi no pierde su habitual tono reposado cuando le toca informar de abusos sexuales cometidos por sacerdotes, de muertes y renuncias de Papas o de escándalos de robo y filtración de documentos confidenciales de la Santa Sede. Tampoco cuando reconoce que no tiene ni idea de lo que se le pregunta, sea un asunto importante o una banalidad. Son sus dos principales méritos: la paciencia y la sinceridad, el haber renunciado a intoxicar a la prensa aunque consiga a cambio efectos mediáticos positivos para la Iglesia católica.

Este jesuita italiano de 73 años está de despedidas: a partir del primero de marzo deja la dirección de la Radio Vaticana tras 25 años en el cargo y se espera que en unos meses ponga también fin a su década al frente de la sala de prensa del Vaticano, en la que ha ejercido como portavoz de dos Papas, Benedicto XVI y Francisco. Lombardi lo ha sido todo en la comunicación de la Santa Sede, pues desde 2001 hasta 2013 fue también director del Centro Televisivo Vaticano. El póquer de cargos que ha compaginado lo completa su responsabilidad como asesor del español Adolfo Nicolás, prepósito general de los jesuitas, la congregación religiosa masculina más numerosa con sus 17.000 miembros. Su marcha está motivada tanto por su edad como por la reorganización de los medios de comunicación de la Santa Sede.

A Lombardi le conoce bien José María Gil Tamayo. Antes de ser nombrado secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), este sacerdote extremeño colaboró en varios períodos de gran interés informativo con la sala de prensa del Vaticano. El más intenso fue el cónclave de hace tres años en el que salió elegido Jorge Mario Bergoglio como obispo de Roma. En aquellas semanas, Gil Tamayo ejerció como viceportavoz y descargó al pausado jesuita de tener que lidiar con los medios de lengua española. «Es un ejemplo a seguir. Un gran sacerdote y comunicador, un referente para los que somos a la vez curas y periodistas», cuenta el secretario general de la CEE. «A mí hay un momento que me impresionó mucho, cuando los periodistas se pusieron en pie en la sala de prensa del cónclave y le aplaudieron, agradeciéndole el trabajo de aquellas semanas. Es un hombre enormemente inquieto, audaz y que sabe templar. Y muy paciente». Esta virtud la ha demostrado infinidad de veces estos años respondiendo con educación a preguntas repetidas, impropias o directamente estúpidas que le han hecho periodistas tanto en Roma como en los distintos viajes papales.

Voto de pobreza

A diferencia de otros altos funcionarios de la Curia romana, Lombardi respeta hasta el fondo el voto de pobreza. Lo testimonia el gastado cuello de sus camisas. «Vive con una gran austeridad. Muestra un gran desprendimiento respecto a la imagen pública. Está permanentemente en servicio sin pedir nada a cambio, con lo que se ha ganado el cariño de quien trabaja a su lado», dice Gil Tamayo. Esa sencillez ahora tan de moda con Francisco la lleva también al lugar donde vive: una comunidad jesuítica en la que duerme en una sencilla habitación. Pese a algunos errores en estos años, varios de ellos fruto de la descoordinación con otros entes vaticanos, Lombardi se ha ganado el respeto y el cariño de los periodistas, quienes varias veces lo han propuesto en tono de broma como 'santo súbito'. Hay incluso quien se lo toma en serio. «Para mí es un hombre de Dios con rasgos de santidad», cuenta Manuella Affejee, periodista de la sección en lengua francesa de Radio Vaticana. «Siempre se ha mostrado como una persona humilde y discreta. Y con una gran memoria. En la radio nos conoce a todos por nuestro nombre, a pesar de que somos más de 300. Ha sido un buen jefe. Nos daba unas indicaciones y nos dejaba luego gran libertad en el trabajo, aunque siempre echando un ojo a lo que hacíamos».

Elisabetta Piqué, corresponsal en Roma del diario argentino La Nación y autora de 'Francisco: vida y revolución', asegura que admira «enormemente» a Lombardi por la «honestidad y la paciencia infinita» con la que siempre ha desarrollado su trabajo.

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