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Una recreación de cómo será el proceso de 'clonación' del libro.
Clonar el misterio

Clonar el misterio

¿Qué se siente al tocar el libro más enigmático del mundo? «Nada se parece al 'Manuscrito Voynich'», cuenta el editor que lo va a copiar. Tiene 300 fotos y unos apuntes de alquimista para obrar el milagro

ANTONIO CORBILLÓN

Lunes, 5 de septiembre 2016, 09:36

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¿Qué se siente al tener en las manos el libro más misterioso de todos los tiempos? «No creo que sea miedo, pero sí una profunda sensación de misterio. Hemos tocado antes otros libros claves para la humanidad. Pero nada se parece al 'Manuscrito Voynich'».

Juan José García dirige la pequeña editorial Siloé de Burgos, especializada en la copia de libros antiguos. Ha reproducido con fidelidad de falsificador profesional códices de todo tipo. Ahora trabaja, entre otros, en la edición de los 'Cartularios de Valpuesta', glosas del siglo XII que reflejan las primeras palabras en castellano conocidas. Antes fueron, entre otros 34 documentos, el 'Bestiario de Westminster', el más importante del medievo británico. Pero, como no deja de insistir, nada se parece al 'Voynich', que ha revolucionado la vida de García, de su socio, Pablo Molinero, de su editorial y del Museo del Libro que regentan en pleno centro de Burgos.

¿Qué es el Voynich?

  • Es un libro escrito hace 600 años en un idioma desconocido (pero con lógica), por un autor anónimo y que nadie ha sido capaz de traducir. Contiene 244 páginas y 30.000 palabras. Incluye secciones de biología, astronomía (con novedosas imágenes de mujeres desnudas), cosmogonía, recetas y un herbario.

Su mesa de trabajo parece ahora la de un alquimista. Una carpeta que solo él maneja y entiende guarda los apuntes que se trajo del lugar más blindado de la biblioteca Beinecke, en la Universidad de Yale, en Estados Unidos. Después de 10 largos años de contactos y de tiras y aflojas, la institución académica norteamericana le concedió en diciembre a Siloé el privilegio de poder 'clonar' su libro más demandado; lo que su conservadora jefa, Paula Zyats, llama su «item 'number one'». Ellos lo conservan desde que se lo cedieran hace casi medio siglo. En abril, Juan José García se pasó una semana fotografiando en aquel búnker de Yale una a una, las 244 páginas del 'códice Voynich'. Un libro del que solo se tiene la certeza de que fue escrito entre 1404 y 1438 gracias a las pruebas de carbono 14 que le hizo la Universidad de Arizona en 2009.

El resto es especulación y mito. Y mitomanía. «A mí me gusta decir que, mientras usted y yo hablamos, miles de personas en todo el mundo están tratando de entender algo de este libro», ironiza el director de Siloé. De hecho la palabra 'Voynich' supera el millón de referencias en Google, casi el 20% en español. Pero ni el idioma, ni la temática (¿un tratado de botánica? ¿medicinal?, a Paula Zyats le divierte mucho la teoría de «los extraterrestres que dejaron este mensaje»...) se han traducido. No tiene título ni autor. Solo le da nombre el librero lituano (Wilfred M. Voynich) que rescató el libro hace poco más de un siglo en una compra colectiva de material a un convento jesuita cerca de Roma. Nada ni nadie ha avanzado lo más mínimo en despejar las incógnitas del 'voynichés', el idioma único que empieza y acaba con este enigmático texto.

En su carpeta, el editor burgalés ha garabateado unos jeroglíficos que solo él mismo entiende y ha dibujado unos esquemas sobre cómo va a responder a uno de los principales retos de la reproducción de este incunable: sus endemoniados 16 desplegables que tampoco tienen parangón, ni previo ni posterior. Ese material y las 300 fotos que ha realizado a sus páginas son la matriz sobre la que debe crear la edición limitada de 898 reproducciones a las que se ha comprometido. «Mis procesos son secretos y no se los cuento a nadie», advierte amable pero contundente cuando se le pide algún avance de su labor.

Avatares históricos

  • Rodolfo de Bohemia se hace con el códice por unos 600 ducados de oro a principios del siglo XVII. En 1666, lo intenta traducir el lingüista jesuita Athanasius Kircher.

  • Es el primero de una enorme lista de traductores fracasados que llega hasta hoy. No hay datos nuevos del códice hasta 1912. Ese año, el anticuario lituano Wilfred M. Voynich lo encuentra en Frascati, a las afueras de Roma.

  • En 1961, Hans P. Kraus lo compra y lo intenta vender de nuevo, pero no lo consigue. Toma la determinación de cedérselo a la Universidad de Yale en 1969. En 2009, la prueba del carbono 14 sitúa su autoría entre los años 1404 y 1438.

Lo que sí tiene claro es que «todos los ojos del mundo editorial están puestos en nosotros» y que ha asumido una responsabilidad que le ha dado al sector del facsímil español la posibilidad de dar «un auténtico pelotazo internacional». En el coqueto museo que el fundador de Siloé ha creado en el casco antiguo de Burgos se pueden rastrear los 20 años de trabajo y los ejemplos de códices y beatos que han convencido a Yale de que dejaba su joya en buenas manos. Unas manos que tocaron el 'Manuscrito Voynich' después de que le franquearan la entrada del nuevo polígono tecnológico de Yale en New Haven (Connecticut), un «modelo mundial en conservación de libros», según su invitado español, y que reabrirá sus puertas como biblioteca el próximo martes después de año y medio de obras.

Una vez que el libro está delante, sus páginas solo pueden pasarse con una especie de marcador hecho de hueso para evitar cualquier riesgo. En contra de lo que pueda pensarse, García no necesitó guantes para hacer su labor. «Aunque en teoría no se puede tocar, desde luego nunca dos personas a la vez, se permite hacerlo bajo supervisión con las manos muy secas (siempre generamos grasa) y sin tocar zonas 'iluminadas' (es decir con dibujos de colores)».

«Vamos a saco»

Con todo este bagaje y ya de regreso a España, la presión del mundo del arte y la ciencia no dejan de acrecentarse sobre Siloé. Aunque no tienen red de ventas, la lista de peticiones supera ya los 300 ejemplares. De todo el mundo. En las dos horas de visita, a su recepción han llegado solicitudes de Alemania, Hungría, Inglaterra y Bélgica. De momento, han decidido reservar 250 copias para museos y bibliotecas con el ánimo de satisfacer la permanente demanda de consulta de este libro. De hecho, uno de los motivos que llevó a la Universidad de Yale a dar el permiso para las réplicas era ahorrarse las veces que han dicho 'no' a las demandas para trasladarlo a exposiciones y simposios científicos. «Vamos a ser el transmisor de algo que miles de personas quieren consultar, personas muy relevantes de la ciencia. Y tenemos que transmitirles las sensaciones que genera el libro», insiste su editor.

Eso significa la total precisión en la preparación de los soportes para imitar el pergamino y su textura de vitela (piel de cordero muy fina), preparar la preimpresión y la impresión posterior, dejar envejecer los folios, cortarlos «uno a uno» y coser las páginas para que ofrezcan esa sensación de documento amanuense de formas irregulares. Que es como se hizo en aquellos albores del siglo XV en los que aún quedaban varias décadas para la invención de la imprenta. Al menos, el original no se fabricó con herrajes ni dorados, lo que simplificará algunos procesos. «En todo caso, vamos ya a saco. Esperamos poder presentarlo a mediados de 2017. Y, si puede ser antes, ¡mejor!».

La puesta de largo de este proyecto se completará con la edición del catálogo original del propietario anterior y que cedió el libro a Yale, el coleccionista Hans Peter Kraus. Fue suyo entre 1961 y 1969 y llegó a pedir unos estratosféricos 160.000 dólares (unos 140.000 euros) para su tiempo. Finalmente, lo entregó gratis a la universidad al no lograr venderlo. En ese catálogo se ofertan 35 manuscritos, entre ellos el 'Roger Bacon (Voynich)', ya que se atribuyó su autoría por desconocimiento a este franciscano y filósofo inglés del siglo XII.

En la fase de reproducción y copia del 'Manuscrito Voynich' trabajarán 25 artesanos y expertos, todos españoles, en cada una de las labores que deben hacer posible que quien tenga en sus manos este libro único dentro de un año «se traslade al pasado y respire como su autor», filosofa Juan José García.

Pero, ante la enorme difusión mundial que alcanzará esta edición, se repite el gran enigma.

¿Cree que esto ayudará a que alguien avance en la interpretación del 'Voynich'?

No. Creo que el autor debía ser un sádico que sabía que nadie le iba a descifrar.

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