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Daniel Roldán
Miércoles, 19 de octubre 2016, 12:59
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La croqueta se caracteriza por dos cosas: se puede hacer de cualquier producto y las mejores del mundo son las de la madre. El segundo punto es irrefutable y del primero hay tantas teorías como recetas. Un producto inherente a la gastronomía española, aunque la croqueta llegó por influencia francesa, que se ha convertido en un elemento reivindicativo. La cocina española es una cocina de reaprovechamiento y las croquetas son el símbolo, explica la cocinera Ada Parellada junto a Cristina Romero.
Esta madre de Girona comprobó hace un año que en el colegio de su hija se tiraba un montón de comida cada día, excedentes de lo que comían los pequeños. Entonces decidió que había que hacer algo y lanzó una propuesta para evitar que se tire a la basura la comida. Algo similar al cambio legislativo que se realizó en Francia para evitar que los supermercados tiraran a los contenedores los productos sobrantes. En España, hablamos de 14.000 centros escolares. Usuarios de comedor hay unos 800.000 niños diarios. Si cada uno de estos niños dejara 100 gramos de comida en el plato, estamos hablando de 14.000 toneladas de comida que van a la basura, razona Romero junto al Congreso de los Diputados, donde ha presentado más de 224.000 firmas recogidas en Change.
Además, Romero y Parellada han llevado un par de cajas de croquetas ilegales para que sus señorías, incluida la presidenta del Congreso Ana Pastor, puedan disfrutar de estos manjares. Las llamamos ilegales porque se hicieron con los excedentes, apunta la impulsora, que ha conseguido que en el colegio de su pequeña ya no se tire el 92% de la comida. La clave es la predisposición, una congelación de 48 horas, que no se rompa la cadena del frío, un buen envasado un buen etiquetaje y aprovecharlo, explica.
El objetivo de Romero es que se cambie, de forma mínima, la ley de seguridad alimentaria (17/2011) para lograr que se piense dos veces qué se tira a la basura. Lo más importante es crear un plan de trazabilidad que explique a ayuntamientos, empresas de catering, centros escolares o centros sociales esto. Seguir un protocolo de actuación y aprovechar estas 14.000 toneladas mínimas que se tiran al año, insiste. Además, se ha sorprendido por la acogida que ha recibido entre los diputados de todos los colores.
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