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Sin 'pi' no soy nada

Sin 'pi' no soy nada

Mañana se celebra en España el día de un número que todos conocen pero pocos saben para qué sirve

javier guillenea

Lunes, 13 de marzo 2017, 07:17

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Hay una serie de números que recordamos a lo largo de nuestra vida. Por la cuenta que nos trae, tenemos siempre presentes los de nuestro carné de identidad y la clave del cajero automático. Y, por alguna razón que a la mayoría de los mortales se nos escapa, también recordamos el número pi, ese 3,1416 redondeado al alza que tarde o temprano terminaron por memorizar generaciones de estudiantes.

Todo queda en el recuerdo, pero no de la misma forma. Sabemos para qué sirven las cifras de nuestro DNI y la tarjeta de crédito. De pi solo sabemos que existe, pero no para qué vale. Y, sin embargo, el mundo que conocemos no sería el mismo sin él.

Mañana será, según la escritura de fechas anglosajona, el 3/14. Por evidentes motivos matemáticos, esa jornada se celebra el día del número pi, una idea que se le ocurrió en 1988 al físico estadounidense Larry Shaw y que con el tiempo fue creciendo hasta el punto de que en 2009 la Cámara de Representantes de Estados Unidos declaró oficialmente esa fecha como el día nacional de pi.

La celebración ha cruzado fronteras y este año ha llegado a nuestro país, donde la Real Sociedad Matemática Española (RSME), con el apoyo de la Junta de Andalucía, celebrará en Sevilla una jornada destinada a reivindicar el papel de un número que los matemáticos consideran hermoso. Pero solo ellos.

El fugitivo constante

Para Clara Grima, presidenta de la comisión de divulgación de la RSME, pi no solo es un número bello. «Cada vez que coges una circunferencia y la divides por su diámetro da siempre la misma constante, que es pi», explica. Dicho de otra forma: la longitud de una circunferencia (el perímetro) mide siempre pi veces su diámetro (el doble del radio). Esta constante apareció por primera vez en las civilizaciones babilonia y egipcia entre el 1900 y el 1600 antes de Cristo, aunque entonces solo se conocía su existencia; no sabían calcularla. «Estaba por ahí, era algo que se hallaba presente en todos los sitios pero se les escapaba», dice Clara Grima. «Para mí concluye es un número mágico».

Pi es también un número vivo que no deja de crecer. El 3,1416 del colegio no es más que una aproximación a la cifra exacta, que es 3,1415926535... seguida de infinitos decimales. En la actualidad se conocen 12,1 billones llegar a esa cifra requirió 94 días de computación y se siguen buscando más. El esfuerzo por conocer tantos decimales es de suma importancia para el desarrollo del cálculo computacional y su aplicación en la simulación de fenómenos naturales o en estudios genéticos.

El lema de la jornada que se celebrará en Sevilla es contundente: Sin pi no soy nada. Vivimos rodeados de círculos, en un planeta que es casi una esfera perfecta y en un universo repleto de trayectorias elípticas; el 3,1415 y su larga lista de acompañantes es un número omnipresente que influye constantemente en nuestra vida. «Sin él, nuestro mundo sería diferente», sostiene Grima.

Juegos de ordenador

Hace poco más de un año un equipo de científicos detectó las ondas gravitacionales predichas cien años antes por Albert Einstein. Fue un hallazgo que abrió una ventana para entender el universo y en el que no podía faltar el viejo número del círculo. «En la fórmula de Einstein que permite entender la gravedad aparece pi bien plantado», explica Clara Grima. «También está presente en problemas de estadística, sumas de series infinitas, en el mundo de la informática... Muchos juegos de ordenador utilizan series numéricas cuyo valor es pi», añade.

Sin él los adolescentes que hoy preguntan en los institutos para qué sirven las matemáticas serían muy distintos. «Hay alumnos que me hacen esa pregunta mientras sujetan un móvil con la mano y yo les contesto que ese móvil existe gracias a pi», afirma la divulgadora. «Cuando envías un wasap, entre otras herramientas que se emplean para hacerlo aparecen las series de Fourier, donde también está pi».

La investigadora y matemática de la RSME habla de las series de Fourier como quien describe un frondoso bosque a alguien que jamás ha visto un árbol. El número pi es un ejemplo de la disociación entre lo que se estudia en clase de matemáticas y la vida real. «A pesar del avance de internet estamos muy lejos de enseñar matemáticas en su contexto. El vocabulario se aprende leyendo o viendo la televisión, no memorizando una lista de palabras, que es lo que se hace cuando se imparte la asignatura de matemáticas. Si a un alumno le das una lista de algoritmos sin explicarle para qué sirve, para él es algo aburridísimo que le aleja de las ciencias».

Clara Grimas asegura que cuanto nos rodea «está relleno de matemáticas». E insiste en que «a todos les gustan, aunque no lo saben». El problema, dice, es que «no les han enseñado matemáticas sino cuentas». Nadie les ha revelado que pi es mágico.

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