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La fotógrafa brasileña Angelica Dass impartió un taller para los niños de Afamundi, Asociación de Familias para la Ayuda a la Adopción en el Mundo.
¿Cuál es el color carne?

¿Cuál es el color carne?

La fotógrafa Angelica Dass impartió en Santander un taller sobre diversidad

María de las Cuevas

Martes, 9 de mayo 2017, 19:14

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"Mi padre es color marrón chocolate y mi abuela, rosa fresa", con esta frase abrió el taller organizado por Afamundi (Asociación de Familias para la Ayuda a la Adopción en el Mundo), la fotógrafa brasileña Angelica Dass, destacada a nivel internacional por un trabajo fotográfico que cuestiona el "mal llamado color carne", según apunta la artista.

En el taller, que se desarrolló el pasado domingo en el Club Deportivo Marisma de Santander, los menores disfrutaron de una actividad que les permitió dibujarse sin tabúes, mirarse y observar sus peculiaridades sin comparaciones y "sentir la alegría por estar en su propia piel", según destacaron los padres que asistieron al taller, miembros de Afamundi.

Los 24 niños y niñas con tonalidades blancas, más blancas, café, beige, negras, más negras o mestizas, fueron ayudados por la artista, uno a uno, hasta encontrar su tono de piel a base de mezclar el color rojo, el verde, el amarillo y el azul.

Sobre la mesa de trabajo había un espejo individual, pinceles y un lienzo en blanco, los instrumentos necesarios para que cada niño hiciera su autorretrato. "Marcar vuestros ojos si son más estirados, vuestras narices si son más grandes, el pelo tal como es y vuestro color de piel; cada uno tenéis uno diferente y especial y todos son color carne", insistía la artista.

Proyecto Humanae

Angelica Dass está de gira por los cinco continentes y ha realizado retratos fotográficos en 17 países a 4.000 personas voluntarias. "Cada una de ellas tiene un tono de piel diferente", reivindica la artista, que ha sentido a lo largo de su vida "la exclusión y los prejuicios por mi color de piel".

El proyecto fotográfico Humanae ha captado la atención del mercado del arte debido a su fuerza visual, su carácter innovador y el cariz antropológico de trasfondo, al clasificar las tonalidades de la piel de los retratados siguiendo la escala cromática Pantone. Con ello, la artista compone la escala cromática de la humanidad.

La obra mural de la fotógrafa saltó a la portada de la prestigiosa revista Foreign Affairs y ha ocupado la fachada de edificios públicos, como el Foro Económico Mundial en Davos o el Museo de Bellas Artes Evita, en Córdoba, Argentina o, más cerca, el paseo junto al puente Zubizuri de Bilbao.

Las grandes dimensiones de estos murales, compuestos por retratos idénticos en la forma pero con la diversidad de razas, clasificados siguiendo la escala cromática Pantone, se han convertido en una herramienta para abordar el racismo.

"Quise hacer un árbol de colores con mi familia y esas fotos no las tenía del todo controladas. Las primeras fotos de Humanae no son del todo perfectas porque tuve que aprender cómo iluminar y cómo hacer todo para que quedase igual en absolutamente todos los sitios. Los primeros meses fueron de experimento. Empecé con mi familia, luego con mis amigos, luego con mis compañeros de máster, después con convocatorias públicas y más, más, más, más", explica la artista.

También la Unesco ha colaborado con este proyecto mediante una sesión fotográfica de personas excluidas que viven en albergues. El objetivo es que todas las clases sociales queden representadas: "Todos están en el proyecto, desde el marido de una mujer retratada que pertenece a la lista Forbes de los más ricos del mundo, y al mismo tiempo, uno de los negros fotografiados ha llegado a España en patera. Están representados los dos extremos de la vida y siempre reto a la gente a ver si los encuentran. Creo que el proyecto nos deja por completo iguales", subraya Angelica.

Escala Pantone

Los retratados posan en las mismas condiciones, la misma luz, los hombros descubiertos y una mirada a cámara penetrante y directa, al tiempo que relajada y sincera. El proceso seguido en Humanae es riguroso: cada retrato se sitúa sobre un fondo teñido con un tono de color idéntico a una muestra de 11x11 píxeles extraída del rostro del fotografiado. Alineados como en los famosos muestrarios Pantone, la horizontalidad no es solo formal, también es de orden ético, con lo que se diluye la falsa preeminencia de unas razas sobre otras.

Para formar parte del proyecto, hay que acudir a las convocatorias que la artista hace en internet, aunque la primera convocatoria pública se hizo en Barcelona, y fue la propia artista la que, a pie de calle, convencía a peatones para unirse, y consiguió reunir a 100 personas en cinco días. "Fue un subidón ver que había tanta gente que estaba de acuerdo con mi idea. El mayor canal de difusión son las propias personas que participan, se identifican con el proyecto y traen a sus familias".

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