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Desierto de Atacama, el más seco del mundo. Cézaro De Luca (Efe)
La presencia de bacterias en el desierto más extremo de la Tierra aumenta la esperanza de hallar vida en Marte

La presencia de bacterias en el desierto más extremo de la Tierra aumenta la esperanza de hallar vida en Marte

Estos microorganismos pueden sobrevivir sin agua durante décadas y en estado latente frente al extremo ecosistema del desierto chileno de Atacama, que posee una superficie similar a la del planeta rojo

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Martes, 27 de febrero 2018

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La capacidad de la vida para abrirse camino en los entornos más adversos e inhóspitos de la Tierra no deja de sorprender a los investigadores y abrir nuevas puertas a la posibilidad de su existencia más allá de los confines de nuestro planeta.

Una investigación llevada a cabo por un equipo de científicos internacional y dirigido por Dirk Schulze-Makuch, profesor del Centro de Astronomía y Astrofísica de la Universidad Técnica de Berlín, ha descubierto la presencia de bacterias que pueden sobrevivir durante décadas sin agua en el extremo ecosistema del desierto chileno de Atacama, el más seco del globo.

Se trata de una región de más de 100.000 kilómetros cuadrados, con una longuitud de 1.600 kilómetros y una anchura de unos 180, situado entre la costa chilena del Pacífico, al oeste, y la cordillera de los Andes, en el extremo oriental. Durante tres años -2015-2016 y 2017-, Schulze-Makuch y su equipo recolectaron muestras de ocho emplazamientos diferentes del desierto, que presenta una superficie similar a la del planeta Marte, desde la costa hacia el este, donde se localizan los lugares más secos. Primero recopilaron materiales un mes después de una lluvia sin precedentes en 2015, y luego continuaron elaborando muestras anuales en algunos de los mismos lugares en los años 2016 y 2017.

Posteriormente, secuenciaron todas las copias de un gen conocido para distinguir especies microbianas y así determinar en qué consistían esas muestras e incluso recuperaron algunos genomas completos. También determinaron la proporción de ADN que provenía de las células vivas intactas y finalmente, evaluaron la cantidad de actividad celular; de trifosfato de adenosina (ATP), una molécula que alimenta esta actividad; y de los subproductos -incluidos los ácidos grasos y los componentes básicos de proteínas- que resultaron de esa actividad para buscar evidencia adicional de vida.

Las muestras costeras contenían la mayor cantidad y diversidad de microbios, pero en 2015 hubo signos de vida incluso en los lugares más secos. «Después del periodo extraordinario de lluvias registrado, se constata una gran muestra de actividad y las células se replican», afirma Julie Neilson, microbióloga de la Universidad de Arizona.

Durante los siguientes dos años, mayoritariamente secos, esas cantidades disminuyeron en todos los emplazamientos, especialmente en los lugares más secos. En 2017, los signos de vida prácticamente habían desaparecido en la mayoría de las localizaciones, con el ADN intacto más de 100.000 veces menos común en la zona seca. Sin embargo, algunas bacterias continuaron creciendo a 25 centímetros bajo tierra, señala por su parte Schulze-Makuch.

«Creemos que estas comunidades microbianas pueden permanecer latentes durante cientos o incluso miles de años en condiciones muy similares a las que se pueden encontrar en un planeta como Marte y luego volver a la vida cuando llueve», sugiere este investigador. Una teoría que abriría la puerta a la conservación en estado latente de ciertas microbacterias en Marte, un planeta que en algún momento tuvo pequeños océanos y lagos donde pudieron haber prosperado las primeras formas de vida.

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