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Clara Pedraja y Cristina Castillo, las enfermeras especializadas en sexología que dan las charlas a los alumnos.
Lo que hay que aprender sobre la sexualidad

Lo que hay que aprender sobre la sexualidad

Dos enfermeras recorren colegios e institutos para reducir la confusión de chavales de entre 11 y 18 años

Álvaro Machín

Lunes, 11 de abril 2016, 07:14

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Saben mucho, pero no saben bien. Están rodeados de información, casi bombardeados. Pero los conceptos revolotean a veces sin el orden más adecuado por unas cabecitas a medio formarse. «¿Te quedas ciego si te masturbas?». Sí, los chicos de catorce años aún lo preguntan en pleno 2016. «Por hacer la broma, medio en serio, como con vergüenza, pero lo preguntan. Porque en el fondo nadie les ha confirmado la respuesta». Es una de las cuestiones más repetidas en las charlas que Cristina Castillo y Clara Pedraja dan por colegios e institutos de Cantabria sobre sexualidad saludable. Las dos Graduadas en Enfermería trabajan en un proyecto del Colegio y la Fundación de Enfermería de Cantabria dirigido a los alumnos que hay entre Primero de ESO y Segundo de Bachillerato. De 11 «a 18 o 19 años». El concepto de sexualidad, la menstruación, anticonceptivos o asuntos como la marcha atrás. Dudas, mitos y peligrosos desconocimientos. Y también hábitos de pareja. A las dos profesionales les llama la atención que el «control» (del móvil, de las redes sociales, de los mensajes...) parece algo «casi normalizado» entre chicos y chicas. Aceptado. Y sí, esa pregunta sobre la masturbación sale muchas veces.

«Tienen mucha información, pero mal dada. Saben muchas cosas, pero no saben interpretarlas y consideran normales cosas que no lo son. Por eso tenemos mucho trabajo por delante y entendemos que es efectiva la labor del enfermero, del profesor, de los padres... Si todos dan una buena información, si se trabaja en equipo, se hacen las cosas bien». Ellas llevan desde enero con las charlas, pero el grupo de trabajo ya va por los dos años (el suyo es solo uno de los ámbitos que comprende el proyecto dedicado a la educación sanitaria). A los más jóvenes entre 11 y 14 años les centran el mensaje en los cambios corporales y emocionales que experimentarán, en la anatomía de su propio cuerpo... Introducción a la sexualidad saludable, el aparato reproductor... A partir de los 14, a todo eso añaden en la agenda los métodos anticonceptivos y las enfermedades de transmisión sexual. Y a unos y a otros, a todos, les dedican también un apartado destinado a la pareja con la vista puesta en prevenir maltratos o malos hábitos.

«¿Qué entienden por sexualidad?». Es lo primero que las profesionales preguntan. Y los alumnos suelen ceñirlo «solo al sexo, a las relaciones sexuales entre hombre y mujer». Sexo más que sexualidad. Ahí ya descubren que hay «un porcentaje muy alto de la clase que reconoce que no habla nunca de estos temas en casa». «Con 9 años porque no va a hacer nada y con 14 porque ya te dicen déjame en paz es complicado por los dos lados, también para los padres». Por eso, con ellas, con dos desconocidas, se «sueltan» (la charla es casi siempre sin el profesor delante, para que no se sientan avergonzados y a todos les invitan a quedarse a preguntar algo a última hora a solas si quieren resolver cualquier duda).

Y empiezan el repaso. «Hay cierta confusión al hablar de por dónde orinan las chicas», indican al hablar de anatomía. Pero lo más llamativo es lo referente a la menstruación. «Las chicas tienen poco conocimiento y los chicos, nulo. Y ellos hasta pasan de ello». Las enfermeras se centran en aclarar que al principio hay muchos desajustes. «¿Por qué me viene un mes y luego hay dos o tres que no me viene?». Preguntas. Insisten en lo peligroso que supone jugar con los ciclos «fértiles y no fértiles». «Claro que existe el riesgo de embarazo en las etapas no fértiles». ¿Y existe riesgo de embarazo al tener relaciones sexuales durante la regla? «Siempre dicen que no y el riesgo existe. El objetivo es que no jueguen con esas cosas». También eliminar los mitos en cuanto a la pérdida de la virginidad y el himen. «Si sangran, si duele, si es traumático, doloroso... Si puede romperse aunque seas virgen». Preguntan sobre ello «y es bueno» y ellas trabajan, además, con estos conceptos desde un punto de vista cultural (tocan temas como la costumbre gitana del pañuelo, la fimosis o asuntos como la ablación).

«Si el pene es más grande llega hasta más arriba». Otro mito arraigado entre los chavales. «A la hora de hablar de fecundación saben mencionar las estructuras, pero tienen muchas dudas respecto a la funcionalidad de cada cosa, a los límites». Les hablan de estas cosas para, por ejemplo, «que no les influencie tanto el tema del tamaño».

La marcha atrás

«De cada charla hacemos un análisis, sacamos unas conclusiones», explican las dos profesionales, que no descartan «publicar algún artículo en el futuro». «Sería muy interesante un estudio sobre todo esto». Ese trabajo dedicaría espacio a otra de las ideas. Al hablar de anticonceptivos «saben nombrarlos, excepto los naturales». Prácticas como el calendario ogino, la temperatura, el flujo vaginal... «Que antiguamente se usaban con dudoso resultado para evitar embarazos y hoy en día para buscarlos. Nos parece hasta bien que no sepan, que lo desconozcan». Pero sí conocen la marcha atrás y afirman cosas como que «al eyacular fuera, no pasa nada». «Dudas muy peligrosas» porque «no saben que se lubrica previamente, que chispea (el dicho de antes de llover, chispea) y que cuando se lubrica hay un pequeño porcentaje de espermatozoides, pero lo hay. Hay riesgo». «O sea, que la marcha atrás es insatisfactoria e inefectiva».

Y que la pastilla del día después ni siquiera debería conocerse por ese nombre. «Preguntan también mucho». Cristina Castillo y Clara Pedraja les aclaran que se trata de un «método de urgencia, no un anticonceptivo» y detectan que «no conocen ni el uso ni los efectos». «Tampoco han visto nunca un preservativo femenino», explican.

«Pasan de preguntar por los cambios en su cuerpo a preguntar por los anticonceptivos». Es una evolución por las aulas, según las edades. «Los chicos son más niños, más tímidos que las chicas (con 14 años). El salto de una madurez más temprana se nota. Ellos están más a la broma y ellas, más atentas. Pero luego se iguala».

Enfermedades y maltratos

«De enfermedades de transmisión sexual (ETS) no saben casi nada». Otra de las conclusiones. «Pensan que el VIH se contagia por la saliva, por el sudor». Un ejemplo. «Y desconocen que a través del sexo oral puedes contagiarte de alguna ETS». Otro más. «Las chicas no conocen lo que es una citología, que tienen que hacer una prevención sanitaria». Otro de sus objetivos. Facilitar la detección precoz de cualquier síntoma no habitual y vencer esa «vergüenza» de acudir al médico.

Son los últimos coletazos de la charla antes de llegar a la pareja, a los hábitos entre dos personas con una relación. Las enfermeras no hablan de maltrato, pero sí insisten en la sorpresa que les produce «el control de unas personas sobre otras». «De sus redes sociales, de las fotos que pone, de los mensajes en el WhatsApp... Del ¿por qué hablas con este? y ¿por qué te sacas una foto con esta?. Tienen normalizado que su móvil lo pueda mirar su pareja y no tienen filtro con el teléfono o las redes sociales». Síntomas peligrosos, caldo de cultivo. Como el «le reviento» o «la reviento» que siempre culpa a una tercera persona, a la ajena, cuando hablan de infidelidades o celos. Celos que no siempre saben definir como «buenos o malos» al amparo de frases como «si se preocupa por mí es que me quiere». «Les cuesta poner el límite y aunque puedan ver algo raro, no actúan». Me quiere.... «Eso tal vez es lo que más te preocupa».

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