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Más ocio al aire libre para evitar la miopía

Más ocio al aire libre para evitar la miopía

Su hijo se acerca demasiado al texto que lee, entrecierra los ojos, sigue la lectura con el dedo... Estas son algunas de las pistas, junto al bajo rendimiento académico o el desinterés por la lectura, que nos deben hacer pensar que padece un problema visual

pilar manzanarez

Domingo, 14 de mayo 2017, 08:31

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Hace 60 años, la miopía en China afectaba a un 20% de la población, actualmente las cifras alcanzan proporciones de hasta el 80%, superando el 95% en otras poblaciones asiáticas, como Corea del Sur. En Estados Unidos, la miopía afecta a un 42% de los jóvenes, cuando hace 30 años se estimaba en un 26%. En el sur europeo, el porcentaje de personas que sufren esta ametropía es de hasta un 35%, mientras en el norte la proporción aumenta a una de cada dos personas (50%).

En España, actualmente, afecta aproximadamente al 25-30% de la población. Con este panorama no es de extrañar que se esté considerando la miopía como una nueva pandemia, ya que, como vemos, en los últimos años se ha detectado un aumento alarmante de población miópica en distintas regiones del mundo.

¿Qué está sucediendo? ¿Tienen que ver las pantallas con este incremento? La doctora Sara Bueno, profesora del Grado de Óptica y Optometría de la Universidad CEU San Pablo y miembro del comité académico de la Asociación Visión y Vida, nos lo cuenta. «La aparición y avance de la miopía se debe a la combinación de varios factores. Unos son bien conocidos, otros no tanto, y posiblemente quedan otros aún por determinar. Se trata de factores genéticos -hay hasta 24 genes identificados cuyos portadores tienen mayor riesgo de desarrollar miopía- y otros ambientales».

Los factores ambientales estudiados que se asocian a la aparición y progresión de la miopía analizan los diferentes estilos de vida, la educación, la escolarización y la cantidad de horas de exposición a la luz del sol. Niños que pasan mucho tiempo en casa o en lugares cerrados, estudiando o haciendo tareas o jugando con el ordenador son mucho más propensos a que en ellos aparezca o se desarrolle la miopía. «Pero no es tanto por la pantalla en sí, sino por el entorno, la distancia corta de trabajo y el exceso de trabajo acomodativo que ello supone para el sistema visual. Y también por el tipo de luz que utilizan, que es luz artificial, no la luz del sol», explica la doctora Bueno. Y es que menos tiempo al aire libre se asocia con más riesgo de padecer miopía y otros problemas visuales.

Gafas premontadas

  • precaución

  • Muchas veces, sobre todo los adultos, echamos mano de lo que se llaman gafas premontadas. Y no deberíamos. Este tipo de gafas no dejan de ser unas lupas o lentes de aumento, fabricadas de manera estándar e industrial, muchas veces sin los controles de calidad que precisa un producto sanitario como son unas gafas graduadas, advierten los expertos.

  • «Además es imposible que se adapten de manera individual a la fisonomía y a la graduación de cada persona. Cada uno tenemos una distancia diferente entre nuestros ojos, incluso puede haber variaciones de altura. Eso debe medirse y tenerse en cuenta a la hora de montar unas gafas, colocando en esa posición particular de cada persona el centro óptico de la lente.

  • Y aunque lo más frecuente es que la graduación entre los dos ojos sea muy parecida, no tiene por qué ser la misma, lo cual hace necesario que las gafas lleven lentes de diferente potencia. Si no se hace así, estas gafas no serán adecuadas para su uso de manera continuada para la corrección del defecto refractivo más común en el que se utilizan la presbicia o vista cansada.

  • Puede dar lugar no solo a una mala visión sino a problemas mayores como cefaleas, mala capacidad lectora, vértigo, bajo rendimiento, alteraciones de la acomodación, etc..», previene la doctora Bueno.

Por ello, como aconseja la experta, se recomienda pasar alrededor de tres horas al día en el exterior, al aire libre, como método de prevención. «Además de prevenir la miopía evitaremos el exceso de fatiga que causa a nuestros ojos estar tanto tiempo usando la visión de cerca. Lo cierto es que podríamos decir algo así como: menos tecnología y más paseos o juegos al aire libre para evitar problemas de visión».

Detección

Hay que saber que la miopía es un defecto de refracción que suele ser fácilmente detectado cuando aparece en los niños en la edad escolar. ¿Las señales? Como empeora la visión de cerca, el niño se acerca en exceso al texto que está leyendo o a la pantalla, o entrecierra los ojos, o directamente no puede ver bien lo que hay en la pizarra. Por ello es fácil que padres o profesores se den cuenta.

Sin embargo, según datos del estudio 'El estado de la salud visual infantil en España', presentado en el Ministerio de Sanidad el pasado mes de noviembre, el 60% de los padres de niños que usan gafas aseguran que fue su hijo quien detectó esa necesidad visual. Y es que no todo es miopía.

«Otros problemas de visión frecuentes que encontramos en las revisiones infantiles son alteraciones llamadas binoculares no estrábicas, en las que los ojos no tienen la habilidad de trabajar juntos con precisión, por lo que necesitan hacer un esfuerzo para mantener su visión en conjunto», señala la experta. Este esfuerzo, superior a lo normal, causa fatiga y bajo rendimiento del niño en sus tareas escolares, lo que puede llevarle al fracaso. Son niños que inclinan la cabeza de lado al leer, se tapan un ojo, les cuesta comprender lo que leen, ponen posturas raras cuando hacen los deberes... Cuando el optometrista detecta estos problemas debe corregir los errores de graduación y, frecuentemente, enseñar y entrenar mediante una serie de ejercicios a esos ojos para que aprendan a trabajar juntos.

«Otras veces pueden darse otros problemas refractivos, como la hipermetropía que, al contrario que la miopía, no da al niño la sensación de ver mal. Son capaces de realizar con sus ojos un esfuerzo que les permite ver bien. Pero ese sobreesfuerzo causa dolores de cabeza, fatiga visual (se cansan enseguida al leer o hacer tareas de cerca), bajo rendimiento escolar o lagrimeo», matiza la doctora Bueno. La corrección óptica ayuda a relajar el sistema, ya que las gafas evitan que los ojos se tengan que forzar.

Junto a estos, hay otros tipos de problemas que también afectan al rendimiento, como los estrabismos, la ambliopía u ojo vago o alteraciones de la motricidad ocular. «Los niños no son capaces de seguir objetos con la mirada, les cuesta leer sin saltarse de línea o siguen la lectura con el dedo. Afectan sobre todo a lectura y aprendizaje», indica la experta.

Todos ellos se detectan y diagnostican cuando el óptico-optometrista realiza un examen visual y se corrigen ya sea con gafas, lentes de contacto, o diferentes terapias o entrenamientos visuales que ayudan a normalizar el rendimiento escolar de estos niños. Como hemos visto, cada problema de visión 'emite' unas señales diferentes.

Pero, más allá de afectarles en los estudios, ¿les perjudica en algún ámbito más? La respuesta es sí. «Si el problema sin corregir es la miopía o problemas de visión espacial o estrabismo puede afectar en el recreo o en la práctica de deportes que precisen buena visión de lejos o precisión en realizar ciertas actividades, por ejemplo, la localización en el espacio de elementos como pelotas», explica la doctora.

No ver en 3D

Los nuevos elementos tecnológicos también permiten señalar la existencia de posibles problemas visuales no detectados hasta la fecha. Por ejemplo, el 15% no ve en 3D. Hasta la llegada de este tipo de películas, muchos no se hubieran percatado. Ahora, los profesionales advierten que aquellas personas que sienten molestias al ver este tipo de películas, que se marean o se cansan, puede ser debido a un problema de visión. «Cuando miramos un objeto, cada ojo forma una imagen en la retina que se proyecta y transmite al cerebro. Cuando el cerebro recompone la información que procede de cada ojo formando una imagen, esas imágenes diferentes nos dan la sensación de tridimensionalidad o de profundidad. Si existe un problema de visión en uno de los ojos o diferencias de graduación entre ellos, o alguno de los problemas binoculares anteriormente mencionados que ocasionan que ambos ojos tengan dificultad para trabajar juntos, esas personas no pueden transformar la imagen que reciben de cada ojo en esa imagen tridimensional. O lo hacen, pero con un gran trabajo, lo que les causa dolores de cabeza y sensación de mareo, incluso vómitos, cuando están viendo filmaciones en 3D», afirma la doctora Bueno.

Prevención

Screening, cribados, revisiones... ¿qué debemos hacer para que nuestros hijos no sufran problemas de visión o para ponerles remedio lo antes posible? Desde el nacimiento y durante el primer año de vida se producen variaciones muy importantes en el desarrollo del globo ocular y de la función visual, que siguen hasta los 5 años y luego durante el resto del desarrollo del niño. Cada una de estas etapas se evalúan durante las revisiones rutinarias del niño.

«Según datos publicados recientemente, hay un 20% de los niños que presenta algún síntoma detectado en estos cribados que debe ser vigilado. Se prestará especial atención a niños prematuros, partos difíciles, casos de padres con problemas visuales hereditarios y casos en los que se hayan producido infecciones prenatales en la madre (toxoplasmosis) o perinatales. Cuando inicien la etapa escolar estaremos atentos a cualquier signo exterior que pueda hacernos sospechar de que hay un problema. Además tanto los centros escolares como las campañas frecuentes de revisiones en los colegios ayudan a poner de manifiesto estos problemas en etapas iniciales», señala la experta.

Las pruebas de cribado suelen ser realizadas por pediatras, quienes al detectar problemas enviarán al niño al oftalmólogo para tratar de prevenir e identificar lo antes posible los estrabismos y las ambliopías. Luego, si es necesaria una corrección óptica, el examen pasa al optometrista, que se encargará del examen visual y la refracción. «En otras ocasiones, y si es necesario para ello dilatar la pupila del niño para hacer la refracción, el caso pasa por el oftalmólogo», matiza Bueno. En resumen, hay un equipo multidisciplinar de profesionales del ámbito de la salud visual que realizan todas las actuaciones necesarias para conseguir el buen desarrollo de la función visual del niño.

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