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Una clase de gimnasia para embarazadas. José Ramón Ladra
La contaminación en el embarazo causa alteraciones en el cerebro del niño

La contaminación en el embarazo causa alteraciones en el cerebro del niño

Un estudio vincula la exposición a la polución del aire, aun dentro de los niveles permitidos, con la salud mental de los menores

colpisa

Madrid

Jueves, 8 de marzo 2018, 21:01

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La exposición residencial a la contaminación atmosférica durante el embarazo, aun dentro de los niveles considerados seguros por la Unión Europea, se asocia con anomalías cerebrales que pueden contribuir a una reducción en la capacidad cognitiva de niños en edad escolar, según un nuevo estudio realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) -centro impulsado por la Fundación Bancaria 'la Caixa'- y el Erasmus Medical Center de Róterdam, publicado este jueves en la revista 'Biological Psychiatry'. Un estudio que se publica cuando las autoridades europeas deben determinar si las políticas para controlar la contaminación de ocho países -entre ellos, España- son las más adecuadas y cuando las grandes ciudades del continente están pensando en tomar medidas más draconianas para reducir los niveles de polución en los centros urbanos.

El trabajo de los dos centros de investigación muestra por primera vez una relación entre la exposición a la contaminación atmosférica y dificultades en el control inhibidor -que es la habilidad de regular el autocontrol y el comportamiento impulsivo-, lo cual se asocia con problemas de salud mental como el comportamiento adictivo y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). La exposición a partículas finas durante la vida fetal se vincula con una corteza -la capa externa del cerebro- más delgada en varias regiones de ambos hemisferios, lo cual constituye uno de los factores que permitirían explicar las deficiencias observadas en el control inhibidor.

Para realizar esta investigación, los científicos españoles y holandeses utilizaron una cohorte poblacional en los Países Bajos para estudiar a mujeres embarazadas y a sus hijos durante varios años y determinaron los niveles de contaminación atmosférica residencial durante la vida fetal de 783 niños y niñas. Los datos se obtuvieron a partir de campañas de monitorización del aire, e incluyeron niveles de dióxido de nitrógeno y de partículas gruesas y finas. La morfología del cerebro se evaluó a partir de imágenes de resonancia magnética realizadas cuando los niños tenían entre seis y diez años.

La relación entre la exposición a partículas finas, las alteraciones estructurales del cerebro y el control inhibidor se observó a pesar de que los niveles residenciales de partículas finas no excedieron los límites establecidos por la UE -solo el 0,5% de las mujeres embarazadas estuvo expuesto a niveles considerados no seguros-. De media, los niveles residenciales de dióxido de nitrógeno se situaron justo en el límite de seguridad.

Seguridad

Estos hallazgos, según los responsables de la investigación, complementan estudios previos que asocian niveles 'aceptables' de contaminación atmosférica con otras complicaciones, incluyendo deterioro cognitivo y crecimiento fetal. «Por lo tanto, no podemos garantizar que los niveles actuales de contaminación en nuestras ciudades sean seguros», afirma Mònica Guxens, coordinadora del estudio e investigadora de ISGlobal y del Erasmus University Medical Center.

El cerebro del feto es particularmente vulnerable, ya que aún no ha desarrollado los mecanismos para protegerse de las toxinas ambientales o eliminarlas. «Aunque las consecuencias clínicas de estos hallazgos a nivel individual no se pueden cuantificar, otros estudios existentes hacen pensar que los retrasos cognitivos a edades tempranas podrían tener consecuencias considerables a largo plazo, incluyendo un mayor riesgo de trastornos mentales y un menor rendimiento académico, dada la ubicuidad de la exposición», señala Guxens.

La Agencia Europea del Medio Ambiente señaló hace unos meses que la contaminación atmosférica provoca más de 420.000 muertes prematuras en Europa, además de reducir la esperanza de vida y aumentar el número de enfermedades y sus costes.

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