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Niño castigado en un rincón.
El castigo, una estrategia poco eficaz

El castigo, una estrategia poco eficaz

Lo mejor es enseñar al niño normas y límites, y a ser responsable de las consecuencias de su actos e incluso reparar el daño ocasionado, pero sin recurrir a sanciones físicas ni psicológicas

l. ontiveros

Domingo, 12 de junio 2016, 19:51

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Recientemente fue noticia la desaparición de un menor en Japón. El niño se perdió en el bosque después de que sus padres le obligaran a bajarse del coche y lo dejaran ahí como castigo por haberse portado mal. Afortunadamente, el niño apareció y todo quedó en una anécdota, pero sin duda esta información puso en relevancia la manera en la que algunos padres recurren al castigo como medida correctiva frente al mal comportamiento de sus hijos. «Uno de los objetivos esenciales que tenemos como padres es ayudar a nuestros hijos a diferenciar lo que está bien de lo que está mal, ayudándoles a consolidar las buenas conductas y a eliminar aquellas que no son adecuadas. Para conseguirlo disponemos de diferentes estrategias, una de ellas es el castigo, pero no es ni la mejor ni la más eficaz. Funciona mucho mejor motivar y reforzar el comportamiento positivo que resaltar el negativo», asegura Esther Herranz Miranda, psicóloga especialista en infancia y familia, miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Para conseguir estos objetivos los padres deben asumir un compromiso y ser coherentes en los mensajes que transmiten a sus hijos. «Para enseñar normas y valores los padres deben tener claros sus criterios, dedicar tiempo y espacio para explicárselos a los niños y mantenerlos en el tiempo, asegura Herranz Miranda.

Pautas a seguir

  • -Ofrecer al niño un modelo a imitar, ya que él aprenderá lo que ve que hacen los padres, no lo que le dicen que haga.

  • -Debe existir coherencia entre los padres. No deben dar mensajes contradictorios.

  • -No añadir comentarios negativos ni humillantes cuando se le castiga.

  • -El castigo debe guardar relación con la conducta del niño.

  • -En ningún caso es aceptable el castigo físico o psicológico.

¿Cómo se le enseña a un niño el comportamiento correcto? «Lo primero que hay que hacer es explicarle de manera clara y concreta qué es lo que esperamos de él. Por ejemplo, si le decimos "recoge la habitación", quizá para él la habitación está recogida si estira su edredón y quita las zapatillas de la alfombra, y no le parece mal que los juguetes estén fuera del baúl. Si en realidad lo que queremos es que guarde los juguetes, tenemos que indicárselo claramente diciéndole "cariño, guarda los juguetes dentro del baúl y quita las zapatillas de la alfombra". Cuando volvamos y veamos que lo ha hecho le reforzamos, "¡Qué bien ha quedado tu habitación, has guardado todos los juguetes y has dejado las zapatillas en su sitio. Me encanta como ha quedado". Si vemos que no lo hace, podemos iniciar la acción con él, "mira cariño, vamos a guardar así los juguetes, dentro del baúl... Sigue guardándolos hasta que no quede ninguno en el suelo". Si después de haberle explicado varias veces lo que tiene que hacer, sigue sin hacerlo, aplicaremos una consecuencia acorde con la conducta, y esta puede ser que la próxima vez no podrá jugar con esos juguetes que no ha recogido», detalla Herranz Miranda. Quien además aconseja dar pequeños avisos al niño sobre su conducta para que así pueda corregir su comportamiento a tiempo.

Libros sobre el tema

  • Esther Herranz Miranda, psicóloga especialista en infancia y familia, miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, recomienda la lectura de las siguientes publicaciones

  • -Carolyn Meeks. Recetas para Educar, Editorial Medici. Barcelona 2005.

  • -Adele Faber, Elaine Mazlish. Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen. Ediciones Medici. Barcelona 1997.

  • -Anna Guibert. Cuaderno práctico para educar a tu hijo sin gritarle. Malinka Libros, 2012.

  • -Beatriz Palt. Cómo regañar, pero bien. Ediciones Medici. Barcelona 2005.

  • -Silvia Álava. Queremos hijos felices. JDEJ Editores.

Pero, ¿qué pasa si los padres deciden recurrir al castigo? «Es importante que este sea inmediato, corto, proporcionado, equilibrado, coherente, adecuado a la edad del niño y que busque por encima de todo una finalidad educativa. El niño debe saber por qué se le castiga y cuáles son las consecuencias», advierte Herranz Miranda, quien deja claro que el castigo puede ser contraproducente. «Muchas veces lo único que se consigue es "dar una lección", pero el niño no aprende cuál es el comportamiento adecuado ni adquiere el sentimiento de responsabilidad en su conducta. El objetivo que deberíamos pretender conseguir es que aprenda el comportamiento adecuado, no que "pague" por el inadecuado». La psicóloga advierte que el remedio puede ser peor que la enfermedad. «Cuando castigamos de manera desproporcionada o utilizamos siempre el castigo, este pierde su eficacia. Castigar repetidamente hace que el niño se sienta cada vez peor y que se afecte el desarrollo de su autoestima y autoconcepto», asegura.

Resaltar lo que está bien hecho puede ayudar a que el niño se decante por hacer las cosas correctamente. «El refuerzo positivo consiste en resaltar el buen comportamiento del niño de manera sincera y concreta, prestándole atención o a través de un comentario, como por ejemplo, "qué bien te has portado hoy con tu hermana. Me ha gustado mucho como has compartido tus juguetes con ella". La atención de los padres es el mejor refuerzo positivo para un niño. Los niños necesitan unas normas y límites aplicados con mucha responsabilidad y cariño. Más que castigos, es esencial educar a partir de un modelo real, proporcionando estrategias y aplicando consecuencias justas, pedagógicas y equilibradas para que el niño aprenda y crezca como persona», concluye Herranz Miranda.

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