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Una escena de 'Blair Witch'.

Cuidado con la bruja del bosque

Adam Wingard dirige el remake de la película que puso de moda el 'found footage'

Borja Crespo

Jueves, 3 de noviembre 2016, 17:52

¿Se acuerdan de aquella película que revolucionó el cine de terror presentando a unos excursionistas de medio pelo que se marcaban un picnic en medio de un oscuro bosque con la insana intención de hurgar en sus tripas en busca de sombríos espíritus cámara en ristre? Probablemente Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, los máximos responsables de 'Blair Witch Project', un hito en el arte del marketing cinematográfico, todavía rezan a la Virgen cada mañana mientras untan de mermelada su tostada y viven de las rentas. Revuelven el café y en sus posos se les aparece la imagen de la bruja, cual túnica sagrada, con el tatuaje del símbolo del dólar en la frente.

Nadie podía imaginar que una inteligente campaña comercial, apoyada en internet, paraíso de mentiras y leyendas urbanas, iba a catapultar a la fama una obra de presupuesto ínfimo (y excelente recaudación en taquilla). Aunque 'Holocausto caníbal', una cinta de culto absoluto que copó las páginas de las publicaciones más sensacionalistas en 1980, ya había sentado un precedente, la obra pergeñada en 1999 por Myrick y Sánchez, hoy desaparecidos del mapa artístico, abrió una vía hoy transitada en exceso para el género de horror, el 'found footage', tendencia que busca asustar al espectador apostando por imágenes con estética documental, de ahí la etiqueta de "material encontrado" -traducción del inglés-, grabado por los propios protagonistas del relato macabro.

El 'found footage' es un formato de moda, donde la perspectiva de cada personaje actúa básicamente como otro ángulo de cámara. Toda película que atiende a esta corriente trata de no alejarse de la realidad y ser lo más verosímil posible. Su objetivo es sumergir al espectador en la acción al máximo. Hay secuencias rodadas con todo tipo de dispositivos, desde teléfonos móviles y videocámaras domésticas hasta cámaras de seguridad, lo que permite levantar propuestas con presupuestos muy ajustados, ideal para la serie B. La explotada saga 'Paranormal activity' es un ejemplo en esta línea.

En festivales especializados como el de Sitges proliferan -demasiado- este tipo de títulos que se asemejan en su look al vídeo casero. Ahí están, por ejemplo, la recomendable 'V/H/S' y secuelas, y tantos otros lanzamientos con similar punto de partida. En nuestra cinematografía tenemos la serie 'Rec' o 'La cueva', y existen ejemplos con olfato comercial a nivel internacional como 'Monstruoso', filme apadrinado por J. J. Abrams. Lejos de sufrir signos de agotamiento como pudiera parecer, como ya demostró M. Night Shyamalan arrasando con 'La visita', regresando con fuerza al género que le dio a conocer de la mano de una iniciativa más que modesta, uno de los cineastas más aplaudidos del momento en el terreno del escalofrío, Adam Wingard, responsable de la divertidísima 'Tú eres el siguiente', una vuelta de tuerca al slasher, y el contundente primer episodio de la serie de televisión 'Outcast', con guión de Robert Kirkman ('The Walking Dead'), ha decidido firmar un remake de 'Blair Witch Project', la película con la que empezó todo.

El concepto exploitation no encuentra límites en el séptimo arte, y menos en el género de terror, zona minada de segundas, terceras y nosesabecuántas partes. Ahora también se pueden añadir precuelas e historias basadas en, todo un árbol genealógico audiovisual de extensas raíces que se ciñen a la tierra de la industria cinematográfica, donde picotean gallinas de los huevos de oro que atienden a la llamada del marketing y merchandising. Abrazándose a esta máquina que fabrica lo que más nos gusta vio la luz en su día 'Book of Shadows. Blair Witch 2' (2000), o como exprimir al máximo una idea rompedora hasta el límite de fagocitarla cual parásito. 'El proyecto de la bruja de Blair', la película predecesora, se convertía en el centro de un argumento rodado esta vez en celuloide: nada de falso documental en vídeo barato, vamos a tirar la casa por la ventana. Los personajes principales de 'Blair Witch 2', extraídos rizando el rizo de la comercialidad de cualquier fotograma de 'Scream' o productos similares, que funcionaban por aquellas fechas, eran fans del film de Myrick y Sánchez, a sabiendas de que era una cosa de mentirijillas, y, motivados por su trama, como muchos incautos en nuestra infancia hicimos con el tablero de ouija, decidían acampar cerca de la casa de un ermitaño ajusticiado tras matar a siete tiernos infantes. Entre los protagonistas, una bruja molesta por la mala imagen que 'El proyecto de la bruja de Blair' dio a las de su calaña y un tipejo más que freakie, forofo absoluto del film, que no duda en vender todo tipo de material sobre el mismo. Se destapaba así el truco por completo.

'El proyecto de la bruja de Blair' perdió fuerza al llegar a nuestras pantallas, ya nos sabíamos la trampa. Sin tanto exceso de información quizás podía habernos sorprendido más. No obstante, se quedaba grabada en la retina esa escena final de un sujeto mirando a la pared en una casa abandonada, una imagen de los más inquietante que sugería más que enseñaba, todo lo contrario a lo que hace Wingard en una nueva versión que esta vez no descubre nada nuevo en el género. Ruidosa a más no poder, mareante, deliberadamente frenética y demasiado explícita en su tramo final, 'Blair Witch' no da un vuelco al terror cinematográfico como el material de partida y puede que haya quemado los últimos cartuchos del cansino found footage. Lejos de ser un fenómeno, aprovecha y presenta, casi veinte años después, al hermano de la protagonista del primer filme, empeñado en encontrarla desde que desapareciera con sus amigos sin dejar rastro en los bosques de las Colinas Negras, en Maryland, mientras investigaban la leyenda de la bruja de Blair. Evidentemente, se adentran en los mismos paisajes cámara en mano en busca de respuestas. Más de lo mismo, sin originalidad ni gracia.

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