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Aura Garrido y Maribel Verdú, dos inspectoras de policía en 'El asesino de los caprichos'.

A la caza del asesino del barrio de Salamanca

'El asesino de los caprichos' reserva a Maribel Verdú un papel de policía amargada y obsesionada con su trabajo que cae en la caricatura

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Jueves, 17 de octubre 2019

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«Lo comes bien, pero no tanto», espeta a uno de sus amantes la inspectora de policía que encarna Maribel Verdú en 'El asesino de los caprichos' (conocida en rodaje como 'Los asesinatos de Goya'), transposición al género femenino del arquetipo del madero desabrido, amargado y obsesionado con su trabajo que hemos visto mil veces. A su lado, una subinspectora novata, madre de familia (Aura Garrido), que todavía aborda su oficio con ilusión y ganas.

Juntas tratarán de desentrañar los crímenes de un asesino que opera en el barrio de Salamanca en Madrid. Todas sus víctimas son propietarias de algunos de los Caprichos de Goya y aparecen muertas dispuestas en una escenografía calcada a la de los grabados que el artista aragonés pintó como una sátira de los vicios de sus contemporáneos y un símbolo del fin del Antiguo Régimen.

El director Gerardo Herrero sitúa la acción en un escenario a priori atractivo, como es el distrito burgués por excelencia de la capital española y en concreto el mundillo de la subastas de arte. Un coto de pijos donde las dos policías son dos extrañas. Más allá de la trama detectivesca, lo que interesa al realizador es la confrontación entre las dos protagonistas, la veterana de vuelta de todo, que ha hecho de su trabajo su vida, y la novata que trata de conciliar su matrimonio con dos hijos y el duro trabajo de investigadora en las calles.

El trazo grueso en la caracterización del personaje de Verdú no ayuda. Mostrarla cada dos minutos bebiendo de una petaca, fumando en lugares cerrados e insistir en la fobia que siente por los niños de su compañera hacen que caiga en la caricatura. A favor de Herrero, el atrevimiento a la hora de mostrar cómo la protagonista resuelve su embarazo –clave para explicar su trauma– y un inesperado final; en contra, la escasa capacidad para crear una atmósfera perturbadora en esta suerte de 'Seven' en Serrano –en ningún momento tenemos sensación de peligro– y la torpeza en una anticlimática escena de persecución.

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