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Ralph Fiennes dirige 'El bailarín' y se reserva el papel de su maestro, Alexander Pushkin.

Ralph Fiennes: «Me enamoró la arrogancia de Nureyev»

El actor y director reconstruye en 'El bailarín' los inicios del astro ruso, que huyó de la Unión Soviética para poder vivir con libertad su homosexualidad

MARÍA ESTÉVEZ

Los Ángeles

Miércoles, 1 de mayo 2019

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El actor Ralph Fiennes (Ipswich, Reino Unido, 1962), conocido por sus papeles de Lord Voldemort en la saga de Harry Potter o por su personaje de László Almásy en 'El paciente inglés', es, además, un gran director. Esta semana estrena 'El bailarín', su tercer largometraje como realizador, donde cuenta los primeros años del icónico bailarín ruso de ballet Rudolf Nureyev. Fiennes se ha reservado también un papel en esta historia y se mete en la piel del maestro del bailarín, Alexander Pushkin, en una historia llena de intriga, glamour, largas escenas de danza y fascinación por la cultura rusa.

El actor Oleg Ivenko es el protagonista de una cinta que explora los amores de Nureyev tanto como su talento por la danza. La narración de Fiennes viaja a través de la ambición del bailarín, que logró escapar de la Unión Soviética en 1961 para tratar de vivir en libertad su homosexualidad en ciudades como París, San Petersburgo y Serbia, antes de morir de sida en 1993.

–¿Qué le llamó la atención de Rudolf Nureyev para decidirse a relatar su historia?

–Cuando leí el libro de Julie Kavanagh, quedé fascinado. En aquel momento -hablo de hace diez años-, no tenía ninguna intención de dirigir. Luego, años después, ya había rodado dos películas y la productora Gabrielle Tana me mostró un guion inspirado en esa obra. Imagínese mi sorpresa. Soy un enamorado de la cultura rusa y no lo dudé ni un momento.

–Da la sensación de que dirigir es ahora más importante para usted que interpretar papeles. ¿Me equivoco?

–Requiere más atención, más tiempo, el proceso te exige que estés más presente en los detalles. Solo por eso parece que me dedico más a dirigir, pero yo no he dejado de actuar. Me llena exactamente igual que antes y no te voy a negar que siento amor por mi profesión. Me gusta interactuar con la gente, aprender de mis compañeros, de mis personajes. Dirigir también me aporta la posibilidad de crear, de construir escenas junto al director de fotografía, con el montador. Y me fascina alimentar a otros actores. Pienso mucho en Anthony Minghella, porque, de todos los directores con los que he trabajado, siempre fue el que más tiempo dedicó a sus actores. Siempre está en mi mente, es mi mentor espiritual.

Ralph Fiennes en 'El bailarín'.
Ralph Fiennes en 'El bailarín'.

–¿Qué destacaría de Nureyev?

–Me enamoró su arrogancia. Supongo que en las distancias cortas era una persona muy difícil, pero desde un punto de vista dramático es un gran protagonista. Estamos hablando de alguien excepcional en su trabajo. Cuando llegó a París era un joven que maravillaba con su danza y sin una gota de educación social. No sabía comportarse entre ese grupo de sibaritas parisinos, esa idea me pareció muy divertida. Recorrió galerías de arte, se interesó por aprender y cambió. Confieso que una vez que empiezas a investigar sobre él, descubres lo difícil que era. Un hombre egocéntrico obsesionado con su importancia, que se creía con derecho a todo por su talento. Eso le convirtió en una persona poco atractiva para los que estaban cerca de él.

–Se sumerge en los años de la Unión Soviética.

–Sí. Porque sin conocer sus inicios no tenemos la base real de quién era y por qué escapó. Para mí fue sencillo, porque es una historia de descubrimiento. En esencia, es Nureyev quien se descubre a sí mismo. Tuvo el coraje de escapar y convertirse en el artista que llevaba dentro. Me llaman la atención las historias de supervivencia, de valentía individual, de determinación y de lucha por ser relevante. Confieso que me siento atraído por la cultura rusa. Quería mostrar la vida dentro de la Unión Soviética. A Nureyev le dejaban vivir tranquilo, lo único que no le permitían era mantener un comportamiento abiertamente gay. Yo siento curiosidad por Rusia, un país complicado, donde rodé en 2013 'Dos mujeres', con la directora Vera Gloveleva. En mi corazón siento cariño hacia un país con escritores tan maravillosos como Turghénev, Chejov y Dostoievski.

–¿Cómo afrontó las escenas de danza?

–Decidí no cortar mientras rodábamos. Son escenas largas que necesitaban mostrar la ferocidad de Nureyev sobre el escenario. Esta es la historia de un hombre que reta a los dioses con su manera de bailar. El retrato del ballet fue primordial en la película, pero también me dio miedo porque nunca había filmado este tipo de escenas. Tuve que estudiar en profundidad el mundo de la danza.

–Usted elige interpretar el papel de Alexander Pushkin, mentor de Nureyev.

–Soy muy crítico conmigo mismo y no me gusta actuar en mis películas. Yo no quería aparecer, pero tuve que ceder ante la presión porque mi nombre atrae financiación y no andábamos sobrados de presupuesto. Tengo buen instinto como actor y este papel me pareció muy atractivo. Tuve que trabajar mucho en mi ruso para poder interpretarlo.

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