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Una escena de 'En cuerpo y alma'.

'En cuerpo y alma' y 'Nuestra vida en la Borgoña'

Las cintas de Ildikó Enyedi y Cédric Klapisch llegan a la cartelera este fin de semana

O. Belategui / B. Crespo

Jueves, 26 de octubre 2017

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Un matadero de Budapest no parece el escenario más idóneo para una historia de amor. La directora húngara Ildikó Enyedi no se corta a la hora de retratar casi con delectación quirúrgica las cabezas de las reses, las vísceras y la sangre. También los bosques nevados donde dos ciervos se convierten en metáforas soñadas de la pareja protagonista, dos solitarios que viven una historia de amor en ese gélido ambiente. Él cree que es demasiado viejo para ella y, además, tiene un brazo inútil; ella no soporta el contacto físico y, suponemos, sufre síndrome de Asperger.

‘En cuerpo y alma’ ganó el Oso de Oro en el último Festival de Berlín por la originalidad de este idilio donde los amantes comparten los mismos sueños y un particular sentido del humor. Son dos almas heridas que tratan de conectar en un mundo que no les entiende. Enyedi, una realizadora que proviene del campo de la creación, contrapone en su fábula la brutalidad de lo real -el matadero- con la ensoñación de lo irreal, representada por las imágenes oníricas de los ciervos en los bosques.

Habrá quien se deje atrapar por la propuesta de la directora y quien contemple elementales y obvias las alegorías del filme, que representa a Hungría en la carrera por el Oscar. «Buscaba mostrar una vívida y apasionada historia de amor de la manera menos vívida y apasionada posible. ¿Qué pasaría si un día conoces a alguien que sueña las mismas cosas que tú por la noche», plantea Enyedi, que contempla a sus personajes como «dos personas introvertidas heridas por dentro».

Nuestra vida en la Borgoña

Lo último de Cédric Klapisch ('Las muñecas rusas', 'Una casa de locos') cumple con su cometido, llevar con orgullo la etiqueta de cine amable que explora los sentimientos y recuerdos familiares. 'Nuestra vida en la Borgoña', narrada estructuralmente según las cuatro estaciones del año desde la vendimia, cuenta el regreso a la tierra que lo vio crecer de un hombre, tras años sin pisarla, al enterarse de la muerte de su padre. El encuentro del hijo pródigo con sus dos hermanos supondrá una evolución en sus vidas que buscar cierto paralelismo con la madurez del vino que producen. Con bellos paisajes de fondo y un toque documental, se diseccionan las relaciones fraternales.

Vídeo. Una escena de 'Nuestra vida en la Borgoña'.

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