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Nadia García Díaz ha trabajado en la traducción para doblaje de 'La ciudad y la ciudad' y 'Pacman y las aventuras fantasmales'. Jorge Peteiro
Tres euros el minuto de vídeo: así trabajan los subtituladores de Netflix, Amazon, HBO y Movistar

Tres euros el minuto de vídeo: así trabajan los subtituladores

La llegada de plataformas como Amazon, HBO o Netflix ha multiplicado el número de contenidos audiovisuales pero las tarifas de los traductores están bajando

Iker Cortés

Madrid

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Domingo, 13 de enero 2019

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Mucho se ha hablado esta semana de la polémica en torno a los subtítulos de 'Roma', la última película de Alfonso Cuarón. Rodada en México, además de transcribir los diálogos tal cual, a Netflix no se le ocurrió otra cosa que adaptar los subtítulos de la cinta al español peninsular, desatando la furia de una parte de lingüistas y espectadores que no entendían por qué en un obra filmada en español había tal necesidad. Después de las críticas, la compañía decidía dar marcha atrás y deshabilitaba la opción.

Muchas de esas voces cargaban, erroneamente, contra los traductores y subtituladores, que al fin y al cabo desarrollan su tarea por encargo, una labor vital para localizar las decenas de series, películas y documentales que llegan semanalmente a plataformas como Amazon, HBO o Movistar. «Esta explosión de contenidos me ha venido muy bien. Este mundo es bastante cerrado, sobre todo a la hora de traducir para doblaje, y hubiese sido complicado entrar de otra manera», explica Andrea Peñalver, una joven conquense licenciada en Filología Inglesa de 29 años, que trabaja desde hace cuatro en el sector como autónoma. En realidad, casi todos ellos lo son. Prestan sus servicios a empresas que son contratadas por las plataformas para dar salida a un material que no ha hecho más que crecer exponencialmente en los últimos años. Lo corrobora la asturiana Nadia García Díaz, licenciada en Traducción e Interpretación de 30 años: «Llegan muchas más cosas, más variadas y de forma más regular».

Fundamentalmente solitaria, la labor varía mucho en función de la empresa, el material a traducir y si el resultado se destina a la sala de doblaje o al subtitulado. En el primer caso, no solo se trata de trasladar todos los diálogos del original, también se trata de ajustar las palabras al movimiento de la boca y de reflejar el ambiente. Así, si la escena discurre en un bar, hay que adaptar expresiones que reflejen el murmullo del gentío como 'ponme un café' o 'voy al baño'. «Nos inventamos la mayoría, porque muchas veces no se oye nada», explica Nadia.

En el caso del subtitulado, las compañías más avanzadas cuentan con plataformas web a las que el traductor accede con su usuario y contraseña, una forma también de proteger sus propios contenidos. Allí disponen del vídeo con el subtítulo incrustado en inglés y una plantilla en la que el subtitulador debe ir traduciendo el texto. En otras ocasiones, los subtítulos se tienen que elaborar desde cero, introduciendo los tiempos. «Debes conseguir que los subtítulos queden bien divididos y la velocidad de lectura se cumpla», continúa Nadia. En el mejor de los casos, el responsable recibe el vídeo y el guión de postproducción transcrito, pero a veces debe conformarse con sacar los diálogos de oído o con un texto de apoyo, con la dificultad que eso implica. «En esos casos -dice Nadia- cargo un poco más la tarifa».

Y es que los precios varían mucho en función del cliente y de cada proyecto, con una horquilla que oscila entre los dos y los seis euros por minuto. Nadia, por ejemplo, procura que se sitúen «por encima de los dos euros por minuto» ya que de lo contrario, no compensa. «Si es algo muy difícil o tiene mucha carga de texto, intento decirle al cliente que no es un trabajo normal. No es lo mismo un documental de animales que un reality donde se habla muchísimo», reflexiona quien está especialmente orgullosa de sus trabajos de doblaje para 'Pacman y las aventuras fantasmales' y la serie 'La ciudad y la ciudad', que realizó junto a dos compañeras. Por su parte Andrea, responsable de la traducción y el subtitulado del episodio navideño de 'Las escalofriantes aventuras de Sabrina' y de la primera temporada de 'Maniac', no baja de los tres euros el minuto, lo que sería unos 360 euros por una película, pero asegura que las cosas «cada vez están peor». Va más allá la granadina Eugenia Arrés, de 37 años, licenciada en Traducción y vicepresidenta de la Asociación de los Traductores y Adaptadores Audiovisuales de España: «Se ha creado un mercado bastante diferenciado entre el cine, que está bastante mejor pagado, y lo que es televisión en donde se ha metido todo en el mismo caso: series, películas, realities, monólogos…». Cuenta Eugenia que lo que hacen las empresas es vender paquetes con todos los programas «al mejor postor». Por otro lado, en el proceso cada vez hay más intermediarios, así que las tarifas van bajando. «Es el cliente el que dice: 'Pagamos esto. ¿Lo tomas o lo dejas?'», ratifica Andrea.

Eugenia Arrés ha trabajado en 'Padre de familia' y 'Whishenpoof'. Alfredo Aguilar

«El 'pirateo' de subtítulos no es habitual»

Ocurrió en 2017, con los subtítulos de uno de los capítulos de 'Shameless', una de las series que emite Movistar. Al final del episodio se podía ver la firma 'btsix' y una dirección de la web donde se había extraído el subtítulo que alguien había hecho de forma amateur. «No es una práctica muy habitual», asegura Eugenia Arrés, vicepresidenta de la Asociación de los Traductores y Adaptadores Audiovisuales de España. «Cuando sucedió, dimos con la persona y la empresa responsables». Lo cierto es que Movistar sí había contratado a un intermediario que luego «se lavó un poco las manos». Pese a todo, Eugenia asegura que no se ha encontrado casos similares, ni siquiera cuando ha tenido que revisar el trabajo de otras personas. «Cuando surgió la polémica, hicimos una campaña en redes sociales porque entendemos que esto ni beneficia al usuario ni a nosotros mismos».

Pero, ¿cómo se logra una buena traducción? Según relata Nadia se trata de respetar el original «todo lo que se pueda», pero sin mantener la literalidad de las expresiones. «Si, por ejemplo traduces una serie de adolescentes estadounidenses -continúa-, intentas buscar formas que se adapten a cómo hablan aquí los chavales». Lejos quedan aquellas adaptaciones de los noventa en las que Will Smith se hacía un Chiquito de la Calzada. «A mí no se me ocurriría poner en una serie un 'Claro que sí, guapi' porque además es una referencia temporal que dentro de unos años no va a entender nadie», comenta Nadia.

Comedia, lo más difícil

En este sentido, Andrea asegura que «lo más difícil» es traducir comedia ya que está muy relacionada con la cultura a la que se dirige. Responsable del subtitulado del último monólogo de Ellen DeGeneres en Netflix, asegura que lo pasó mal en un fragmento en el que la también presentadora estadounidense comienza a hacer juegos de palabras. «Haces lo que puedes, aunque sabes también que la persona que está viendo este tipo de contenidos tiene también ciertos conocimientos», aclara.

Otra de las dificultades a las que se enfrentan es la falta de especialización en el mundillo y los cambios constantes de registro. «Un día trabajas en un reality estadounidense de construir armas, otro en una película policiaca y al otro en un programa infantil. Se presupone que debes saber un poco de todo», resume Eugenia, por cuyas manos han pasado las traducciones de series como 'I Zombie', 'Whishenpoof' o la última temporada de 'Padre de familia'. Andrea, por ejemplo, se encargó de la traducción para doblaje de la serie 'Star Trek: Voyager': «A pesar de que teníamos revisor, como no soy fan de la saga, tuve que buscar mucha información porque había mucha terminología que no conocía». A menudo, además, hay referencias a otras series, otras películas y a la cultura pop. «Tienes que estar empapadísima», dice Eugenia.

A todo ello hay que sumar unos plazos cada vez más ajustados. «¡Es increíble que salga todo a tiempo!», afirma Eugenia, que hace hincapié en que esta es una labor que precisa de «inspiración y creatividad», algo que no casa bien con la semana que, en el mejor de los casos, reciben para traducir una película o los dos o tres días que tienen por capítulo, que en el peor de los casos se convierte en uno. Por no hablar de aquellos estrenos casi simultáneos, que le pueden llevar a uno a trabajar con el horario estadounidense y a contrarreloj.

Unas condiciones mejorables

No acaban ahí las quejas. La vicepresidenta de la Asociación de los Traductores y Adaptadores Audiovisuales de España habla de unos acuerdos de confidencialidad «a perpetuidad y en todo el universo» y pide que se relajen para poder trabajar con más tiempo. En su opinión, falta también más consideración por parte del público, de los intermediarios y las empresas hacia una labor muchas veces criticada. «No entienden que a veces no tenemos ni la imagen, o que estamos respetando el doblaje o que en determinado libro las cosas eran así», argumenta. Y por último menciona el tema de los derechos de autor, que no está legislado aún para las plataformas nuevas. «No se trata sólo de que ponga tu nombre, que también está bonito, es que no podemos ponerlo en el currículo», concluye.

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