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Los psiquiatras constatan que la depresión postparto comienza antes de dar a luz

Los psiquiatras constatan que la depresión postparto comienza antes de dar a luz

SALUD ·

El proceso afecta a un 10% de las gestantes, aunque las mujeres que se ven sumidas en la tristeza en las semanas previas a ser madres llegan al 25%

FERMÍN APEZTEGUIA

Martes, 9 de julio 2019, 18:10

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Hay situaciones en la vida en las que parece que todo el mundo conspira para hacerle creer a uno lo que no es. La primera vez ocurre cuando, siendo aún niño, se descubre que los Reyes Magos, en realidad, sí existen. «Cómo es posible que nadie me dijera antes la verdad», se pregunta uno. Con el milagro de la vida ocurre lo mismo que con el de la Navidad, sólo que unos veinte años después. «Con todas las personas que me invitaban a ser madre, algunas de ellas las que más quiero, ¿cómo es posible que nadie me explicara la carga física, emocional, económica y de todo tipo que supone tener un hijo?».

El peso es tan grande para muchas mujeres que un 10% de ellas, nada menos, llega a deprimirse hasta el punto de necesitar tratamiento. Ese proceso, que antes se llamaba depresión postparto, ha comenzado a denominarse depresión periparto, porque los psiquiatras han constatado que no comienza después de dar a luz, sino en las semanas previas.

«No hablamos de un proceso de tristeza, de lo que la cultura anglosajona ha denominado como 'Maternity blues' ('La tristeza de la maternidad') o 'baby blues', como consecuencia del cambio hormonal, la nueva vida y la sobrecarga de trabajo que conlleva un bebé», detalla la especialista Ana González-Pinto, que ha dirigido un curso sobre esta cuestión en el congreso de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB), celebrado en Barcelona. La tristeza fruto del desencantamiento de la maternidad, la que sobreviene cuando el hechizo se transforma en realidad, llega hasta el 25% de las mujeres, una cifra que da una idea de lo poco que los padres hablan a los hijos sobre determinadas cuestiones de la vida.

La depresión es una enfermedad grave, caracterizada no sólo por una profunda tristeza, aparentemente irremediable, sino también por la baja autoestima y la pérdida de interés por todo, un proceso que afecta no sólo a la forma de sentir, sino a la de pensar. Tradicionalmente, se creía que era algo que ocurría después del parto, pero la ciencia ha constatado que no es así. «Es importante que psiquiatras, psicólogos y enfermeras estén familiarizados con un proceso que si se conoce, puede prevenirse bien y del que, con una buena terapia, se sale adelante», explica la presidenta de la SEPB, jefa de servicio de Investigación en Psiquiatría de Osakidetza.

Gestantes de riesgo

Los servicios de salud han de estar atentos, según la especialista, a las que podrían llamarse «gestantes de riesgo». No son sólo las primerizas, sino también las que cuentan con antecedentes de depresión y ansiedad, carecen de apoyo familiar, tienen una relación de pareja débil, son consumidoras de alcohol u otras drogas o cuentan con un nivel socioeconómico bajo. «Es una tarea que el sistema sanitario debería hacer en colaboración con los servicios sociales», explica la terapeuta.

La intervención temprana con este grupo de mujeres posibilita el desarrollo de tratamientos que no tienen por qué ser obligatoriamente medicamentosos. En Estados Unidos y algunos países nórdicos han comenzado a organizarse grupos de mujeres voluntarias que se dedican a dar apoyo emocional a las embarazadas con mayor riesgo de sufrir una depresión periparto. En muchos casos, la terapia psicológica también resulta suficiente para superar el problema. La medicación se reserva por ello para los casos más resistentes. «El objetivo es intentar que el sufrimiento dure lo menos posible», detalla la especialista.

La decepción resulta en ocasiones tan brutal, que el parto lleva a a algunas madres a sufrir casos de psicosis. Por fortuna, se trata solo de «casos aislados».

El apego con el bebé se pone en peligro

La depresión de la madre en las fechas del parto no es un problema de salud que afecte sólo a la mujer. Algunos trabajos han demostrado que favorece lo que se denomina como apego inseguro entre la madre y el hijo, y que no es otra cosa que un lazo amoroso mal anudado. Ese vínculo afectivo, que comienza a construirse desde los primeros días de vida del bebé, permite al niño obtener el cariño, la seguridad y la protección que se necesitan al nacer. Buena parte de esa relación se consigue a través de la lactancia materna, lo que explica por qué matronas, ginecólogos y pediatras resultan tan «cargantes» con la importancia de dar pecho al recién nacido.

Si el bebé no consigue el afecto necesario, porque la madre no puede dárselo, corre el riesgo de desarrollarse de manera inadecuada desde el punto de vista emocional, lo que según estas investigaciones, llevaría a la criatura a sufrir problemas de salud mental cuando llegue a la edad adulta. «El apego inseguro es un asunto que preocupa mucho a la comunidad sanitaria», destacó la psiquiatra Ana González-Pinto.

No sólo las mujeres sufren depresión periparto. También algunos hombres, hasta el 10% aunque en ellos no se trata, según parece, de un proceso hormonal, sino a factores como el miedo a la paternidad, las preocupaciones financieras y la ansiedad generada por la nueva responsabilidad.

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