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Los juguillos que me sulibeyan

Los juguillos que me sulibeyan

ENTRE PUESTOS ·

Los caldos que sueltan algunos platos se convierten en flaquezas que se pagan muchas veces con ardores, malas digestiones y sustos matutinos a la hora de subirse a la báscula

Diego Ruiz

Santander

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Jueves, 7 de marzo 2019, 17:07

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Hay algunos 'juguillos' que me sulibeyan tanto o más que los perjúmenes de mujer. Calditos que sueltan algunos platos tan sencillos como una ensalada de tomate y cebolla, unos pimientos verdes fritos, unos torreznos o unas sardinillas en conserva y en aceite de oliva, que invitan a hacer barquitos de pan hasta dejar el plato seco. Pecados todos no confesables de carnes débiles y estómagos educados que siempre dejan entrar antes de salir. Flaquezas ellas que se pagan muchas veces con ardores, malas digestiones y sustos matutinos a la hora de subirse a la báscula. Por eso, y por mucho más, deben hacerse con moderación, con calma, al son de la llamada nueva canción nicaragüense.

Y vamos con la primera. Me 'aleteya' como unos ojos de colibrí el aceitillo de las sardinillas en conserva. Suelo dejarlo para el final y le añado –perdona a tu pueblo señor– unos granitos de sal Maldon. La unión del pan con el 'juguillo' es verdaderamente majestuosa, indescriptible, si el aceite es de unos relanzones.

El unte en el grasiento sobrante de unos torreznos me 'soripeya' como unos labios pétalos en flor. Me castigan el alma y el cuerpo, pero no hay forma de resistir a tal invitación. A ese tono ocre mezclado con el oro del aceite. Un proyectil –perdona a tu pueblo doctor– directo al apartado del colesterol en los resultados de los análisis médicos.

'Reverbereya' cual pechos cántaros de miel la 'salsita' que flota sobre la base de un plato de pimientos verdes fritos, y mejor de padrón. Otro unte para castigar todos los delicados órganos internos pero de difícil escapatoria. Pan de miga amplia y corteza crujiente para disfrutar como un burro en un berzal.

Y la última. El aceite y vinagre de la ensalada de tomate me 'almareya' como un cuerpo chúcaro mi bien. Qué color, qué sabor tan intenso, que orgía para cerrar una cena en casita con una botella de cava helada. Me derrito sólo de pensarlo.

Vídeo.

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