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Ana del Castillo
Lunes, 25 de enero 2016, 13:48
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Hay tantas necesidades en Haití que la ayuda es "una gota de agua, pero necesaria". Dos enfermeras cántabras parte hacia el país más pobre de América para intentar mejorar las condiciones de vida de la población de Anse-a Pitres. Ya lo hicieron otras dos compañeras en el mes de noviembre y así será durante todo el año.
Este proyecto de cooperación técnica está financiado por la Dirección General de Juventud, a través del Colegio de Enfermería. El objetivo es incrementar la ayuda, consolidar la estructura de apoyo y buscar la extensión de talleres en el futuro, además de garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.
La cooperación de la Consejería con Haití se realiza a través del Colegio de Enfermería y la asociación Aytimoun Yo, creada por una joven cántabra, Lucía Lantero, y el francés Alexis Derache, que gestionan un orfanato donde medio centenar de niños reciben gratuitamente formación en la escuela y comida.
Dos enfermeras cada mes
Las enfermeras voluntarias formarán a los educadores del orfanato, así como a las madres y a los niños en autocuidados referidos a primeros auxilios, embarazos o enfermedades diarreicas como el cólera. Precisamente durante el tiempo de estancia en Haití de las dos primeras enfermeras de Santander han tenido que hacer frente a un brote imprevisto de esta enfermedad, demostrando la eficacia de los cuidados preventivos y paliativos.
La Dirección General de Juventud sufraga con 3.000 euros parte de los billetes de avión para que dos enfermeras formen durante un mes a niños, jóvenes, y personal sanitario en la mejora de los autocuidados de salud. El pasado noviembre se trasladaron a Haití las dos primeras profesionales sanitarias y este jueves serán otras dos jóvenes las que crucen el charco.
La presidenta del Colegio de Enfermeras, Rocio Cardeñoso, ha mostrado su interés en buscar una alternativa a los niños que crecen en el orfanato y no tienen expectativas de formación al alcanzar la mayoría de edad. La acción humanitaria de las enfermeras cántabras alcanza también al campo de desplazados, donde medio millar de personas, 350 de ellos niños, reciben atención y autocuidados.
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