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Félix, Arancha, Pilar y Sergio ofrecieron sus testimonios durante la jornada organizada por Ascasam.
"La gente no debe avergonzarse por tener una enfermedad mental"

"La gente no debe avergonzarse por tener una enfermedad mental"

El salón de actos del Casyc se llenó en la jornada dedicada a la intervención temprana en casos de psicosis, organizada por Ascasam

José Ahumada

Miércoles, 10 de mayo 2017, 07:08

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Sergio tiene 35 años. Tenía diez menos cuando le ingresaron en Valdecilla con un cuadro de esquizofrenia, perseguido por alucinaciones y con ideas megalómanas. Ahora reconoce que es posible que todo aquello se desencadenase por el alcohol, el cannabis y las demás drogas que consumía los fines de semana. "Esos consumos no eran tan inocuos como yo creía". Le pasó lo mismo que a otros enfermos: con el tratamiento, su estado fue normalizándose progresivamente, así que él, por su cuenta y a pesar de las advertencias, decidió dejarlo. "No tenía conciencia de la enfermedad".

Los problemas no tardaron en reaparecer. Su rendimiento en el trabajo descendió a la vez que aumentaban su agresividad y las tensiones en casa, que desembocaron en una orden de alejamiento. Para complicarlo más, al empeorar la situación volvió a buscar refugio en las copas y los porros. El resultado de todo esto fue un nuevo ingreso, siete meses durante los que dispuso de tiempo suficiente para recapacitar y darse cuenta de que estaba enfermo, y ese fue el comienzo de su nueva vida. Hoy, la situación es muy distinta: clínicamente se encuentra estable, sus relaciones familiares han mejorado y está luchando por recuperar los derechos civiles de los que les privó una sentencia de incapacidad.

Sergio fue uno de los participantes en la mesa que cerró la jornada organizada por la Asociación Cántabra Pro Salud Mental (Ascasam) y centrada en la intervención temprana en casos de psicosis. Como explicó su presidente, Ignacio Fernández, frente a los habituales encuentros médicos y científicos, en los que se analizan los últimos estudios y descubrimientos, en esta ocasión, por vez primera, se trataba de unir investigación y clínica con la sociedad, para que esta compruebe qué beneficios resultan de todo aquel trabajo. "Es muy importante transmitir a la sociedad la importancia de la detección precoz y de una intervención rápida, fundamental para la recuperación", dijo, y recordó al respecto el programa Descubre, que desarrolla Ascasam en colegios e institutos. "Está enfocado a los cursos de Secundaria, y dirigido a familias, educadores y alumnos, a quienes se transmite la importancia de la detección precoz de los síntomas del trastorno, de la necesidad de distinguirlos de algunos comportamientos del adolescente; a la vez, se trata de levantar una barrera contra el bullying, para que aquel compañero con problemas sea ayudado y no tratado como un bicho raro".

Ponencias

La jornada, celebrada en el salón de actos del Casyc abarrotado, fue inaugurada por la vicepresidenta del Gobierno regional, Eva Díaz Tezanos; la alcaldesa de Santander, Gema Igual, y la consejera de Sanidad, María Luisa Real, e incluyó ponencias sobre asistencia especializada e intervenciones específicas, a cargo de especialistas como el psiquiatra Benedicto Crespo-Facorro, la neuropsicóloga Rosa Ayesa, la enfermera Obdulia Martínez y el psicopedagogo Carlos Cobo; así como otra relativa a los nuevos fármacos, ofrecida por el también psiquiatra Javier Vázquez. El objetivo final de todas sus intervenciones, y el que siempre ha perseguido Ascasam, es lograr la integración social del enfermo. Como subrayó Ignacio Fernández, "dentro del mundo de la discapacidad, el de la salud mental es el que siempre ha permanecido más apartado. El objetivo es que la gente no se avergüence por tener una enfermedad mental".

De ahí la importancia de los testimonios que ofrecieron algunos pacientes y familiares de enfermos sobre su experiencia con la evolución del mal y su tratamiento. Como Pilar, que ha luchado durante cuatro décadas contra la enfermedad de su hermano y se pregunta cómo habría podido ser su vida si cuando se detectó la enfermedad la familia hubiese dispuesto de más conocimiento y medios; aún recuerda con dolor todo el esfuerzo de sus padres, que no llegaron a ver la mejora de su hijo. "A pesar de todo lo que ha perdido por el camino, disfruta con todo lo que hace".

O como Félix, con 52 años y esquizofrénico desde los veinte, que ha recorrido un largo camino hasta recuperar su existencia. Ahora, vive en un piso tutelado junto a otros compañeros, acude al taller ocupacional y practica deporte. "La experiencia me ha enseñado que, con esfuerzo y haciendo las cosas bien, se consiguen resultados".

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