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Beatriz Gutiérrez, esposa de Andrés Manuel López Obrador, saluda a Nicolás y Carmen Escobedo, familiares de su marido. D. Pedriza

«Mi abuelo decía con mucho orgullo: ‘Soy de Ampuero’»

López Obrador convirtió los recuerdos sobre sus orígenes en un canto a la emigración

José Ahumada

Santander

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Domingo, 10 de septiembre 2017, 07:58

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En la primera fila del salón de actos de la Casa de Cultura de Ampuero aguardaban Carmen, Francisco y Nicolás Escobedo. «Tenemos el mismo bisabuelo que él», explicaba Francisco. «Su madre es prima carnal de la nuestra. Somos Escobedo Arisqueta Santamaría Obrador». Contaba que los padres de Andrés –Andrés Manuel López Obrador, para los demás– ya estuvieron por la región hace como treinta años, que fueron a buscarle al trabajo, comieron con él y que después los llevó hasta Ontoria de Llanes. Decía también que hace mucho menos vino por aquí otro hermano del político mexicano, Pedro Arturo, quien, por lo visto, tiene unas ideas políticas que son justo lo contrario. A ellos, en todo caso, lo único que les importaba es que iban a conocer a su pariente.

En principio, la visita a Ampuero del candidato a la presidencia de México se anunciaba como informal. Sí, podía decirse que era informal porque, con la localidad en fiestas, tanto el alcalde como el resto de miembros de la Corporación vestían el ‘uniforme’, de blanco y con el pañuelo rojo al cuello, pero por lo demás se trataba de una recepción en toda regla, en la que también estuvieron presentes, además de Miguel Ángel Revilla, cicerone del mexicano, su director de Gabinete, Guillermo Blanco, y el delegado del Gobierno, Samuel Ruiz.

Se nota a la legua que López Obrador está acostumbrado a saludar y sonreír. Aunque se sabía que llegaba a la villa con poco más que el tiempo justo para llegar y saludar, dejó de mirar el reloj para charlar con todo el público que se reunió para darle la bienvenida, un grupo heterogéneo de parientes lejanos, vecinos, compatriotas suyos e indianos de vacaciones en la zona.

El alcalde de Ampuero, Patricio Martínez, y sus compañeros de la Corporación dieron la bienvenida a la localidad al político mexicano.
El alcalde de Ampuero, Patricio Martínez, y sus compañeros de la Corporación dieron la bienvenida a la localidad al político mexicano.

«¡Amlo presidente!»

«Me da mucho gusto estar aquí. Mi abuelo decía con mucho orgullo: ‘Soy de Ampuero, provincia de Santander’», empezó López Obrador entre aplausos y algún grito de ¡Amlo presidente! –Amlo es el acrónimo de Andrés Manuel López Obrador, y así le dicen para abreviar en su país–. Recordó que fue precisamente en ese lugar, un cuartel de la Guardia Civil ahora reconvertido en Casa de Cultura, donde el 10 de marzo de 1893 nació José Obrador Revuelta, ese abuelo que recordaba, uno de los once hijos del matrimonio formado por Esteban, un guardia mallorquín, y Felipa, de Entrambasaguas.

«Los migrantes han construido patrias, han llevado progreso y desarrollo a otros países»

López Obrador terminó convirtiendo en oda a la emigración el recuerdo de sus orígenes. Contó como aquel José viajó a Tabasco, México, adonde le acompañó otro de sus hermanos, Manuel –«Por él me llamo Andrés Manuel»–, y habló de otro que siguió más allá, hasta llegar a Nueva Orleans. «Ellos, como muchos españoles, salían a buscarse la vida a América. Se acostumbraba entonces que salían los hombres, y las mujeres se quedaban. Anoche recordaba yo eso, la importancia de los migrantes en el mundo; migrantes que han construido otras patrias y han llevado progreso y desarrollo a otros países. Ahora tenemos que afrontar una amenaza en nuestra vecindad: el Gobierno estadounidense está queriendo construir un muro de más de 3.000 kilómetros en la frontera. Estados Unidos es un país de migrantes y quieren convertirlo en un gueto absurdo, contrario a la tradición solidaria del pueblo estadounidense. Somos la esencia del mestizaje, llevamos con orgullo los genes de muchas culturas: la indígena, la afroamericana y la española».

Mantuvo ese tono de estadista cuando se refirió a su país. «Estamos luchando en México por lograr un verdadero cambio, una transformación para que haya bienestar material y del alma, que haya felicidad en el pueblo de México, porque la felicidad no sólo se obtiene acumulando dinero», advirtió.

Como si estuviese haciendo campaña, explicó que el primero de julio del próximo año habrá elecciones en su país. «Espero que la noticia que reciba Ampuero ese día sea que se inicia esa transformación en México».

Revilla, López Obrador y sus respectivas esposas charlan con Francisco Escobedo, uno de los parientes cántabros que ayer conoció el candidato a la presidencia de México
Revilla, López Obrador y sus respectivas esposas charlan con Francisco Escobedo, uno de los parientes cántabros que ayer conoció el candidato a la presidencia de México

Una carta peculiar

López Obrador terminó disculpándose por no poder prolongar más su visita –debía dirigirse inmediatamente a Bilbao, para volar desde allí a Londres, Nueva York y, finalmente, México–. «Estamos pendientes de volver, preocupados por los efectos del terremoto». Añadió por último que su estancia en Cantabria había sido consecuencia de una carta «peculiar» que le había dirigido Miguel Ángel Revilla, y confesó que pisar el lugar donde nació su abuelo le había resultado «muy conmovedor».

«Tendrá que volver cuando sea presidente, y ya lo haremos con banda de música»

Fue el presidente cántabro quien se encargó de dar todos los detalles sobre la misiva. «La verdad es que le envié una carta sin demasiadas esperanzas. En ella le decía que sabiendo que el 1 de julio este hombre será presidente de México, y que entonces recibirá multitud de cartas invitándole, que cómo iba a venir entonces, y que ya no me atrevería a invitarle».

Santiago Brera, rastreador de orígenes

Santiago Brera, escritor y cronista de Ampuero, había investigado los orígenes cántabros de López Obrador. En 2004, cuando Amlo era alcalde de México DF, ya publicó un artículo sobre él en la revista de las fiestas. «De Ampuero marcharon muchísimas personas hacia América. Salían de Santander y viajaban a La Habana y, la mayoría, a Veracruz. Aquí es raro encontrar una familia que no tenga algún pariente que se fue. En el pueblo se ve la huella de los indianos, esas casas como las de los Cuadra, los Garmendia,... Gracias a los indianos, que regresaban de veraneo, Ampuero contaba con ambiente, con cafés importantes. Allí se reunían los que procedían de aquí, de Soba y de Ramales, organizaban sus tertulias y hablaban de sus ranchos y de su país». Aunque ya no se repitan aquellas concurridas reuniones, Ampuero sigue atrayendo en vacaciones a descendientes de aquellos que marcharon.

Brera le hizo llegar a López Obrador aquella revista en la que se refería a él, así como uno de sus libros dedicado al turismo y el arte en la localidad. Se lo entregó allí mismo su esposa, Matilde Rosales que, curiosamente, realizó desde Veracruz el camino inverso al de tantos vecinos para vivir aquí.

Continuó Revilla explicando que en su carta le ofrecía un planazo. «Le proponía reencontrarse con sus raíces, porque es fundamental saber dónde hemos nacido; que visitase Santo Toribio en este Año Jubilar –aunque a él no le hace falta pasar por la Puerta del Perdón porque no ha robado nada, es un hombre honrado–; y también le ofrecía la oportunidad de reunirse con empresarios para explicarles su idea del país, porque le han querido colgar el sambenito de que es otro Maduro, cuando su programa consiste sencillamente en apoyar a los que más lo necesitan: no está en contra de los ricos, está en contra de los que roban. Con todo esto hemos conseguido que esté aquí, y ahora tendrá que volver cuando sea presidente, y ya lo tendremos que hacer con banda de música».

Revilla, tras insistir en la futura victoria electoral de López Obrador, concluyó su intervención con una confidencia. «Ayer me agarró del hombro y me dijo: ‘Quiero que el 1 de diciembre –en 2018, el día de la toma de posesión del nuevo presidente–, estés a mi lado en México’. Ya he hecho reserva para el 30 de noviembre para que sea más barato el vuelo».

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