«Del bus al tren. Del tren a otro tren con avería incluida. Es una locura»
El Diario Montañés realiza el trayecto Santander-Torrelavega para conocer en primera persona el trastorno que suponen estos enlaces para los usuarios
Aunque parezca raro, organizar este viaje nos llevó un rato. Ni siquiera vamos a salir de Cantabria. Pero comprender el documento que ha subido Renfe a su página web para informar sobre los horarios de los transbordos por las obras de la duplicación de la vía entre Santander y Muriedas tiene lo suyo.
Con el plan ya en la cabeza, quedé con Juanjo Santamaría, el fotógrafo, en la estación de Renfe con casi media hora de antelación. Puede parecer que es un pelín exagerado, pero al final, no nos sobró tiempo. La primera en la frente. Al sacar los billetes, hubo un problema de validación y estuvimos un rato esperando. Tanto, que al final salimos corriendo para no perder el autobús.
No nos podíamos arriesgar a no llegar. De repente, sentimos en primera persona el miedo del que me han hablado en numerosas ocasiones los pasajeros de las Cercanías de Cantabria, que no quieren perder el tren bajo ningún concepto porque les trastoca el día entero. Precisamente ese era el motivo del reportaje.
El Diario Montañés quería conocer en primera persona lo que suponen estos transbordos, –en autobús y tren– que durarán seis meses, y que afectan a los usuarios de la línea C1, que conecta la capital cántabra con Reinosa, y a los Alvia de Madrid. Por eso, realizamos el trayecto Santander-Torrelavega en la línea C1. Aunque cabe destacar que hasta la capital del Besaya se puede llegar también en la línea de la antigua Feve, que es lo más frecuente.
Las claves
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Por carretera El trayecto en autobús desde Santander a Maliaño fue tranquilo y puntual,sin percances
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Avería En la estación de Boode Guarnizo hubo que cambiar a otro tren porque el primero estaba dañado
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Descontento Los pasajeros se quejaron de la falta de puntualidad del convoy que hace el transbordo en Maliaño
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Información En todas las paradas afectadas por las obras hay trabajadores de Renfe explicando los horarios
Con prisas, pero llegamos. Tuve la suerte de que mi compañero se acercó hasta donde se encontraba la mujer de información que estaba fuera de la estación mientras yo trataba de solucionar el lío con los billetes. Ella le confirmó en qué autobús debíamos subirnos. A las 14.51 horas, puntuales como un reloj, pusimos rumbo a la estación de Feve de Maliaño. Igual que nosotros, otras veinte personas que, sin decir ni mú, se acomodaron en los asientos.
A simple vista parecía que ya habían realizado esta maniobra en los días previos porque se les veía muy decididos. Ni dudas, ni quejas, ni caras largas. «No te sé decir a qué hora llego a casa. Con este lío de los buses me imagino que algo más tarde de lo habitual», comentó una de las pasajeras mientras hablaba por el teléfono. No se equivocaba. La odisea acababa de comenzar. Lo cierto es que el trayecto por carretera fue cómodo. El bus realizó todas las paradas –señaladas con un cartel diminuto de Renfe– y tardó prácticamente lo mismo que el tren. A través de la ventanilla pude observar a los trabajadores de Renfe, que al vernos llegar a la estación de Feve de Maliaño, se acercaron a todo correr para explicarnos a donde teníamos que dirigirnos. De hecho, nos acompañaron hasta la estación de Renfe de Muriedas, que está muy cerca. Allí la cosa se empezó a torcer.
14.50 horas. Autobús en Santander
Primer transbordo en la estación de Santander. Debemos ir en autobús hasta la estación de Feve de Maliaño. Salimos con puntualidad y sin percances.
15.09 horas. Transbordo a la estación de Renfe de Muriedas
Tardamos casi 20 minutos en llegar a la estación de Feve de Maliaño y allí, los trabajadores de Renfe nos informan de que debemos desplazarnos a la estación de Renfe de Muriedas.
15. 13 horas. Primera sorpresa de la tarde
Una de las trabajadoras de Renfe nos explica que el tren que iba a llegar está averiado y por lo tanto, tendremos que hacer otro transbordo en Boo de Guarnizo.
15.31 horas. Llega el tren averiado
El tren debería haber llegado a las 15.22 horas, pero finalmente llegó a las 15.31 horas. Entre el retraso y el cambio de máquina por avería, el ambiente era tenso.
AUX STEP FOR JS
Nos dieron varias instrucciones. La primera es que no nos podíamos subir al primer tren que llegara. «Sólo viene a traer a pasajeros», repitieron una y otra vez a los diferentes grupos de personas que estaban esperando. «En teoría, vuestro tren llega a las 15.22», añadieron.
Pero como no suelo hacer este trayecto, me acerqué a una señora para confirmar si el tren solía ser puntual. La verdad es que tenía cara de pocos amigos. «Que va. Suele aparecer a las 15.35», me respondió muy cabreada. ¿El motivo? El «traqueteo» diario que suponen los transbordos. «Entiendo que es necesario. Pero es que llevamos un rato largo esperando. ¿Qué va a pasar en invierno cuando llueva?». Esa es una buena pregunta, porque salvo las cuatro personas contadas que caben dentro de la marquesina de la estación, el resto estaban al aire libre.
El cabreo de los pasajeros fue 'in crescendo'. Y lo peor llegó cuando las personas de información nos explicaron que nuestro tren llegaría sólo hasta la estación de Boo de Guarnizo porque estaba averiado. Una vez allí, debíamos subirnos a otro convoy para finalizar el trayecto. La polémica ya estaba servida. «Me dan ganas de ir en coche los próximos seis meses. Esto es insufrible. Nos vuelven locos», escuché que le decía una mujer a su hijo. Y al poco apareció el tren, que tardó cinco minutos en llegar hasta la parada de Boo.
Por si las moscas, el maquinista informó por megafonía de que debíamos subirnos en el convoy que estaba parado justo al lado. Fue como dar un salto de uno a otro. Por fin, pusimos rumbo definitivo a Torrelavega.
15.37 horas. Cambio de convoy en la estación de Boo
Llegamos a la estación de Boo en cinco minutos. En el interior, el maquinista informó por megafonía de que debíamos cambiarnos al convoy de al lado.
16.00 horas. Llegada a Torrelavega
A las 16.00 horas llegamos a Torrelavega. Ya había pasado más de una hora desde que salimos de Santander. Allí, preguntamos por el horario de vuelta.
16. 44 horas. Transbordo a otro tren
En la estación de Feve de Maliaño nos estaba esperando un tren cuyos pasajeros, que no tienen que hacer transbordos, se quejaron de la falta de puntualidad.
17.05 horas. Llegada a Santander
A las 17.05 llegamos a Santander. Como el tren de vuelta iba a rebosar, se formaron colas en los tornos de salida.
AUX STEP FOR JS
Un detalle que me llamó mucho la atención es que nadie nos revisó el billete. Como dato: pagamos 5,7 euros por cabeza ida y vuelta. Y la mayoría de los usuarios tenían el abono gratuito. Es lo lógico. Porque pagar ese dinero todos los días sería inviable.
Poco a poco los pasajeros se fueron marchando. En el vagón quedamos unas diez personas. Incluso se podían escuchar sus conversaciones. Que si hacía mucho calor, que si los transbordos eran un rollo, que si mañana cogían el bus directamente... El caso es que no se hablaba de otra cosa.
Reconozco que, al ponerme en su papel, entendí perfectamente sus quejas. No es para menos porque es una faena.
Llegada a Torrelavega
El reloj marcaba las 16.00 horas cuando llegamos a Torrelavega. Esta vez, sin percances. Lo más reseñable que ocurrió –e incluso lo más gracioso– es que hasta los propios trabajadores de Renfe se hicieron un lío con los horarios. Una situación que explica a la perfección en lo que se han convertido los trayectos en tren desde que el pasado 12 de junio comenzaron las obras de la duplicación de la vía. Otro ejemplo claro fue la cara de sorpresa que se le quedó a un joven que esperaba en la estación cuando se enteró de que los transbordos durarían seis meses. De hecho, no tardó en mandar un mensaje de audio por el grupo de 'Whatsapp' de sus amigos. «Vais a flipar», comenzó diciendo.
Tengo que admitir que yo también me hice un lío. Cuando nos subimos al tren en Torrelavega, ya de vuelta a Santander –el convoy llegó con 10 minutos de retraso–, pensé que el siguiente transbordo sería en autobús. Pero me equivocaba. Nada más poner un pie en la estación de Muriedas, los chillidos de una de las trabajadoras de Renfe nos pusieron en alerta: «Un poco de prisa. Más rápido por favor. Os va a recoger un tren que lleva esperando cinco minutos», repetía una y otra vez. «¿Y qué culpa tenemos nosotros?», le respondió un pasajero, que además, tenía dificultades para andar. «Voy al ritmo que puedo. Sólo me faltaba», lamentó.
Con mucho cuidado, corrimos hasta la estación de Feve, donde efectivamente nos estaba esperando un tren en el que costaba encontrar un hueco para sentarse. Aun así, los pasajeros que ya estaban dentro del convoy, y que no hicieron transbordo, se quejaron de la falta de puntualidad.
Pero bueno, ya sólo nos quedaba el sprint final: Valle Real, Nueva Montaña, Valdecilla-La Marga y Santander. 17.05 horas. Por fin llegamos. Dos horas y quince minutos después, regresamos al punto de partida. En resumen: del bus al tren, del tren a otro tren con avería incluida. Y vuelta. Una locura. Es como para no tener prisa.
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