Una cazuela con gorra
Los guardias civiles que participaron en la entrada a la vivienda colocaron a Luciano un original señuelo para averiguar sus intenciones
nacho gonzález ucelay
Santander
Martes, 27 de octubre 2020
La defensa de Luciano José Simón encaraba la primera sesión del juicio dispuesta a convencer a la jueza de que, en contra de la idea ... de la Fiscalía y de la acusación particular –ejercida por el guardia civil que resultó herido en el tiroteo–, su cliente nunca quiso herir a nadie tal y como él mismo recalcó durante su declaración.
Sin embargo, los sucesivos testimonios de los agentes que fueron llamados a testificar no le ayudaron nada.
Uno detrás de otro, una decena de guardias civiles participantes de una u otra forma en el suceso fueron desmontando esa tesis diciendo que lo único que pretendía Luciano escopeta en mano era «llevarse a alguno de nosotros por delante».
Eso dijeron los primeros agentes que llegaron a la vivienda, dos guardias civiles destinados en Potes a los que Luciano recibió a punta de navaja. Y los siguientes en hacerlo en apoyo a sus compañeros, una patrulla procedente de Cabezón de la Sal contra la que el acusado efectuó sus primeros disparos.
Y eso aseguraron, también, los agentes de la Usecic que irrumpieron en la vivienda para sacarle de allí, entre ellos el herido, hoy fuera de su unidad como consecuencia de las secuelas que le causó el impacto.
Especialmente ilustrativa resultó la declaración del responsable del equipo, que explicó que su unidad entró en el inmueble «pensando que el acusado se había suicidado porque llevaba cinco horas sin dar señales de vida» (en realidad, Luciano estaba dormido) y que al abrir la puerta que daba a la dependencia en la que el procesado se encontraba, este «nos recibió con disparos alcanzando a un compañero».
Luego de permanecer varias horas en el interior de la casa, los agentes decidieron colocarle un curioso señuelo para saber qué intenciones tenía el hombre. «Cogimos una pértiga, colocamos una cazuela sobre la punta, la pusimos una gorra y la izamos simulando que era una persona» a la que Luciano, dijo el agente, «disparó alcanzándola de lleno» y demostrando, a su modo de ver, que «ese hombre tenía claro que iba a morir disparando».
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