Problemas de ejecución presupuestaria bloquean diez proyectos del Instituto de Oceanografía en Cantabria
La dirección nacional del Instituto de Oceanografía admite «limitaciones» en materia de investigación y lo achaca a los recortes dictados por el Gobierno
Traerse los folios de casa, comprar de su bolsillo un disco duro externo para hacer copias de seguridad o no conectarse a la vez a la red wifi para permitir que un compañero pueda realizar una videoconferencia son algunas de las acciones que ya asumen con naturalidad los trabajadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) de Santander. Viven a diario una «dramática situación» que les llevó a lanzar en marzo un grito de auxilio que «no ha tenido respuesta». La falta de ejecución presupuestaria les tiene prácticamente paralizados. En Santander hay, al menos, diez proyectos bloqueados según ha podido constatar este periódico.
Algunos de ellos son de «vital importancia» para el conocimiento del mar y la toma de decisiones en el sector pesquero, en el que España puede perder comba con respecto a sus colegas europeos. La situación, aseguran, no es distinta a la de otros centros científicos del país. «Es consecuencia de la política estatal de recortes en investigación», relatan.
El dato
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50% del presupuesto de 2017 tiene para 2018 el Insituto Español de Oceanografía para sus diez sedes, al estar aún prorrogados los Presupuestos Generales del Estado.
En la capital cántabra esta «parálisis» afecta investigaciones que se centran en el estudio de la población del atún blanco y rojo o el seguimiento del Área Marina Protegida del Cachucho, que es una montaña submarina de más de 4.500 metros de altura situada frente a la costa asturiana. También atañe a proyectos y estudios que indagan en las poblaciones de algunas de las especies más consumidas en la región, como la sarda, la anchoa, el chicharro, el ojito y el rape.
Incluso la boya Augusto González Linares se ha visto afectada. Este caso es aún más grave, puesto que cuenta con financiación del Gobierno regional, pero su funcionamiento se ve condicionado. La estación oceanometeorológica, situada a 22 millas al norte de Cabo Mayor, es de gran importancia porque es una fuente de información marina en tiempo real.
«Estamos acostumbrados a tener que trabajar como aficionados pese a que seamos excepcionales»
antonio punzón | investigador del ieo en santander
El problema es que no siempre funciona. «Cuando se avería no podemos arreglarla porque el servicio está externalizado. Ahora está sin atender. La llevamos nosotros como podemos», explica Menchu Rodríguez, investigadora del centro. «Con el dinero que aporta el Ejecutivo cántabro intentamos contratar el año pasado a dos personas, trasladamos la solicitud a Madrid y no han hecho nada», añade. Desde el IEO se quejan del «mal servicio» que se está dando a los usuarios pese a que esta infraestructura ha aportado datos relevantes. «Están llegando corrientes mediterráneas a más de mil metros de profundidad. Lo sabemos por su alta salinidad», revela Rodríguez.
De ahí la importancia de que la boya funcione correctamente. «El mar ocupa el 70% del planeta y cuantas más estaciones de medición tengamos mejores serán, por ejemplo, las predicciones meteorológicas. Así el presidente regional (Miguel Ángel Revilla) no tendrá motivos para quejarse tanto», analizan los trabajadores.
Recortes en ciencia
La principal asfixia en el funcionamiento del Instituto Español de Oceanografía la provoca la falta de ejecución del presupuesto, a pesar de la «facilidad» con la que encuentran financiación externa.
«Esta situación es consecuencia de lo aprobado en el Consejo de Ministros del pasado mes de diciembre», explica Eduardo Balguerías, director nacional del Instituto. «Se prorrogaron para este año los presupuestos de 2017, pero con una limitación para las inversiones del 50%», añade. Reconoce que esta política de recortes «tiene un impacto en el funcionamiento de los proyectos de investigación y los limita», aunque espera que esta situación sea «coyuntural hasta que se aprueben los Presupuestos Generales del Estado para 2018».
Proyectos afectados
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Arpa y Atalanta Evaluación de las poblaciones de túnidos. Financiación: UE. Dos contratos sin convocar. Retraso en arreglo de aparatos y equipos.
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Esmarec Seguimiento del Cachucho. Financiación (Min. Medio Ambiente). 4 meses de muestreo de los 12 previstos. Pérdida de 2 contratos.
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Biopel y Biobenton Estudio biológico de sarda, anchoa, jurel, ojito y rape. Financiación: UE. Falta de presupuesto para material de estudio.
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Esmarbi Evaluación del buen estado ambiental del mar. Financiación: IEO y Mapama. Anulación del estudio al no poder arreglarse el material.
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Nexo Estudio de la alimentación de los peces. Financiación IEO. No disponen de la lupa necesaria para estudiar los contenidos estomacales.
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Sats Boya Augusto González Linares. Financiación: Gobierno de Cantabria. Imposibilidad de contratación de personal para su mantenimiento.
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Ecaphra Estudio del buen estado ambiental del mar. Financiación: UE. Reducción en las contrataciones. El convocante empleó autónomos.
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Intemares Asesoramiento de áreas marinas. Financiación: UE. Retraso de 18 meses en tres contrataciones. La campaña podría anularse.
El dinero que la institución recibe de fuera en ocasiones se pierde por la imposibilidad de dedicarlo precisamente a la investigación para la que fue destinado. «Es un problema descomunal de gestión y administración», afirma Antonio Punzón, otro de los trabajadores que se dedica a la investigación. «En lugar de llegar a nuestras cuentas, va a parar directamente a las arcas generales del Estado. Tenemos que tirar de la cifra anual que los Presupuestos Generales (PGE) otorga a todo el Instituto. Si el dinero no alcanza, tenemos que pedir créditos al Estado. Es muy kafkiano», añade.
El IEO, que funciona como un solo ente aunque tiene diez centros repartidos por el país, está perdiendo prestigio. «En Santander somos pocos investigadores, pero sí tenemos puntas de lanza en campos vitales como la pesca, los hábitats o el medio marino. Somos Fernando Alonso en el McLaren del año pasado. Sólo necesitamos un buen motor», asevera rotundo Punzón.
Tras la protesta coordinada con el resto de sedes en marzo, en la que leyeron un manifiesto de denuncia, la única voz de respuesta que han escuchado es la de su propio eco. «En la última reunión de directores de todos los centros ni se ha tratado el tema», afirma Menchu Rodríguez. «Nos ha sorprendido esta falta de sensibilidad», lamenta.
«En la última reunión de directores no han tratado el tema. Nos sorprende esta falta de sensibilidad»
menchu rodríguez | trabajadora del ieo en santander
Para enderezar el rumbo, la dirección nacional ha trazado un plan al que ha tenido acceso este periódico. Son peticiones al Gobierno de Mariano Rajoy. Balguerías asegura que el Instituto ha reclamado «varias excepciones» para poder ejecutar el presupuesto por encima del 50% dictado y que está preparando «una solicitud de generación de crédito». Otro de los deseos es que los Presupuestos Generales del Estado incluyan una enmienda para ampliar el dinero destinado al IEO para 2018.
Por último, avanza que la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación(Seidi) permitirá la contratación de «cuatro personas adicionales» dedicadas a la parcela del I+D+i. Para descongestionar la farragosa tramitación burocrática –continúa–, se acaba de aprobar por parte de la Intervención Delegada una encomienda «que aliviará la carga de trabajo de los servicios centrales del Instituto».
Próximas medidas
Cuarenta de los setenta trabajadores de la delegación cántabra –entre investigadores, personal laboral y administrativo– firmaron el manifiesto de protesta. Ahora planean su próxima acción. «Hemos solicitado que se reúna el Consejo Rector que hace años que no se junta. Pediremos una mejora sustancial en la gestión organizativa de los recursos», revela Antonio Punzón. «El Instituto tiene un capital humano espectacular, pero su estructura, organización y gestión es pésima. Trabajamos como aficionados aunque seamos excepcionales», sentencia.
El IEO cuenta en Santander con tres edificios. El principal se encuentra junto al Museo Marítimo. «Se ha quedado obsoleto y pequeño», denuncian. Lo que más lamentan son «los pequeños» problemas que sufren a diario. La única fotocopiadora de la que disponen –sólo imprime en blanco y negro, la de color se estropeó por emplear cartuchos recargables no oficiales– se la ha prestado una empresa privada; han estado dos meses sin folios –se los enviaban por valija o los traían los trabajadores de casa– y les han anunciado que «de momento» no habrá reposición del material de papelería.
Tampoco disponen de servicio de mantenimiento. Si se estropea el suministro eléctrico, como no hay quien lo arregle, «existe un riesgo real de perderlo todo». Los investigadores, ante el «farragoso y lento proceso administrativo», optan a menudo por comprar con su dinero discos duros extraíbles para realizar las copias de seguridad. Solo cuentan con una cámara web en todo el edificio y la red inalámbrica de internet es tan mala que, cuando alguien quiere hacer una videoconferencia, el resto tiene que desconectarse.
En Monte, en la zona de El Bocal, se encuentran los otros dos edificios del IEO. Uno es una planta de cultivo de algas que ahora se encuentra «en estado de abandono». Ponerla de nuevo en marcha supondría «una inversión millonaria». El otro está dedicado al cultivo de peces. Allí trabajan en diversos proyectos de investigación, algunos en colaboración con empresas privadas, para mejorar la producción, calidad y rendimiento económico de las especies con innovaciones en materia genética y alimentaria. «Es un trabajo esencial, pero la inversión es escasa», explican. Además de todo este trabajo, desde Cantabria se lleva la gestión administrativa de toda la flota del IEO, lo que supone un gran esfuerzo: «el 50% del presupuesto de nuestra delegación», admiten los trabajadores.
«Precaridad» en investigación y desarrollo
Los trabajadores del IEO de Santander lamentan que el área de investigación, desarrollo e innovación, que debería ser una de las puntas de lanza, es la que más se está viendo afectada por los recortes. Cifran «en un 20%» la pérdida de personal del centro en los últimos años. La última beca predoctoral del Instituto en la capital cántabra «fue hace seis años». El Gobierno concedió a la institución un contrato predoctoral, «pero se desconocen los mecanismos administrativos para poder ejecutar ese contrato».
También denuncian «retrasos de hasta 18 meses» en la contratación de personal con la financiación externa de la que disponen, con la consiguiente pérdida de trabajadores «altamente cualificados». Al no poder incorporar a este personal, «se desincentiva la solicitud de proyectos inferiores a 24 meses». En consecuencia, «no se cumplen los objetivos marcados en los proyectos nacionales e internacionales, por lo que nos evalúan negativamente y en el futuro será cada vez más difícil concurrir a estas convocatorias». También, insisten, tienen dificultades para asistir a congresos, por lo que el trabajo que han realizado no puede ser difundido, o a comisiones técnicas. «A veces solo viajamos uno cuando en realidad sería necesaria las presencia de un mayor número de personas».