El dragado de la bahía frena la erosión de Somo y Loredo y el avance de El Puntal
El extremo de Punta Rabiosa, que crecía más de diez metros anuales, suma ahora apenas veinte centímetros cada año | La subida del nivel del mar es el mayor desafío de la bahía, al favorecer la intensidad y frecuencia de las inundaciones
La gestión de dragados y vertidos del Puerto de Santander ha logrado reducir drásticamente la erosión de las playas de Somo y Loredo y, a ... la vez, detener el avance de El Puntal, como confirma un estudio realizado por el Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria (IHCantabria), por encargo de la Autoridad Portuaria, que ha sido presentado este martes a la Mesa de la Bahía.
El estudio, «un diagnóstico exhaustivo» de la situación de la bahía, según Raúl Medina, director general del IHCantabria, determina que la política de gestión de los dragados y vertidos que se viene desarrollando desde los años 90, atendiendo ya a criterios científicos –marcados por el Grupo de Ingeniería Oceanográfica y de Costas (GIOC), germen del IHCantabria–, ha contribuido a que se alcance «un equilibrio morfodinámico estable». Traducido a cifras, el retroceso de los arenales de Somo y Loredo, que entre las décadas de 1960 y 1990 llegó a alcanzar los 1,7 metros anuales, se ha reducido hasta los 20 centímetros de 2024; en cuanto al avance de Punta Rabiosa, en el extremo de El Puntal, que amenazaba con cerrar la canal de navegación, se ha pasado en este mismo periodo de trece metros anuales a sólo 0,2. «Es la consecuencia de la nueva política de dragados, donde se draga solamente lo estrictamente necesario y se vierte dentro del sistema».
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Según señaló Medina, la bahía ha visto cómo, a lo largo del siglo XX, se reducía a la mitad el área el prisma de marea, disminuyendo en esa proporción el volumen de agua que entra y sale de ella en cada pleamar y bajamar. «Eso significa que tenemos una menor capacidad de limpieza de la que teníamos históricamente». Al tener una menor capacidad de limpieza, El Puntal «se giró», apuntando hacia la canal de navegación y cerrándola.
La solución que se planteó entonces fue dragar y echar todo ese material más allá de Santa Marina, fuera, por tanto, del sistema, lo que supuso la pérdida de «millones de metros cúbicos de arena». Con el «dragado de precisión» diseñado en los 90, se pasó a retirar únicamente el exceso que se depositaba cada año, unos 145.000 metros cúbicos, que al ser vertido frente a la zona de la playa de Loredo era llevado otra vez hacia la punta por las olas, «un sistema dinámico donde no perdíamos arena, que recirculaba a lo largo de la playa».
La Autoridad Portuaria ha invertido más de 300.000 euros en esta investigación, a la que el IHCantabria ha dedicado 18 meses de trabajo y en la que se han empleado las más avanzadas técnicas para la recopilación de datos, el mapeo de la costa y el fondo marino y el estudio de los procesos litorales. Con esta información tan detallada se ha podido observar la tendencia a la sedimentación en la zona de los páramos de la bahía. «Zonas que antes eran de fangos donde se cultivaba la almeja, ahora son bancos de arena. Unos bancos de arena que se extienden hasta la zona aguas arriba del puente que une Somo con Pedreña».
Medidas a adoptar
El estudio propone una serie de medidas para garantizar la sostenibilidad de la bahía a largo plazo, que incluye, entre otras, la recuperación de zonas inundables en las rías de Boo y Cubas, el dragado de la canal a Pedreña y el aporte extraordinario de arena al sistema de playas. La primera de ellas propone la restauración de 224 hectáreas de marismas en estas rías, reconectando antiguos espacios mareales al flujo del estuario, con un doble beneficio, tanto ecológico –al recuperar un hábitat vital para la biodiversidad–, como hidrodinámico, al aumentar la superficie inundable y, por tanto, el volumen de agua que entra y sale con la marea. En cuanto al dragado de la canal de navegación que conecta El Puntal, Pedreña y Somo, se trata de unos trabajos pendientes de adjudicar, pero que arrancarán antes de fin de año, con un presupuesto de licitación de 1,8 millones de euros. Constarán de cinco campañas anuales de dragado, de 20.000 metros cúbicos cada una, cuyas arenas también se verterán en el mismo lugar que las provenientes del canal de navegación de la bahía. Por último, la realimentación estratégica del sistema de playas, con objeto de compensar el efecto del cambio climático, contempla la aportación de cuatro millones de metros cúbicos de arena, que se retirará de yacimientos externos identificados en la plataforma continental, y se depositará en la misma zona sumergida actual.
«Tenemos muy claro que como Autoridad Portuaria debemos velar por mantener una navegabilidad óptima en el canal que garantice el máximo calado posible, porque se trata de un requisito vital para el acceso de los buques a los muelles y, por lo tanto, para el correcto funcionamiento de las operaciones portuarias –apuntó César Díaz, presidente del Puerto de Santander–, pero, al mismo tiempo, también éramos plenamente conscientes de que este estudio para la gestión sostenible de los dragados servía también para revisar la hidrodinámica de la bahía, y especialmente del sistema de playas Somo-Loredo-El Puntal».
Llamó la atención también sobre los «retos climáticos» a los que debe enfrentarse la bahía y que también aparecen en el informe del IHCantabria. «Se resumen fundamentalmente en dos: la subida del nivel medio del mar y la mayor frecuencia e intensidad de los temporales que pueden provocar fenómenos de inundación y de rebase del oleaje. Por ello, este equilibrio y estabilidad actual que se ha alcanzado no es la meta en sí misma, sino que es el punto de partida para implementar medidas proactivas de adaptación para afrontar estos retos».
El Estudio Hidrodinámico encargado por el Puerto de Santander se enmarca en los avances de la Mesa de la Bahía, un foro que aglutina a todas las administraciones con competencias en su gestión y a la Universidad de Cantabria. El principal objetivo de esta Mesa es impulsar la gestión integrada de zonas costeras en el estuario a través del Plan Bahía, el proyecto estratégico impulsado por la Mesa para definir un modelo de gestión consensuado.
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