Borrar
El osezno capturado cerca de Cambarco, anestesiado para los primeros análisis veterinarios a los que fue sometido. EFE

Un futuro incierto para el osezno

‘Beato’ es el quinto cachorro rescatado en la Cordillera desde 2008 y sólo dos pudieron vivir en libertad

Teresa Cobo

Santander

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Viernes, 9 de febrero 2018, 07:04

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El futuro del osezno capturado el 24 de enero cerca de Cambarco, en Liébana, se dilucida en los despachos mientras él pasa los días, muy bien atendido, pero con el consecuente estrés, en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre (CRFS) de Villaescusa, en unas instalaciones aledañas al Parque de la Naturaleza de Cabárceno. De cómo valoren los expertos la capacidad del animal para valerse por sí mismo con una mano tullida y sin apegarse a los pueblos en busca de comida dependerá que pueda recuperar la libertad. La decisión no es fácil, porque los criterios de los técnicos no son coincidentes y son los que han de servir a las Administraciones implicadas para resolver por consenso.

El oso que rondaba por Cambarco desde noviembre en busca de alimentos es un cachorro de un año que tendría que haber permanecido con su madre hasta la próxima primavera. Algo traumático, que aún se investiga, ocurrió en el grupo familiar para que la cría acabara coja y vagara sola por los bosques lebaniegos. Los guardas de Montes lo vigilaron con cámaras en su zona de campeo, hasta que fue capturado con lazo por tramperos del Ministerio de Medio Ambiente. El animal, bautizado como ‘Beato’, presenta una fractura de muñeca, con pérdida de parte del radio, y una herida externa en proceso de cicatrización. Las pruebas que se le han realizado hasta ahora bajo anestesia no aclaran el origen de la lesión que le ha dejado inutilizada la mano izquierda. A la espera de análisis más concluyentes, nada ha confirmado que fuera alcanzado por un disparo. Pudo también sufrir una caída, un atropello o un ataque.

Precedentes

De los informes veterinarios dependerá en gran medida la decisión sobre el destino del joven plantígrado. ‘Beato’ es el quinto osezno capturado desde 2008 en la cordillera Cantábrica por las Administraciones, que intervienen cuando estos cachorros han sufrido atropellos, agresiones o caídas o deambulan solos sin su madre. En tales circunstancias, las comunidades autónomas que cuentan con osos pardos en su territorio (Galicia, Asturias, Castilla y León y Cantabria) actúan coordinadas entre sí y con el Ministerio de Medio Ambiente, y siempre con previo aviso a la Fiscalía de Medio Ambiente, por tratarse de una especie en peligro de extinción.

5 casos en 8 años

  • 2008 ‘Villarina’, una cría de oso pardo de cinco meses, fue recogida el 26 de junio en una cuneta de Somiedo, Asturias, con un grave traumatismo craneoencefálico. En noviembre, tras su cura, fue devuelta con éxito al medio natural.

  • 2011 ‘Lara’, una osezna de quince meses, fue rescatada el 7 de abril en Fuentes de Narcea, Asturias, con fractura de pelvis y graves heridas causadas por mordeduras. Una vez repuesta de sus lesiones, en agosto, recuperó la libertad.

  • 2012 El 26 de abril, un minero recogió en una carretera de Palacios del Sil, León, a una osita de cuatro meses. Estaba sana, pero sola y perdida. Cuidada y alimentada durante cinco meses, en agosto se preparó su suelta, pero ‘Jimena’ murió durante el viaje por una anomalía genética (atrofia de las glándulas adrenales) que impidió a su organismo responder al estrés del traslado.

  • 2013 El 19 de septiembre, ‘Molina’, de nueve meses, fue rescatada tras despeñarse por un precipicio en Cangas del Narcea, Asturias, y quedar mal herida e inmovilizada sin que su madre pudiera ayudarla. El 29 de noviembre, restablecida de sus graves traumatismos, fue liberada, pero volvió a ser capturada veinte días después por su aproximación reiterada a carreteras y poblados. Vive en un cercado osero de Proaza.

  • 2018 El 24 de enero fue capturado ‘Beato’, un osezno de un año que rondaba desde noviembre por Cambarco (Cabezón de Liébana) en busca de comida y andaba a tres patas por tener herida la mano izquierda. Las Administraciones decidirán sobre el destino del joven plantígrado

Cada dos o tres años aparece un osezno en apuros, y la frecuencia será mayor a medida que se recupere la amenazada población osuna. Lo habitual es que, una vez restablecido el osezno de sus lesiones, sea devuelto a la naturaleza, dotado de un emisor temporal que permite tenerlo localizado y facilitar su rescate en caso de necesidad. De los cuatro precedentes, ‘Villarina’ y ‘Lara’ fueron reintroducidas con éxito en el medio natural. ‘Jimena’ murió por el síndrome del estrés del traslado, que se agravó por una anomalía genética, durante el transporte para su suelta. ‘Molina’ fue capturada de nuevo veinte días después de su liberación por su reiterada aproximación a carreteras y asentamientos humanos, y quedó confinada en un cercado osero de Proaza, en Asturias.

El caso de ‘Beato’ es complicado, porque su lesión puede ser irreversible y no hay unanimidad entre los expertos sobre sus posibilidades de supervivencia. Aunque machos y hembras adultos han salido adelante y han procreado pese a haber perdido una pata en un cepo o por otra causa, un cachorro puede verse mucho más comprometido e indefenso, y convertirse a la larga en un peligro si no se deshabitúa a buscar comida en los pueblos. La Fundación Oso Pardo (FOP) opina que ‘Beato’ debió ser capturado mucho antes, sin dejar que se acostumbrara a la cercanía de personas, y que ahora las opciones de que viva libre son mínimas. El Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas) cree, en cambio, que el animal se valía con tres patas y que lo adecuado era aplicar estrategias para alejarlo del pueblo en lugar de atraparlo.

Si no se le considera apto para la vida en libertad, o si fracasa su suelta, es probable que ‘Beato’ acabe en Proaza, en Asturias, con ‘Molina’, que cumplió 5 años en enero. La otra habitante de ese recinto, alojada en un vallado aparte, es ‘Paca’, la vieja osa de 29 años que se ha quedado sola tras la muerte de su hermana ‘Tola’ el pasado enero.

Sin contacto humano

Pase lo que pase, un requisito imprescindible para que ‘Beato’ tenga alguna opción de volver a ser libre es que no se habitúe a la presencia de personas durante el proceso de tratamiento. Y en eso sí ha habido un avance claro. Por primera vez, un osezno capturado por la Administración permanece en unas instalaciones adecuadas, aunque mejorables, para la estancia temporal de animales que deben ser devueltos a los bosques sin que les quede una impronta humana. ‘La Güela’, una vieja osa de la cordillera oriental que ya no se alejaba de los hombres por falta de oído y olfato, murió en 2012 después de permanecer diez meses encerrada en un establo de Cabárceno, que carecía de espacios preparados para casos como ese. Tampoco en los centros de recuperación de fauna las condiciones eran idóneas. Los cuidadores de ‘Jimena’, en Burgos, tenían que valerse de aparatosas mantas de camuflaje cuando era imprescindible entrar a su habitáculo.

El CRFS de Villaescusa cuenta desde enero de 2017 con un recinto de grandes mamíferos y es la primera vez que el inquilino es un oso. La instalación, de 150 metros cuadrados, dispone de un espacio exterior de 70 metros que intenta reproducir un bosque cantábrico en miniatura. ‘Beato’ recibe alimentos a través de unos tubos inclinados o lanzados desde lo alto, sin contacto visual con ningún humano. Además, según fuentes de la Consejería de Medio Rural, se le facilitan los mismos frutos que encontraría en el bosque. Con la llegada del osezno, se han colocado cámaras que permiten controlarlo sin necesidad de una observación directa. Pero este espacio es reducido y sólo indicado para estancias cortas. La decisión sobre ‘Beato’ no puede prolongarse.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios