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De vuelta al avión cinco horas después. La espera se traslada al interior del aparato. DM
Nueva incidencia en el Seve Ballesteros

Una gaviota retrasa más de cinco horas la salida del vuelo a Barcelona

Técnicos de Vueling Bilbao tuvieron que desplazarse este lunes al aeropuerto de Santander para certificar que el aparato podía volar

Ana del Castillo

Santander

Lunes, 18 de julio 2022

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Nuevo capítulo en el aeropuerto Seve Ballesteros de Santander. Nueve y cuarto de la mañana de este lunes. Parayas marca 26 grados de temperatura, y aún se registra más calor en el avión de Vueling (VY1593) en el que embarcan 186 pasajeros rumbo a Barcelona. Con las maletas de mano en sus debidos compartimentos y cada viajero ubicado en el asiento que señala su billete, el piloto comunica lo que ningún pasajero quiere escuchar: una gaviota ha aparecido muerta en uno de los motores y «nuestro servicio de mantenimiento llegará al avión en una hora. La inspección tardará otros treinta minutos». El bullicio no podía ser más alto. «¿Pero qué quiere decir que llegarán en una hora? ¿Que vienen de Bilbao? ¿Pero no tienen personal aquí? ¿Hay gente para limpiar los baños pero no tienen un servicio para revisar los aviones?», se preguntan los pasajeros, que desconocen que se inicia una espera de cinco horas.

Porque la estimación del piloto (esa optimista declaración de 'una hora') se quedó bastante corta: a las 14.30 horas el avión aún seguía en el aeropuerto. Un grupo de técnicos de Vueling se desplazó desde Bilbao hasta el Seve Ballesteros y dio el 'ok' al aparato, pero faltaba la documentación que certificara que el avión estaba en plenas condiciones para volar.

Los afectados, que primero pasaron por la cafetería, y después de nuevo por el control de seguridad, ya no sabían ni cómo sentarse. Algunos optaron por posar la espalda en el suelo de mármol del aeropuerto, a ver si así se refrigeraba algo su indignación. Pero nada, cinco horas de retraso enervan al más tranquilo.

Apoyados sobre sus mochilas, seis jóvenes hacían cuentas para ver si podían coger el tren en Barcelona hacia Salou. Muy cerca de ellos, Yolanda Arenas, natural de Cantabria y residente en Barcelona, se escapó hace unos días a la «tierruca» para asistir a una boda. Fue una de las primeras en rellenar una hoja de reclamaciones y su cabreo era monumental: «No era una avería, es que el animal se metió dentro de uno de los motores y había que limpiarlo, pero por favor, ¿cómo es que no hay personal de mantenimiento?», se lamentaba. No llegó a su puesto de trabajo, en una notaría. «Llamé para contar lo que ha ocurrido en el avión y se rieron de mí, no se explicaban cómo puede suceder cosas así en pleno siglo XXI. Parecía que les estaba contando una película de niños». Y proseguía: «Cantabria al borde del mar, maravilloso. Pero hombre, que no haya este tipo de servicio en el aeropuerto, sobre todo en los meses de verano...».

Con cinco menores

José Antonio Crespo, de Torrelavega, prometió a sus niños que les llevaría a Port Aventura por sacar buenas notas. Solo tres días, pero el tiempo suficiente para que disfruten. Lo que ocurre es que perdieron un día en el aeropuerto... «Hemos estado con cinco menores desde las siete y media de la mañana porque tuvimos que facturar maletas. No nos han ofrecido nada, Vueling ni tan siquiera nos ha cogido el teléfono. Hemos tenido que llamar al autobús que teníamos contratado para el traslado desde el aeropuerto de Barcelona a Salou y al hotel, para no perder los más de 3.000 euros que hemos gastado en este viaje».

Pasadas las 14.00 horas, la voz de megafonía les pidió que volvieran a embarcar. «Por fin», pensaron algunos de los pasajeros. Pero nada más lejos de la realidad. Aunque les hicieron subir de nuevo al aparato, todavía tuvieron por delante media hora más de espera hasta que llegaron los papeles que permitieron despegar. «Hemos adelantado el embarque para no teneros más tiempo esperando», explicó el piloto por los altavoces del interior del avión para después añadir: «En media hora podremos despegar, disculpen las molestias». Finalmente, a las 14.45 horas el avión tomó rumbo a Barcelona.

Hace una semana, el aeropuerto fue el escenario de otro incidente, el de 200 pasajeros del vuelo a Dublín, que tuvieron que buscar habitación a la una de la madrugada en un Santander que rozaba el lleno de ocupación. Una avería por la noche obligó a Ryanair a buscar hotel a los afectados y algunos incluso tuvieron que dormir en el suelo y compartir habitación con desconocidos.

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