El goteo de muertes por covid suma 267 víctimas en lo que va de año, más que en la primera ola
Sólo en la séptima onda se han registrado 85 fallecimientos, pese a que la letalidad de Ómicron es la más baja de todas las variantes, del 1,2%
ANA ROSA GARCÍA
Jueves, 9 de junio 2022, 07:12
Con el verano a la vista y las ganas compartidas de dar por superada, de una vez, la pandemia, después de dos meses en fase ... de 'gripalización', las cifras del covid se han ido diluyendo, aunque los contagios (ya fuera del control oficial) siguen salpicando a nuestro alrededor. Como sólo se cuentan los registrados en mayores de 60 años y en personal sanitario y de residencias, es imposible calcular qué porcentaje de cántabros ha logrado esquivar el bicho dos años y varias mutaciones después. Pero sí se puede cifrar el goteo de muertes covid en lo que va de año, que arroja un abultado resultado de 267 víctimas (una media de doce cada semana), 85 de ellas en el marco de la séptima ola, cuyo inicio se fijó el 7 de abril y que aún colea, con una tasa de incidencia a 14 días de 637 casos por cada 100.000 habitantes en población de más de 60 años.
En estos cinco primeros meses del año se han notificado más defunciones que en la primera ola (entonces fueron 211), que en la segunda (172) e incluso que en la tercera, la cuarta y la quinta juntas (156, 36 y 42, respectivamente). La sexta, disparada por la explosión de Ómicron en diciembre, que se solapó con la última embestida de Delta, se cobró 200 vidas entre diciembre y marzo. En total, desde el comienzo de la pandemia, y sumadas ya las notificaciones relativas a la jornada de ayer, miércoles, han fallecido en Cantabria 902 personas por o con covid, porque hasta ahora no se han hecho distinciones, aunque desde Salud Pública se adelanta que se van a empezar a hacer. «Ya estamos introduciendo la evaluación de los fallecidos, revisando uno por uno, para determinar hasta qué punto el covid es la causa determinante de muerte, no atribuye nada o influye sólo ligeramente», señala el director general de Salud Pública, Reinhard Wallmann.
«Eso nos ayudará a entender la verdadera letalidad de Ómicron», añade, pues siendo la variante menos virulenta, su alta contagiosidad, capaz de elevar la ola de infecciones a registros nunca vistos, ha engrosado de forma notable la lista de fallecimientos. Casi un tercio del negro contador de víctimas que deja el covid en Cantabria se ha añadido de la mano de Ómicron, pese a que su tasa de letalidad es la más baja de todas las cepas 'hermanas', en concreto, en torno al 1,2%.
En estos cinco meses ha habido más muertes que en la primera ola covid e incluso que en la tercera, la cuarta y la quinta juntas
«En la primera ola la letalidad fue la más elevada, aunque también entonces quizá detectamos menos casos de los que había realmente», lo que distorsiona el cálculo. A lo largo de 2020, sin entrar en escena la vacunación, la tasa de letalidad llegó a ser del 15,7% entre la población de más de 80 años, que siempre ha sido la más vulnerable. De ahí el devastador impacto de la pandemia en las residencias de atención a la dependencia. Al año siguiente, el porcentaje se rebajó al 9,2% sobre ese mismo segmento poblacional (es menor a medida que se observan las edades inferiores; así, por ejemplo, en las personas de 70 a 79 años era del 2,3%; y en las de 60 a 69 años, del 0,5%). En lo que va de 2022, se ha reducido al 3,2% la letalidad en la población más longeva. Sin embargo, es el perfil que predomina en los registros diarios de defunciones, que no han dejado de crecer en ningún momento -más de 190 víctimas en ese rango de edad se cuentan desde enero en la región-. De la misma forma que se han ido reduciendo las probabilidades de morir de covid, se han multiplicado las posibilidades de infectarse por el escape de inmunidad de los sublinajes de Ómicron, la progresiva eliminación de las mascarillas, que han funcionado como último parachoques frente al virus, y la recuperación de la vida social, ya sin cuarentenas, aislamientos ni límites de aforos.
En la evolución de la pandemia, «uno de los principales cambios experimentados fue el paso de Alfa a Delta y de ahí a Ómicron, menos letal pero mucho más contagiosa, lo cual se traduce en una letalidad inferior, aunque en números absolutos sí que puede parecer que es elevada», admite Wallmann. Además de los casi dos centenares de fallecidos de más de 80 años en lo que va de 2022, constan también en las estadísticas de Sanidad 43 víctimas de 70 a 79 años; 14 del grupo de 60 a 69 años; 9 de los 50 a los 59, y 4 de 40 a 49 años.
Al analizar por separado los datos de la séptima ola, la segunda causada por Ómicron y sus sublinajes -la variante sigilosa (BA.2) ha ganado terreno a su predecesora- y la primera marcada por el control de la pandemia centrado en la población más susceptible de sufrir complicaciones graves -la fase de 'gripalización'-, la tasa de letalidad resultante también es inferior a la que acumula el resto del año. En concreto, según las gráficas que maneja Salud Pública, en población mayor de 80 años es del 2,4%; en la de 70 a 79 años se limita al 0,5%, y entre los 60 y los 69 años, las probabilidades de fallecer por esta infección se reducen a un 0,1%.
En la actualidad, de los 39 pacientes ingresados por covid (sin contar los positivos detectados tras acudir a los hospitales por otras causas), cuatro permanecen en la UCI de Valdecilla.
Cantabria tuvo en mayo el mayor exceso de mortalidad del país
El sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo), que realiza el Instituto de Salud Carlos III, atribuye a Cantabria el mayor exceso de mortalidad del país en el mes de mayo, seguido de los experimentados por Murcia y Galicia. En el extremo opuesto se sitúan Madrid, La Rioja y Baleares. Si la base estimada para Cantabria es de 481 defunciones, el balance mensual ha alcanzado las 572, lo que supone 91 más de las esperadas, un exceso de 156 por millón de habitantes, que fue más acusado aún en enero, en el contexto del estallido de Ómicron.
En el conjunto de España, concluye el informe que el exceso de mortalidad en mayo es de 3.233 muertes, a añadir a los mil fallecimientos por encima de lo previsible que arrojó abril, periodo que coincide con el de la séptima ola covid, que sólo en Cantabria ha dejado hasta el momento 85 víctimas mortales. Aunque parece claro que este es uno de los factores determinantes, el balance del Momo abarca todas las causas posibles y no especifica las atribuibles a la pandemia.
Cabe recordar que mayo ha sido un mes «atípico» en el volumen de urgencias acumuladas, «de récord», como reconocían días atrás desde los servicios hospitalarios, ya no sólo por la propagación del covid, sino por todos los virus respiratorios y gastrointestinales que están en circulación, fuera de la época habitual –la gripe en primavera es el ejemplo más significativo–, coincidiendo con el fin de las restricciones y la recuperación de la vida sin mascarillas obligatorias.
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