Las inmobiliarias detectan un incremento de la demanda para trasladarse de la ciudad al campo
El confinamiento y el teletrabajo anima a los ciudadanos a residir en zonas rurales, según los vendedores de casas
El confinamiento ha servido para que muchos sintieran que sus casas no eran todo lo cómodas que necesitaban y que no poder salir a ... una terraza o a un jardín, por pequeño que fuera, hacía que los días fueran más largos. Esto, unido al teletrabajo, ha animado a muchos ciudadanos a buscar una nueva residencia en la que empezar a disfrutar de una 'nueva normalidad'.
Casas tradicionales en pueblos, bajos con jardín y chalés independientes en las afueras de los núcleos urbanos son las tendencias que las inmobiliarias cántabras están detectando en estos meses. «Se ha impuesto un nuevo estilo de vida», afirma José Andrés, gerente de San Fernando Grupo Inmobiliario. El perfil de los clientes está repartido casi al 50% entre los cántabros que quieren vender sus pisos para cambiarse a casas con terreno, y los clientes nacionales -sobre todo de Madrid y Castilla y León- que buscan tener una segunda residencia en la región para oxigenarse, y más ante la incertidumbre de que vuelva a haber un confinamiento.
El teletrabajo es la puntilla que faltaba para que muchos apostaran por un cambio de residencia, y ante la evidencia de que se puede seguir siendo eficaz a través de una pantalla, Cantabria se coloca como la segunda comunidad autónoma en la que más ha aumentado la demanda de viviendas en venta en municipios de menos de 5.000 habitantes, con un 39,1% de las búsquedas, sólo superada por Castilla La Mancha con un 43,4%. Lo dice Idealista en su último estudio, y lo corroboran varias inmobiliarias de la región. «Llama mucha gente de fuera con interés por comprar inmuebles en la costa, sobre todo jubilados, que ven Cantabria como el destino ideal por su calidad de vida», afirma Rocío Pérez, de Ética Inmobiliaria. «Y parejas jóvenes, que gracias al teletrabajo prefieren instalarse aquí».
«El perfil de los clientes está repartido casi al 50% entre los cántabros que buscan casas con terreno y los nacionales que quieren aquí su segunda residencia»
José Andrés | San Fernando Grupo Inmobiliario
«Los jóvenes prefieren vivir en un bajo con jardín o un chalé con parcela aunque estén lejos de sus trabajos. Para ellos la movilidad no es un problema»
Pedro Lorenzo | José Antonio Rodríguez
Es el caso de los madrileños Cristina Esnaola y Andrés de Alonso, de 30 y 28 años. Llevan casi un lustro alquilando con amigos una casa en Mogro para venir los finde de semana a hacer surf, pero el covid dejó a Andrés en paro y la posibilidad de mantener dos residencias se tornaba imposible. Así que no se lo pensaron dos veces y a finales septiembre harán la mudanza para instalarse definitivamente en esta localidad de Miengo. «Somos ricos viviendo aquí. Mogro nos ha hecho replantearnos la vida. Allí todos nuestros amigos trabajan en grandes empresas, todos metidos en edificios y el contacto con la naturaleza es mínimo. Nos decían que éramos unos 'mataos' por meternos cuatro horas de coche cada viernes, pero a nosotros nos ha dado la vida conocer Cantabria y tener aquí un desahogo». En su día estuvieron mirando dónde tener ese rincón para alejarse del ruido. «El País Vasco era carísimo; Galicia estaba muy lejos y en Asturias había demasiada gente. Cuando descubrimos esto no tuvimos dudas».
Rosa Viota, responsable de comunicación de San Fernando Grupo Inmobiliario, también lo confirma. «Durante estos meses recibimos muchas llamadas de gente que, sin conocer Cantabria, quiere venir a vivir aquí. Primero buscan alquilar para después, si la experiencia les es satisfactoria, comprar. Hay casos muy abiertos, como el de un cliente que nos dijo que quería trasladarse a vivir en la costa y dudaba entre Cantabria o Alicante». O una familia que ha cambiado Marbella por Liébana, aseguran desde Picosmar, en Potes.
Los jóvenes y la movilidad
Pedro Lorenzo, de José Antonio Rodríguez Agencia Inmobiliaria, también ha notado un cambio de tendencias en sus clientes más jóvenes. «La movilidad no es un problema para ellos, así que prefieren irse a vivir hasta 20 kilómetros de sus trabajos y tener un bajo con jardín o una casa con un poco de terreno» ¿De qué precios estamos hablando? «Entre las más económicas, que son las que buscan los jóvenes, hay ofertas desde los 80.000 a los 160.000 euros en tres áreas: la bombilla que rodea Santander; entre la zona de Torrelavega y Cabezón, y una tercera entre Laredo-Gama-Beranga», asegura Lorenzo.
Muchas veces, los clientes nacionales suelen apostar por alquilar primero para comprar después. «Al cabo de seis meses, si la zona no les ha convencido o han encontrado otra que les guste más se cambian sin tanto problema como el que puede suponer comprar de primeras», explica Lorenzo, con lo que están consiguiendo que muchos castellano-leoneses vengan a Cantabria con relativa facilidad durante todo el año y no sólo de vacaciones en verano.
José Andrés también destaca la alta demanda que han notado en la zona de Ibio, Mazcuerras o Carrejo, donde se han quedado casi sin inmuebles que ofertar ante los acuerdos que han firmado en los últimos meses. El gerente de San Fernando también destaca la zona de Ruiloba, Comillas, Ruilobuca como destino de un tipo de cliente de más nivel adquisitivo que busca una segunda residencia en la región. «El cambio climático también está haciendo que muchos de los que viven en grandes ciudades se replanteen su futuro y prefieran teletrabajar desde una región como la nuestra sabiendo que con que bajen a Madrid una vez cada cierto tiempo es suficiente». La tranquilidad, la necesidad de guardar distancia social y la posibilidad de tener un pequeño huerto son otros de los valores que Andrés destaca entre las preferencias detectadas entre sus clientes en los últimos meses.
Otro de los perfiles que buscan cambiarse de piso son los habitantes de Santander o Torrelavega a los que el confinamiento les generó la necesidad de cambiar de escenario. Es el caso de Belén García, que vivía en un piso de la capital en el que los vecinos compartían las zonas comunes frecuentemente. Eso y que sólo tenía una habitación le llevó a buscar otro inmueble y en Valdenoja encontró uno más amplio y con terraza.
El director de Estudios de pisos.com, Ferrán Font, espera que el cambio en la tendencia «sea más notorio» y opina que las mejoras que puedan producirse «seguirán dependiendo del territorio y, sobre todo, de la afectación en la capacidad económica de las familias y sus posibilidades de comprar a corto plazo». Desde pisos.com añaden que «de confirmarse la bajada del Euríbor y continuar en el tiempo, los compradores interesados podrían beneficiarse de mejores condiciones a la hora de solicitar una hipoteca pudiendo obtener tipos de interés variable más atractivos».
«No hay otra región mejor para disfrutar de la jubilación, por el clima y el precio»
Ricardo López de Goicoechea es navarro, no confiesa su edad pero dice que ya está jubilado (era maestro) y cree que haberse venido a vivir a Cantabria fue una gran y acertada decisión. «Esta región no tiene nada que envidiar a ningún lugar del mundo», afirma convencido. «Es una comunidad acogedora en la que la paz y el sosiego inundan todo», confiesa. Hace siete años y con su mujer enferma de esclerosis múltiple, «me concedí salir de Pamplona para oxigenarme mentalmente y vine a conocer Cantabria». Su esposa necesitaba un sitio más húmedo para soportar mejor su dolencia, y Cantabria parecía reunir todas las cualidades.
Hasta aquel día este profesor jubilado sólo conocía la 'tierruca' de paso y descubrió casi por casualidad la zona de Cabezón de la Sal, «un sitio precioso lleno de casas hermosísimas mucho más baratas que en Navarra». «Me enamoré de una casa de Villanueva de la Peña y en una semana ya era nuestra», recuerda. La pintó y empezaron en Cantabria su nueva vida. Su mujer aquí no tenía que depender tanto de las molestas aspiraciones y pudo vivir un poco mejor hasta que falleció hace ahora cuatro años y medio. Pero Ricardo no quiso volver a Pamplona. «Aquello es un mastodonte. En las ciudades la gente vive en edificios que son como jaulas humanas por muy bonitos que sean, y yo necesito estar en contacto con el verde, con el monte...». No quiere convencer a nadie, pero cree que para cualquier jubilado «no hay mejor lugar para vivir tranquilo y rodeado de naturaleza. Por el clima y por el precio».
Como anécdota cuenta que hace unos días estuvo en Pamplona y compró bocartes a 9.90 euros el kilo. «El otro día aquí estaban a 6,60. Pues como eso, todo proporcionalmente». «El precio de la vivienda en Navarra es escandaloso, y a 300 kilómetros el mundo parece otro».
Al cabo del tiempo compró otra casa en Villanueva de la Peña con algo de dinero que tenía ahorrado con la idea de alquilarla a turistas mientras él seguía en la suya, pero le construyeron unas casas en frente y fue cuando decidió buscar otro inmueble, el tercero, más alejado todavía del ruido. «Vendí mi casa de Pamplona y con lo que saqué me daba para comprarme aquí un palacete, así que busqué y en Ruente encontré una casa maravillosa a la que me iré a vivir de forma inminente». Explica que no es muy amigo de los bancos y que siempre ha preferido invertir antes que tener el dinero muerto de risa en su cuenta. «Soy austero y no necesito grandes cosas para vivir», comenta con voz pausada para reconocer que «además soy muy religioso, y cada vez más amante de la belleza y de vivir en soledad». Ahora sacará partido a los dos inmuebles de Villanueva rentándolas a quienes les guste vivir en una zona tranquila.
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