La justicia declara que Eusebio Cortezón fue «condenado y ejecutado injustamente» en 1938
Militante del POUM y concejal en El Astillero, fue sometido a un juicio sumarísimo basado en «acusaciones vagas» y motivadas «por razones ideológicas», según recoge un auto firmado hoy mismo por el juez
M. Martínez
Santander
Martes, 21 de octubre 2025, 18:53
Eusebio Cortezón fue miembro del Partido Obrero de Unificación Marxista, el POUM, y bajo estas siglas salió elegido concejal del Ayuntamiento de El Astillero en ... 1936. Dos años después, en diciembre de 1938, fue ejecutado frente a la tapia del cementerio de Ciriego, en la capital cántabra, y, ahora, el titular del Juzgado de Primera Instancia número 5 de Santander ha declarado que Cortezón «fue condenado a muerte y ejecutado injustamente», sin que se practicase «prueba de cargo suficiente y sin que se acreditase la comisión de delito alguno». Así figura en el auto firmado ayer y contra el que cabe recurso de apelación ante la Audiencia Provincial de Cantabria. El magistrado atiende de este modo la solicitud de la Fiscalía de Memoria Democrática, que promovió un expediente de jurisdicción voluntaria relativo a la declaración judicial sobre hechos pasados.
Nacido en Santander en 1894, ebanista de profesión y padre de siete hijos, Cortezón llegó a ser teniente de alcalde de El Astillero en 1936. Más adelante, «fue sometido en el Consejo de Guerra del 18 de diciembre de 1937 a un juicio sumarísimo basado en acusaciones vagas, genéricas e inconcretas, motivadas únicamente por razones ideológicas», derivadas «de su militancia política y sindical» y de la «representación democrática» que obtuvo en las elecciones de 1936, según recoge el auto, en el que se incluyen otros detalles de sus últimos meses de vida, como que fue detenido en octubre de 1937, que luego ingresó en la prisión provincial de Santander y que pasó por un juicio sumario por adhesión a la rebelión. El resultado fue una condena a pena de muerte que se materializó el 2 diciembre de 1938, cuando fue «fusilado en el cementerio de Ciriego y arrojado a una fosa común», señala el auto, que reproduce el escrito inicial de la Fiscalía.
Para llegar a esta declaración, el magistrado ha contado con una copia del Procedimiento Sumarísimo de Urgencia como prueba, un documento en el que consta que este se inició a raíz de la denuncia de unos vecinos de El Astillero que vertieron sobre Cortezón «una serie de acusaciones absolutamente vagas y genéricas, y con un fundamento casi exclusivamente ideológico». Las imputaciones «carecían de toda concreción y de todo apoyo probatorio», entiende el magistrado, que además recoge que «fueron negadas» por el propio Cortezón en la declaración indagatoria. Por otro lado, «no consta que se practicasen más diligencias de instrucción» más allá de «la ratificación de los denunciantes y un oficio a Falange Española Tradicionalista sobre la conducta político-social del acusado».
El magistrado, sin dejar de tener en cuenta «las limitaciones de prueba» fruto de los años transcurridos, considera que puede concluirse que Cortezón fue sometido «a un juicio sumarísimo basado en acusaciones vagas, genéricas e inconcretas»; y que «fue condenado a muerte y ejecutado injustamente, sin que se practicase prueba de cargo suficiente y sin que se acreditase la comisión de delito alguno».
Consecuencias familiares
La Fiscalía, que hace apenas una semana planteó la anulación de la condena por entender que se dictó «en base al odio», solicitaba que se declarase la ejecución de Cortezón como «demoledora» para su mujer e hijos por ser objeto de persecución, privación de libertad y tortura. Pero el magistrado no atiende a la petición dado que «no se ha practicado prueba suficiente» para acreditarlo.
La de la semana pasada fue una de las primeras vistas de este tipo celebradas en Cantabria. Testificaron cuatro familiares, que además de referirse a Eusebio como alguien «querido y apreciado en el pueblo», aseguraron que no tuvo relación con las muertes que se le atribuyeron.
La familia pidió la reparación de su memoria y la anulación de una condena «basada en mentiras». «Olvidar es imposible, perdonar sí, pero no se nos ha perdido perdón. Solo se nos ha exigido callar», aseguró Simón Lecuer, bisnieto residente en Francia, a donde se marchó parte de la familia.
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