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Martes, 14 de abril 2020, 07:05
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La caridad no cierra' es el lema que Cáritas escogió como bandera cuando el Gobierno decretó el estado de alarma. No obstante, las medidas de seguridad y restricciones que se aprobaron entonces «nos afectan a todos», señaló ayer Francisco Sierra, secretario general de Cáritas Diocesana de Santander. Por eso las parroquias de Cantabria han ajustado su actividad y adoptado medidas con el fin de garantizar la seguridad tanto de las personas a las que atienden como la de sus propios voluntarios que cada día se encargan de prestar su ayuda a quienes lo necesitan.
De modo que ahora, en algunos centros de la región, ya no hacen la entrega de alimentos «en especie» (en persona), añadió. Han optado por otros mecanismos que reducen el contacto con la gente. Ocurre que entre los voluntarios que echan una mano a diario, hay muchos que, por su edad, forman parte de los considerados grupo de riesgo. De ahí que en algunas de parroquias se haya decidido no hacer un reparto presencial sino utilizar medios como «la tarjeta monedero o las transferencias bancarias». Para garantizar los alimentos sin poner en peligro la salud. También están en coordinación «con los propios comercios» de los barrios para así poder «fomentar la compra en el comercio local», dijo.
Por eso Sierra reconoció que les «sorprendió» el comunicado remitido por el movimiento social 'Cantabria no se vende' en el que diferentes colectivos sociales «exigían» al Obispado de Santander la reapertura de las parroquias que «no están realizando el reparto de alimentos entre familias desfavorecidas o que devuelvan los alimentos al Banco de Alimentos». Una crítica que rechazan en el Obispado dado que la actividad continúa haciéndose en las distintas cáritas parroquiales en las que es posible sin riesgo alguno. Sierra insistió en que, lejos de frenar su línea de ayuda, «hemos intensificado la acción y la cobertura» para dar respuesta a las necesidades de las familias más desfavorecidas. «La demanda se cubre y el reparto se sigue haciendo», aclaró.
Es más, hay centros en los que, pese a las recomendaciones internas, «se han acercado voluntarios a entregar la comida». Y es que en el documento alegan que algunos lugares han bajado la persiana y han dejado la comida en el interior.
En Cantabria hay «67 cáritas parroquiales y todas dan respuesta a las necesidades», aseguró Sierra. De ellas 9 reparten comida del Banco de Alimentos en Santander, una actividad que a día de hoy continúa en marcha. En esta línea el secretario general de Cáritas quiso recordar que también han puesto a disposición de quien lo necesite un «teléfono de contacto para seguir acompañando a las familias como hacemos a diario». La finalidad última del Cáritas es «promover la autonomía» de las personas, un objetivo que no ha cambiado.
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