Más de once horas de retrasos acumulados en los vuelos del domingo en el Seve Ballesteros
Quince de las 17 salidas previstas en el aeropuerto despegaron con demora, en algunos casos por encima de las dos horas
«¡Oh, ritardato!». Eso decían hoy poco antes de las doce dos mujeres italianas al mirar en las pantallas los datos de su vuelo a ... Bolonia (ritardato es retrasado). La llegada del avión al Seve Ballesteros estaba prevista para las 12.55 horas, pero la estimación en ese momento era de aterrizaje a las 13.45. Así que lo de salir a las 13.20 –la hora anunciada–, imposible. Es un ejemplo. Porque los retrasos en el aeropuerto son ya regla más que excepción en lo que va de verano. Ojo al pasado domingo: de 17 salidas, quince acumularon retrasos. Sumando todo el tiempo de espera añadida durante la jornada, más de once horas. En un solo día. No es, eso sí, exclusivo del Seve. La situación es consecuencia de los problemas que se están dando en toda Europa. Es una cadena de demoras acumuladas que acaba llegando al aeropuerto cántabro. «Es recurrente. La gente se queda sorprendida y nos pregunta si es normal. Y da igual la compañía», comentaba Laura Guerra, de 'Come & Fly', la tienda del aeropuerto.
572minutos de retraso sumaron entre Valencia, Manchester, Roma y Dublín el domingo.
Huelgas, problemas de personal en los aeropuertos, averías de aviones que desequilibran programaciones demasiado ajustadas, la avalancha de pasajeros en un verano con ansia por viajar... Se junta todo. Y se paga. Desde hace semanas. A primeros de julio, este periódico ya se hizo eco del asunto. En un fin de semana, más de 17 horas en retrasos en el aeropuerto cántabro. Y este domingo, el balance fue similar. Algunos fueron testimoniales. De cinco minutos (Madrid), de seis (Jerez o París), de cuatro (Vigo)... Pero a otros –por distintos motivos– les tocó esperar un buen rato. Los que iban a Valencia, cerca de tres horas (2 horas y 40 minutos). A Manchester, más de dos y media (2 horas y 36 minutos). Dos horas largas para volar a Roma (2 horas y 18 minutos) y algo menos a Dublín (1 hora y 58 minutos), según constataban en sus redes desde la Asociación de Amigos de Parayas.
Llama la atención en los datos del domingo el desfase entre la hora de llegada de los aviones al aeropuerto (con menos retraso e, incluso, con adelanto en varios casos) y la posterior demora para salir. Posiblemente, ajustes para llegar cuando toca calculando la situación en cada aeropuerto. También se ha dado en más de una ocasión que el retraso en el último vuelo de la jornada en la terminal ha obligado a que el Seve cerrara más tarde de lo habitual (la compañía tiene que pedir permiso al aeropuerto).
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El riesgo de un enlace
Con todo, lo más preocupante es el trastorno para el que tiene un enlace. Porque corre el riesgo de perder un vuelo previo a su destino final y estropear su jornada de trabajo o el inicio de unas vacaciones. Desamparo, reclamaciones, vueltas por el aeropuerto y, sobre todo, disgusto.
«La gente se queda sorprendida y nos pregunta si es normal. Es un tema recurrente y da igual la compañía»
Laura Guerra
Tienda Come & Fly
Viene con retraso acumulado. En mi caso, vivo allí, así que el trastorno será esperar. Cuando llegue, llegué»
Ana Román Rodríguez
Pasajera a Bolonia
Este lunes, los pasajeros del avión con destino a Bolonia se lo tomaban con resignación. «Por lo visto viene acumulado de allí. De momento no nos han comunicado nada, pero ya sabemos que saldrá retrasado. Gracias a Dios no nos ha cogido una cancelación por la huelga y, en mi caso, que vivo allí, el trastorno es que llegaré más tarde. Vamos, que, cuando llegue, llegué», comentaba Ana Román Rodríguez con dos niños pequeños y tras facturar en el mostrador de Ryanair. Lo de facturar, más de uno se lo piensa. «No facturamos porque con el caos que hay estos días lo mismo te sale la maleta en dos horas o no te sale», comentaba una pareja con destino a Mallorca (con la compañía Vueling). «Ya hay preocupación. Porque a veces la gente ve en pantalla que pone 'retraso' y se asusta aunque sean quince minutos», explicaban en la tienda del aeropuerto.
–¿Qué serán, treinta minutos?
–Creo que algo más
Eso comentaba Ramón Menocal con su compañero de viaje a Bolonia. «Vamos por trabajo y hoy ya dábamos el día por perdido. Así que, con más motivo. En vez de llegar al hotel a las seis, pues llegaremos a las ocho». Y en algo parecido andaban Yuni Melgen y los suyos. Procedentes de Asturias y con destino a la ciudad italiana «para una visita familiar». «Ya vimos que viene con retraso. Nada, el trastorno de tener que esperar».
Al final, el avión llegó a Santander con 1 hora y 8 minutos de retraso sobre el horario previsto y la salida se demoró prácticamente una hora y media.
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