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Integrantes del grupo de rescate Esocán, durante una de las expediciones de la mañana de ayer a la cueva. Antonio 'Sane'
Un operativo para cada escenario

Un operativo para cada escenario

Alrededor de 30 personas trabajaron sobre el terreno y casi cien estaban en alerta por si había heridos o surgían complicaciones

D. MARTÍNEZ/A. VERANO

SANTANDER.

Lunes, 15 de julio 2019

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La historia no sólo tuvo un final feliz, sino que el guión se desarrolló tal y como aparecía en el mejor de los escenarios posibles de cuantos habían dibujado los equipos de rescate. No estaban heridas y, aunque «extremadamente cansadas» y a un ritmo lento, lograron avanzar por sus propios medios. La muleta de las tres espeleólogas que entraron el sábado al mediodía en la cueva de Cueto-Coventosa (Arredondo) y que desde 24 horas después permanecían perdidas fueron tres miembros del equipo de espeleosocorro del Gobierno de Cantabria (Esocán), pero una gran parte de sus integrantes se desplazó ayer hasta la zona para participar en un operativo que puso sobre el terreno a más de 30 personas en diversas funciones.

Los técnicos y sanitarios del 112, los voluntarios municipales de Protección Civil, agentes de la Guardia Civil, integrantes de la Consejería de Presidencia con su responsable, Paula Fernández al frente... Ellos tuvieron que intervenir y esperar. Pero casi otros 70 estuvieron todo el día pegados en la emisora por si requerían de su presencia. El grupo más numeroso fue el que formaban 50 miembros del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) que estuvieron activados en distintas sedes del norte de España. Ellos serían los que tendrían que actuar si alguna de las afectadas no pudiera moverse por sus propios medios y tuvieran que portearlas hasta el exterior. O en el peor de los casos, sacarlas a través de la pared vertical de casi 600 metros que recibe al visitante justo en la entrada a la cueva por Cueto. De todo el sistema de cuerdas y poleas se debían encargar los espeleólogos, que dedicaron la mañana a prepararlo.

No fue necesario, como tampoco desplazar a los dos helicópteros que estaban prevenidos, el de la Benemérito y el del Gobierno regional. De todo lo que ocurría dentro de la sima se encargó el Esocán. «Los compañeros que han entrado han llegado a donde estaban en menos de cuatro horas. Si no hubiera sido porque había que sacarlas habrían hecho un tiempo de récord», afirmaba Diego González, uno de los expertos en rescate, para poner de manifiesto el sobre esfuerzo que tuvieron que realizar los tres hombres que localizaron a las deportistas.

José Antonio Santander, uno de los aludidos, reconocía el cansancio, la complejidad y la peligrosidad de la cueva. Lo primero que había hecho fue llamar a su familia para comunicar que estaban fuera y que todos estaban bien. «Ellas están bien y nosotros también estamos bien», algo que, a pesar de su experiencia, no dio por hecho en ningún momento. Y concluía subrayando una idea: «Sólo hemos hecho lo que querríamos para nosotros si algún día nos encontramos en esa situación».

El Mont Blanc de la 'espeleo'

Dicen los expertos que para presumir de ser espeleólogo hay que recorrer esta cavidad, que está considerada de 'primera división'. Algunos, como Martín González, del grupo de Espeleosocorro Cántabro (Esocán), la califica como el Mont Blanc de la espeleología. «Es una de las más demandadas porque se pueden dejar los coches muy cerca de la cueva. Además, es muy atractiva porque tiene varios recorridos, ya que cuenta con cuatro entradas. Lo que sí requiere es una gran preparación física y mental».

Cueto-Coventosa es la cavidad de Cantabria que más accidentes registra desde 1975. Entre 2004 y 2008, la media anual se situó en 87 accidentes. En la mayor parte de las ocasiones, las intervenciones fueron producidas por crecidas de agua y agotamiento.

Hasta ahora, muchas han sido las actuaciones de espeleosocorro en la cavidad, pero la más grave se registró en junio de 1991, un año aciago en cuanto a siniestralidad en la cueva, cuando el espeleólogo británico Julien Vahan Smith falleció en un accidente mortal en el segundo lago de Coventosa. Un mes después, otro experto, el madrileño Esteban Galaz, sufrió una caída que le ocasionó un traumatismo craneal, y en diciembre de ese mismo año el espeleólogo Francisco Galla se fracturó un brazo al caer por un pozo.

Los expertos también recuerdan el aparatoso accidente que sufrió, en agosto de 1985, el suizo Eric Vogel, que se fracturó la tibia y el peroné tras una caída y, tras un polémico rescate, fue evacuado previa voladura. El último herido data del año 2003. Un experto de Granada tuvo que ser rescatado tras quedar atrapado en un agujero 'soplador' del que no podía salir debido a su corpulencia.

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