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La tensión entre pescadores cántabros y comunitarios ha aumentado durante la costera del bonito DM

Los pescadores de bonito, en pie de guerra

Protestan por el uso de artes pelágicas en la captura por parte de los barcos franceses e irlandeses y reclaman mayor control europeo

ÁLVARO G. POLAVIEJA

SANTANDER.

Lunes, 2 de octubre 2017, 07:08

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Aunque soterrado, el clamor por la presencia de barcos de pesca comunitarios en los límites de aguas españolas, fundamentalmente franceses e irlandeses que utilizan el arrastre pelágico, se extiende entre los pescadores cántabros al cierre de la costera del bonito. Un conflicto histórico que tiene sus precedentes en la conocida como 'guerra de las volantas' acaecida durante la década de los 90, que tuvo su punto álgido con la captura del buque francés 'La Gabrielle' y su posterior traslado hasta el puerto de Burela en 1994, donde se demostró el uso de redes ilegales y la captura indiscriminada de todo tipo de especies.

18,6%

Es el porcentaje de capturas de España, la mayor potencia pesquera de la Unión Europea.

En aquella operación, que significó un antes y un después en la postura de la Unión Europea ante la pesca de arrastre, participó José Luis Bustillo, antiguo presidente de la cofradía de Pescadores de Cantabria y actual presidente de la Cofradía de San Ginés de Colindres, hoy retirado de la vida en la mar y gran conocedor de la realidad de los profesionales de la pesca en Cantabria. Bustillo, marinero y pescador desde los 14 años, resume el sentir del sector ante la que consideran como una situación de indefensión de los profesionales cántabros frente a la creciente presencia de barcos comunitarios especializados en pesca pelágica, especialmente franceses e irlandeses.

Estos buques, denuncian desde el gremio, llevan dos años pescando en el límite de las 12 millas náuticas de aguas españolas en la Cornisa Cantábrica, donde utilizan artes de pesca pelágicas, una agresiva modalidad de pesca que no sólo es muy poco selectiva y provoca la pesca de especies no comercializables y protegidas, como tortugas, delfines o ballenas, sino que además impacta directamente sobre la actividad de los pescadores cántabros, que por lo general utilizan técnicas tradicionales, mucho más sostenibles y respetuosas con el ecosistema marino.

26

Millones de toneladas de pescado ilegal se captura anualmente a nivel mundial

Legislación europea

En ese contexto, José Luis Bustillo denuncia una situación que, sumada a la nueva normativa de descartes de la Unión Europea, que impide la realización de los mismos, constituyen la esencia del conflicto al que se enfrenta el sector cántabro: «El problema es que esta técnica todavía es legal. Y que, además, también sabemos, porque lo están detectando los barcos en la mar, que esas flotas hacen descartes, muchos descartes», que es el pescado que no cumple las condiciones mínimas o para los que no tienen cuota.

A juicio de Bustillo, el impacto de la actividad de los pesqueros franceses e irlandeses en los resultados de la flota española es muy negativa: «Además de generar muchos descartes, este tipo de pesca ofrece un pescado cuya calidad es muy inferior a la del nuestro, porque da muchas vueltas dentro de la red, donde se golpea muchísimo, se deteriora y se rompe. Y eso, al final, hace que bajen los precios».

3,2%

De las producción mundial proviene de la flota europea

La crítica del sector pesquero cántabro retrata la complejidad de la Política de Pesca Común de la Unión Europea, que permite la pesca pelágica, una técnica que en España está prohibida. Salvando esa realidad, que asumen por tratarse de una legislación vigente, lamentan la falta de controles hacia los pescadores franceses e irlandeses, máxime cuando en España los controles son muy exhaustivos.

Por eso, denuncian que estas flotas no sólo compiten con técnicas que arruinan la pesca tradicional y esquilman los caladeros, sino que debastan el ecosistema y al sector realizando gran cantidad de descartes. Gran cantidad de ese pescado, afirma Bustillo, se desperdicia sin que se controle debidamente: «Queremos que se tomen medidas en la nueva ley de descarte para que se evite esta situación. Si esa pesca es legal, es legal y no podemos hacer nada; es la Comunidad Europea la que debe verificar si es un aparejo de pesca responsable o no y, si no lo es, si conviene seguir permitiéndolo».

José Luis Bustillo, presidente de la Cofradía de San Ginés de Colindres
José Luis Bustillo, presidente de la Cofradía de San Ginés de Colindres Daniel Pedriza

El mayor problema, señala, son los descartes, uno de los grandes caballos de batalla por parte de la UE de cara a una política de pesca sostenible: «Ignoramos la mortandad que estos barcos generan; ya no lo que pescan, sino los descartes que realmente hacen. Porque generan descartes de todas las especies, no sólo de la que hayan ido a buscar. La pelágica es un arte de pesca que lo mismo pesca bonitos que cualquier pez que pase por allí, eso entra en el saco y lo que entra muere: atunes, tortugas, ballenas, delfines y peces espada... Lo que caiga».

Controles y pesca para todos

Bustillo también incide en la falta de esos controles, que en el caso de la flota cántabra son constantes y pormenorizados, y destaca los conflictos que provocan, como los relativos a las cuotas de pesca: «Con cuotas mucho menores a las nuestras, los irlandeses y los franceses se pasan todo el verano pescando, y en cantidades enormes. Eso no puede ser: lo mismo que a nosotros nos controlan permanentemente, que no lo veo descabellado, a ellos también tienen que controlarlos porque si nosotros, con una cuota mucho mayor, no llegamos a estar tanto tiempo pescando, a ver cómo ellos pescan tanto con cuotas reducidas. Por eso pedimos que haya más control, que para eso están las inspecciones y los inspectores de pesca de los países miembros».

Las pruebas, camino de la Comisión Europea

La tensión por los recursos pesqueros y los enfrentamientos entre flotas de distintos países no son nada nuevo, aunque el establecimiento de la PPC permitió un mayor grado de coordinación entre las distintas naciones. Sin embargo, el sector pesquero cántabro y en general el español están tratando de que este conflicto –resurgido ahora a raíz de la última costera del bonito pero que ya se ha producido en otras como la de la anchoa–, sea tratada en la propia Comisión Europa. Con este motivo, representantes del sector han enviado a Bruselas diferentes vídeos en los que han documentado la realización de descartes por parte de las embarcaciones pelágicas francesas e irlandesas en los límites de las aguas españolas. Asimismo, a nivel regional, el sector pesquero cántabro ha mantenido diversas reuniones, la última recientemente, con la Consejería de Medio Rural, Pesca y Alimentación y con su titular, Jesús Oria, para que las instituciones europeas responsables conozcan la situación y se generen los cambios necesarios para acabar con un conflicto que amenaza tanto al sector pesquero como a la propia diversidad del entorno marino. Oria se comprometió a presionar a Madrid para que la UE prohíba la pesca pelágica.

De lo contrario, y aunque reconocen que la biomasa del bonito y otras especies se han recuperado y se encuentran en un buen momento con respecto a anteriores temporadas, cabe el peligro de que, de mantenerse este desequilibro, la pesca en los caladeros de la Cornisa Cantábrica se vea seriamente afectada y se condicione su viabilidad a medio y largo plazo.

La pesca, que se ha transformado radicalmente en las últimas tres décadas merced al impacto de la revolución tecnológica y a la transformación del propio sector pesquero, donde se ha reducido significativamente el número de barcos y tripulantes, ha vivido una compleja revolución legal con el establecimiento de la PPC (Política de Pesca Comunitaria). Esta legislación ha tratado de garantizar la supervivencia y sostenibilidad del sector pesquero europeo en base a la definición de protocolos científicos que determinasen las cuotas de pesca por especies y flotas, un reparto en el que España sobresale como primera potencia pesquera de la Unión Europea.

Dentro de este sistema, los controles juegan un papel fundamental para cotejar que todas las partes cumplen con los índices establecidos. Controles que permitan asegurar que no se realizan descartes, una de las principales causas de mortandad en el ecosistema marino, y que añaden elementos como la «obligación de desembarque», por la cual se debe registrar y desembarcar todo el pescado capturado para restar aquel que no corresponda en su cuota particular. La crítica del sector pesquero cántabro radica precisamente en que todos esos controles, que en Cantabria se cumplen, no parecen estar afectando igualmente a las flotas comunitarias que vienen a la Cornisa a competir por el pescado.

Además de tener un gran impacto en el ecosistema, la constante presencia de las embarcaciones pelágicas en la zona impacta negativamente, a juicio de José Luis Bustillo, en los resultados de la flota cántabra: «Nos afecta muchísimo. El pescado está muy nervioso y se escapa del barco. Están permanentemente detrás del pescado porque lo detectan con lo sónares y los nuestros se tienen que ir porque dejan de pescar».

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