«La financiación autonómica no debe tener sólo en cuenta a las regiones ricas»
La ministra afirma que «no podemos estar constantemente tejiendo y destejiendo reformitas» y sobre los recortes asegura que «haremos todo lo posible para que no afecten a los servicios ciudadanos»
No está siendo un buen año para la ministra de Economía. Nadia Calviño (La Coruña, 1968) tiene las manos atadas para elaborar los Presupuestos del ... Estado y su candidatura para dirigir el FMI se cayó en el último suspiro. Antes de que Pedro Sánchez afronte una negociación clave para su investidura, la responsable económica del Gobierno ha cogido fuerzas en Cantabria. Volvió a Santillana del Mar después de muchos años -«no ha cambiado nada»-, entró por primera vez en la neocueva de Altamira y, ayer, participó en un encuentro sobre economía digital en la UIMP y visitó el Hotel-Escuela Las Carolinas.
-Se avecina una lucha entre comunidades por la próxima reforma de la financiación autonómica. ¿Qué modelo le parece más justo, el que sólo atiende a la población o al coste de los servicios?
-Es indudable que en los próximos años debemos abordar una reflexión conjunta sobre los sistemas de financiación autonómica. Por eso necesitamos cuanto antes un Gobierno estable y con perspectiva de cuatro años, porque no son cuestiones que se resuelvan de la noche a la mañana. Tendremos que tener en cuenta todas las alternativas y todos los puntos de vista para lograr una solución equilibrada y solidaria.
-Miguel Ángel Revilla suele comparar el coste de mantener un colegio en un pueblo de montaña y en el centro de Madrid. Mucho más caro el primero. Y, por eso, la necesidad de cambiar el sistema.
-No voy a pronunciarme sobre uno u otro modelo porque creo que tenemos que trabajar de forma conjunta para ver cuál es el mejor. Lo que sí tengo claro es que debemos tener una visión del conjunto del país. Hay que tener en cuenta las necesidades de todas las regiones y no solo de las más ricas. Cuando hablamos de la España vacía o vemos las características de las distintas comunidades queda en evidencia la necesidad de una visión global para abordar este problema. Nosotros lo intentamos hacer así, aunque contrasta mucho con otros proyectos políticos cuyas únicas propuestas económicas son las bajadas de impuestos. Quien tenga un proyecto de verdad para España debe pensar en todos los ciudadanos y no sólo en los más ricos.
-Precisamente por eso hay comunidades como Cantabria, Galicia, Asturias y La Rioja que están haciendo frente común contra Madrid o Cataluña. ¿Es fundado el miedo a que el peso político de esas regiones decante la balanza?
-Me parece demasiado pronto para pronunciarme sobre ese tema.
-Ha sido muy crítica con la «histórica» rebaja fiscal que Díaz Ayuso prepara en Madrid. ¿No es mejor que el dinero esté en el bolsillo de los ciudadanos para así fomentar el consumo?
-(Se ríe) Me parecen una falacia afirmaciones generales de ese tipo sobre dónde está mejor el dinero. Lo que necesitamos es que haya una actividad económica vigorosa, y para eso necesitamos un buen funcionamiento del sector público que cubra las necesidades de los españoles. No creo que nadie piense que sobra inversión en Sanidad o Educación, o que tengamos un superávit fiscal con el que podamos permitirnos reducir los impuestos sin que ello conlleve una reducción paralela del gasto público. Me sorprende que usen argumentos tan simplistas y, al mismo tiempo, engañosos.
-¿La solución pasa, entonces, por una subida generalizada de impuestos?
-España tiene una proporción de ingresos públicos respecto al PIB inferior a la media europea, en torno al 39%. Hay que ajustar el sistema fiscal a la realidad del siglo XXI y hacerlo más progresivo, sin afectar de forma negativa la capacidad adquisitiva de las clases medias y trabajadoras. Me parece irresponsable plantear una reducción de los ingresos públicos, porque eso lleva a un aumento de la deuda. Hablan de reducir los gastos, pero no veo que estén reduciendo el número de altos cargos, así que me expliquen de dónde van a reducir.
-Aquí en Cantabria, con el PSOE en el Gobierno, también se han aumentado los altos cargos con un coste extra de medio millón de euros anuales. Además, vamos a dejar de recibir 135 millones de euros de las entregas a cuenta del Gobierno central por no haber Presupuesto. Y el presidente ha dicho que los recortes saldrán de las ayudas a la dependencia y los servicios sociales.
-A nadie se le escapa que la falta de presupuestos del Estado tiene consecuencias. No es lo mismo trabajar con unos prorrogados que con los que nosotros habíamos propuesto. No es lo mismo desde la estructura de recaudación ni tampoco, como en este caso, con respecto a la financiación autonómica. La cooperación con el Gobierno de Cantabria es excelente, la buena experiencia que estamos teniendo con el PRC, con una agenda muy clara de apoyo a la ciudadanía, es un buen ejemplo de la sintonía y la buena relación que hay con este Gobierno. Por eso vamos a poner todos los medios a nuestro alcance para que podamos cubrir cualquier pico de tesorería para garantizar la financiación de servicios públicos.
-Entonces, ¿se compromete a que esos recortes no afecten a los servicios sociales cántabros, como ha dicho el presidente?
-Vamos a utilizar todos los instrumentos posibles para que no tengan que verse dañados los servicios más próximos a la ciudadanía. Pero estamos limitados al ser un Gobierno en funciones. Está claro que no se pueden dar las entregas a cuenta como estaban previstas, pero veremos, de aquí a final de año, cómo ayudar de la mejor manera posible para que no se dañen los servicios más importantes.
-Díaz Ayuso dijo que Cantabria, entre otras comunidades, vive en «un infierno fiscal». Somos la tercera comunidad con el IRPF más alto para grandes rentas, estamos en mitad de la tabla para rentas medias, no tenemos impuesto de donaciones ni sucesiones, pero sí de transmisiones patrimoniales. ¿Le gusta el modelo cántabro o cree lo mismo que ella?
-Declaraciones como estas son un síntoma claro de ese modelo de país que quieren, en el que sólo se protege el interés de los más ricos. Tienen esa impresión de Cantabria porque sólo piensan en gobernar para una parte de la sociedad. Tenemos que trabajar en un sistema fiscal lo más progresivo posible que proteja a las clases medias y trabajadores. Y adaptarnos al siglo XXI.
-¿Hay peligro de que esa reforma fiscal empuje a empresas afincadas en Cantabria a marcharse a Madrid?
-Para valorar las consecuencias habrá que ver primero qué reforma fiscal proponen los tres socios. Madrid ya tiene una capacidad de atracción muy notable para las empresas, así que un partido político no puede decir que tiene una visión de país y luego proponer una reforma fiscal que trata de atraer más actividad económica a una región que ya es la más rica y próspera de España. Y es aún más incoherente viniendo de partidos que en campaña decían defender la España vacía y hasta proponían una deducción del IRPF del 60% a quien se fuera a vivir a un pueblo. Es una política fiscal errática y contradictoria. España no necesita ocurrencias.
-La nueva consejera de Economía de Cantabria ha descartado una reforma fiscal, pero sí va a activar un plan de lucha contra el fraude. ¿Con la recaudación limitada que tienen las comunidades, estos planes son prácticos o solo un ejercicio de imagen?
-En general, los planes de lucha contra el fraude me parecen una buena iniciativa, sea cual sea el nivel al que se adopten. En España hemos puesto en marcha uno en 2018 que ha hecho aflorar 15.000 millones de euros. No sé si existen particularidades a nivel autonómico que puedan justificar la creación de ese plan en Cantabria.
-¿Está Pedro Sánchez tensando la cuerda para repetir elecciones?
-Nadie quiere elecciones, y menos el partido que las ha ganado. Nos olvidamos que el PSOE tiene el doble de escaños que el segundo partido y lo normal es que el Congreso intente facilitar la gobernabilidad del país. No sólo es responsabilidad de uno, sino de todos. Es difícil entender aquellas actitudes que consisten sólo en el bloqueo. En un momento como el actual, España necesita esa perspectiva de estabilidad para los próximos cuatro años. Este otoño debemos hacer frente a retos producto de la inestabilidad internacional, la guerra comercial EEUU-China, la crisis en Argentina, la ralentización de Alemania, el Brexit... aquí en Cantabria no tengo que explicar la importancia que tiene la economía británica para España.
-Pase lo que pase, haya elecciones o se consiga formar Gobierno, ¿qué posibilidades le da a que al fin haya Presupuesto en 2020?
-Yo trabajo ahora mismo sobre la base de que habrá un Gobierno con plenas funciones antes de que acabe este mes y, por tanto, propondremos cuanto antes un proyecto de presupuestos que recupere el tiempo perdido este año.
-Otro año de recortes y sin que lleguen las entregas a cuenta sería insoportable para las comunidades.
-Todos estamos interesados en que haya cuanto antes un Gobierno y unos presupuestos que garanticen la financiación. Este es el proyecto que propone nuestro presidente. Un programa de gobierno amplio y que debería tener el apoyo de la inmensa mayoría del Congreso.
-Cantabria ha reducido a la mitad su tasa de paro en cuatro años (del 18 al 9%), está por debajo de la media nacional (14%) y ha bajado 8 puntos el paro juvenil. Pero el 90% son contratos temporales y muchos de ellos precarios. ¿No habrá solución a esto hasta que se revierta la reforma laboral? ¿Tiene prioridad en su agenda?
-Hay muchos trabajadores que no pueden contar con una estabilidad y un sueldo suficiente para abordar cuestiones fundamentales de su vida, como la emancipación, formar una familia... Terminar con la prevalencia de la temporalidad debe ser una de las prioridades en nuestra legislatura y para eso necesitamos acordar un nuevo estatuto de los trabajadores del siglo XXI. La economía ha cambiado radicalmente, han aparecido nuevas formas de trabajo, nuevas empresas digitales... por eso es fundamental un contrato social que refleje esta nueva realidad.
-¿Entonces se puede decir que revertir la reforma laboral del PP está lo primero en su lista?
-Lo urgente es mirar al futuro y trabajar en ese estatuto de los trabajadores del siglo XXI que, por supuesto, incorpore aquellos cambios para revertir los aspectos más lesivos que queden de la reforma laboral. No hay que estar constantemente tejiendo y destejiendo reformitas. Si realmente creemos que lo que hay que poner sobre la mesa es un nuevo estatuto de los trabajadores eso exige reformar y revisar entero el marco legal. No creo que sea productivo estar siempre cambiando o retocando uno u otro artículo. Debemos concentrar nuestra energía en llegar a un acuerdo con sindicatos y empresarios para un estatuto que de verdad responda a las necesidades reales y aborde el principal problema de nuestro mercado laboral: la alta temporalidad.
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