Raúl Medina: «Diagnosticar los problemas de la bahía es fácil, lo difícil es implementar medidas»
El director del IHCantabria pide más colaboración entre administraciones para poder asegurar la sostenibilidad del espacio
«El hecho de que las tasas de erosión se hayan reducido les da años de vida a las playas. Pero, ¿quiere esto decir que ... se ha solucionado todo el problema? La respuesta es no». Un día después de presentar un estudio que prueba que la erosión en las playas de Somo y Loredo se ha frenado, y que El Puntal prácticamente ha dejado de avanzar, Raúl Medina, director general del Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria (IHCantabria), advierte de que la bahía sigue estando amenazada, y que hay que empezar a actuar –una responsabilidad que afecta a todas las administraciones–, para asegurar su sostenibilidad futura.
El estudio, impulsado y financiado por la Autoridad Portuaria, ha determinado que su gestión de dragados y vertido del material, atendiendo a criterios científicos, ha logrado que se alcance un «equilibrio dinámico», lo que neutraliza, al menos de momento, una de las amenazas que se ciernen sobre la bahía. Pero hay más.
La progresiva subida del nivel del mar es ahora el desafío más significativo que hay que combatir, para lo que el IHCantabria recomienda, como medidas principales, incluidas en el Plan Bahía, recuperar zonas de marisma en las rías de Cubas y Boo, ganar calado en la canal a Pedreña y Somo y realizar aportaciones extraordinarias de arena al sistema de playas. De las tres, sólo el dragado de la canal compete a la Autoridad Portuaria, que empezará a acometerlo este mismo año, ya que necesita asegurar la navegabilidad. Las demás actuaciones involucran a otras administraciones, y sus beneficios, aunque obvios, no resultan tan directos, de ahí que pueda resultar más complicado ponerlas en marcha.
Trabajo coordinado
«En el Plan Bahía hemos hecho el diagnóstico: eso es lo fácil; lo difícil es implementar medidas, que es como decir que a ver quién paga ahora la fiesta», reflexiona Medina. Recordar algunos episodios cercanos no invitan al optimismo: se puede hablar del sainete de los espigones de La Magdalena, con una escollera a falta de pareja que ha hecho más mal que bien para frenar la pérdida de arena en la playa, una obra que lleva seis años parada por desacuerdo entre administraciones. Mucho más próximo es el caso del multitudinario y repetido botellón veraniego del Puntal, con hordas de chavales borrachos en un espacio natural tan frágil, con las distintas administraciones más preocupadas por sacudirse responsabilidades que por evitarlo. «El objetivo del Plan Bahía es que las administraciones se junten: si hay un problema, es un problema que afecta a todos y tienen que trabajar todos juntos. No se trata de quitar competencias a nadie: como todo está interrelacionado, necesitamos que trabajen en la misma dirección. De ese trabajo conjunto de las instituciones saldrán las soluciones».
La gestión de los dragados del Puerto es un ejemplo de cómo una actuación que sólo a él le atañe, la limpieza del canal de navegación, repercute de forma positiva en todo el conjunto. La restauración de las zonas de marisma, una de las medidas propuestas, competencia de Demarcación de Costas, le haría bien tanto al Puerto, por el mayor movimiento de agua y la mayor capacidad de limpieza de la bahía, como al medio ambiente, mejorando la biodiversidad en zonas donde ahora sólo pastan vacas.
En la actualidad, esa recuperación ya se está llevando a cabo en la marisma del Conde, entre Pedreña y Rubayo. «Lo que hemos hecho nosotros –explica el director del IHCantabria–, es un estudio de todas las concesiones que hay en la bahía, indicando cuáles eran fáciles, menos fáciles y difíciles de recuperar. Hemos empezado por una de las fáciles: son concesiones que ya han caducado, no se les ha renovado, vuelven a formar parte otra vez del dominio público, y ya se puede actuar sobre ellas».
Respecto a la realimentación estratégica del sistema de playas, Medina avisa: no hay arena para todas. Cada centímetro que sube el nivel del mar roba un metro de playa, y calcula que el retroceso para 2050 puede ser de veinte metros. «Estamos hablando del largo plazo, pero es algo que hay que empezar a hacer, visto el tiempo que tardamos en hacer las cosas».
La idea es extraer arena de bancos ya localizados e introducirla en el 'circuito' de la bahía para amortiguar la pérdida de playa. «No hay arena en los fondos marinos suficiente para amortiguar el efecto del cambio climático en todas las playas. En algún momento habrá que elegir, habrá que tomar una decisión estratégica y apostar por unas. Y otras...».
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