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Silvia Martínez, con su nuevo cartel de protesta, sentada en una silla que llevó de su casa en la acera ante el Gobierno de Cantabria.
Revilla recibe a la enferma que protesta en Peña Herbosa y se compromete a estudiar su caso

Revilla recibe a la enferma que protesta en Peña Herbosa y se compromete a estudiar su caso

Silvia Martínez, afectada por una grave enfermedad autoinmune, cambia el cartel y ahora exige una rectificación a Sanidad por decir que sus reclamaciones han sido respondidas

Mariña Álvarez

Santander

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Viernes, 13 de abril 2018, 12:18

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Un día después de su plante a las puertas del Gobierno de Cantabria, Silvia Martínez, la vecina de Los Corrales de Buelna afectada por una enfermedad autoinmune, ha conseguido lo que exigía en el cartel que enarbola: reunirse con el presidente. Ella estaba allí, desde las 08.00 horas, tal como ayer, y cuando Miguel Ángel Revilla entró a trabajar acompañado por su jefe de gabinete, se paró a hablar con ella. «Me dijo que si en diez minutos podía contarle mi caso que me atendería», relata Silvia, que le pidió unos pocos minutos más para poder resumirle sus problemas con la sanidad cántabra, pues ella asegura que ha sufrido diversas «negligencias médicas» e «irregularidades» en el sistema sanitario, y que acabó por ello yéndose a Navarra para conseguir un diagnóstico de su dolencia.

Y así fue. Ambos subieron juntos al despacho del presidente, ella ordenó sus papeles rápidamente «para enseñarle las cuatro cosas más importantes» y le contó lo que le dio tiempo. Tras su relato, Miguel Ángel Revilla, según confirman desde el Ejecutivo regional, se comprometió a pedir un informe sobre su situación a la Consejería de Sanidad, a estudiarlo en cuanto lo tuviera en sus manos y a volver a recibirla después para hablar con ella otra vez. «Se va a preocupar», indican desde el Gobierno. A cambio, Revilla pidió a Silvia Martínez que ya no mostrara ese cartel porque ya había cumplido su deseo: 'Sr. Revilla solicito ser recibida y escuchada por usted', es lo que ponía.

Y eso es lo que ha hecho esta mujer, que padece una vasculitis de vasos grandes, concretamente una arteritis de 'takayasu', una enfermedad reumatológica autoinmune rara, según el diagnóstico que consiguió cinco años después de caer enferma. Su lucha va encaminada a conseguir que se le devuelvan los 40.000 euros que gastó en la sanidad privada navarra cuando le dieron el alta forzosa en el hospital Valdecilla sin un diagnóstico claro ni, por tanto, un tratamiento específico. Denuncia que en todos estos años (desde 2013 que ingresó por un cólico de riñón, preludio de la patología que luego se le descubriría) tuvo que poner varias reclamaciones en el Servicio Cántabro de Salud que asegura que no obtuvieron respuesta, por pruebas «no realizadas a tiempo», «extravío» de documentos, diagnósticos «erróneos» y otra serie de «irregularidades». Sin embargo, ayer la Consejería de Sanidad dijo a este periódico que «todas las reclamaciones» de la paciente sí que fueron contestadas. Así que ahora, Silvia Martínez ha cambiado de cartel en su plante ante el Gobierno, por otro en el que acusa a Sanidad de mentir. 'Que la consejera rectifique las declaraciones realizadas ayer', pone.

Además del cartel, hay otros cambios en el plante de Silvia. Ya no está dentro del recinto de la sede del Gobierno. Ahora está fuera, en la acera, para evitar problemas que le dijeron que podría tener. Y está sentada en una silla que ella se llevó de su casa, para hacer más llevadero el tiempo (de 08.00 a 15.00 horas) de su protesta, teniendo en cuenta «el frío y el estado de mi enfermedad», por la que está recibiendo quimioterapia.

A media mañana, el jefe de gabinete de Revilla, Guillermo Blanco, bajó otra vez a hablar con ella para preguntarle qué era exactamente lo que debían pedirle a la consejera de Sanidad, María Luisa Real, «y que si podía facilitárselo yo». Pero Silvia se negó. «Que se lo pidan a ella, que ya lo tiene desde hace un año y dos meses». Se refiere a un correo electrónico que le envió a Real el 21 de enero de 2017, «en el que le resumo todo mi caso y le pido que me resuelva el problema».

Lo que pasó tras ese mail, dice, es que se fijó una reunión, pero Silvia no pudo ir porque estaba ingresada en Valdecilla. Entonces, «la consejera me mandó después a Gerencia y Gerencia me echó del hospital». Se refiere a esa alta forzosa que le dieron tras un mes de ingreso, «y que no cursaron ante el juzgado. Me decían que me tendrían que peritar y en cinco días un juez diría si estoy enferma o no, pero yo estaba muy mal y les dije que me iría a Navarra, no estaba para burocracias en ese momento, lo que me preocupaba era mi salud». Esto fue lo que pasó y su salto al sistema privado navarro fue el que confirmó que realmente padecía una grave enfermedad. «Ahora, después de un año y pico de aquella alta forzosa, de mi petición de ayuda a la consejera, mi estado de salud acredita lo que le reclamé». La batalla, por tanto, continúa, y ahora pasa por conseguir la rectificación de la consejera sobre esas supuestas respuestas a sus reclamaciones, que Silvia niega «y demostraré con papeles que es mentira».

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