Jesús Blanco
Con tres décadas al frente del colectivo, da un paso al lado para «trabajar por el sector desde otra perspectiva»
El martes llegó una nota a este periódico. Nueva Junta Directiva en la Asociación de Turismo Rural. Jesús Blanco (Santander, 1963) lo deja después ... de tres décadas. Un bombazo. En esta entrevista explica su marcha, habla del sector y del futuro.
–Es consciente de lo que sorprendió conocer el relevo, ¿no?
–No sé si soy muy consciente.
–¿No?
–Era algo de lo que ya había hablado, pero es verdad que últimamente no se había tratado y solo se ha hablado dentro de la asociación.
–¿Cuántas llamadas recibió cuando se publicó el relevo?
–La verdad es que llegó un momento en que tuve que dejar de coger el teléfono. Eran muchas llamadas, WhatsApp de amigos, de gente de la administración, de socios, de conocidos... Me ha sorprendido. No lo esperaba.
–Entiendo que es una decisión personal. Explique los detalles.
–Es algo personal porque en los últimos meses tengo menos tiempo para dedicarme a las tareas de la asociación, que llevan su tiempo y exigen responsabilidad para que las cosas estén al día. Ya en la asamblea de abril anuncié que en unos meses iba a dejarlo. En julio envié un correo electrónico a los asociados anunciando la inmediatez de la decisión y diciendo que esperábamos a celebrar la asamblea de después del verano, porque estábamos con la temporada.
–¿Y cómo fue, a partir de ahí, el proceso de la sucesión?
–El 11 de septiembre yo presento a la Junta directiva mi decisión ya irrevocable de dimitir. En este tiempo me insistían para que siguiera, pero ese día 11 ya se presentó oficialmente. Lo que pasa ahí es que todos los miembros de la Junta directiva dimiten conmigo, deciden irse a la vez. Si hubiesen continuado, el vicepresidente pasaría a presidente y la junta continúa. Pero, al irse, la única salida que había era convocar elecciones anticipadas y se convocaron en asamblea para el día 10 de octubre, con un periodo de tiempo suficiente como para que todo socio que reuniese las condiciones estatutarias y tuviese interés pudiera presentarse. Pero pasaron los días y la verdad es que nadie quería asumir la responsabilidad. Hasta que la víspera, Hamza presentó su candidatura. Se celebró la asamblea el día 11 y, como no había ningún otro candidato, salió elegido sin votación automáticamente.
–¿Qué puede decir de su sucesor, Hamza El Yassir?
–Es un hombre que se ha formado en la asociación, que ha trabajado y que es proveedor de la asociación de sus trabajos digitales, con lo cual la conoce desde hace años y desde varias perspectivas. Y desde hace dos o tres también es socio porque gestiona un alojamiento rural en Mazcuerras. Con todo eso, creo que tiene experiencia suficiente como para emprender la tarea y asumir nuevos retos.
–¿Sabe exactamente cuánto llevaba usted en el cargo?
–Pues creo que casi 33 años.
–¿Y le ha dado tiempo a hacer balance en estos pocos días?
–Yo creo que es un balance positivo y la sensación que tengo es de gratitud. A los socios en general, a todos los miembros de las distintas juntas que han pasado –todos han colaborado y han estado ahí siempre–. Ha habido gente maravillosa y grandes retos. En estos 33 años la asociación pasó casi que de nacer con veintitantos asociados a vivir en los finales de los años 90 y el principio de 2000, el gran boom del turismo rural. Luego, los problemas que han ido surgiendo, como los pisos turísticos, los alojamientos ilegales que hay ahora. Yo creo que la gran aportación que he hecho a la asociación es haberle dedicado mucho tiempo, que es lo que más vale de una persona. Me quedo con eso y con mi sensación final de gratitud a los asociados, a los políticos, a los distintos gobiernos de Cantabria que han pasado. Es casi una vida dedicada a la lucha por este sector.
–Está contento, entonces.
–Sí, claro, estoy contento, estoy bien. Me siento muy bien.
–¿Cómo deja la asociación?
–La dejo económicamente saneada. La asociación no tiene ninguna deuda ni ningún problema económico. La dejamos con cosas pendientes, que todavía estaban en marcha, y con nuevos retos que realmente yo creo que sí que es urgente e importante abordar y buscar soluciones, porque el sector del turismo rural está un poco tocado de un ala.
–¿Tocado de un ala?
–Sí, o hasta de las dos alas.
–Explíquese.
–Es la situación de la que antes hablaba, de la evolución que he ido viviendo. Ha habido un cambio tan grande... Cuando empezamos, la idea era conseguir que el mundo rural se subiera al carro del mundo turístico como oferta turística. Esos años fueron complicados hasta encontrar un buen posicionamiento, que se consiguió. Y luego, después de esa evolución y de esos años de gloria, han venido años difíciles por varias razones. La más importante es que desde que existen las plataformas digitales muchas veces se dispersa nuestra oferta. Está ahí todo junto con lo que no es rural, con lo que es ilegal o con lo que funciona de otra manera. Ahí nuestras fortalezas se están perdiendo. La tarea ahora es volver a poner en valor y exponer al mercado eso que el turismo rural ofrece y que es tan valioso. Naturaleza, productos naturales, cercanía, trato, servicio cercano... Todo eso que habría que convertir en experiencia, hacerla atractiva y posicionarla para que el turismo rural vuelva a a coger vuelo.
–Tengo la sensación de que hemos pasado del 'pues ponemos un casa rural y a vivir' (que se decía y se abrieron muchas) a complicarse mucho. ¿Le parece?
–Claro. No es 'ponemos una casa rural y me dedico a vivir'. Más bien me dedico a sobrevivir. Una casa rural es gestionar un negocio con las herramientas que hoy requiere la situación. Y, si no se hace así, al final del año no estamos sacando rendimiento. Esa gestión no siempre se hace como se debe mientras la competencia de esa otra opción de la vivienda de uso turístico en muchos casos sí se está gestionando bien. Han surgido empresas que gestionan esos alojamientos, su visibilidad a la hora de comercializarlo es mayor y los resultados económicos van por ahí. No solo es lo bucólico y lo bonito de la casa de madera y de piedra. Que claro que sí, pero eso requiere formación, trabajo y gestión.
–Cojo una frase suya. «Tenemos que decidir un modelo turístico. Hay que darle una vuelta. Seguir con lo mismo nos lleva a más masificación. No puede ser que cuánto más, mejor».
–Cuanto más mejor, sí, pero en cuanto a rentabilidad. No en números. Tenemos que hablar de gasto del turista y de calidad en el servicio. De cuidado y de eso que tanto se habla: de sostenibilidad. Si la gente viene a Cantabria por algo, es precisamente buscando eso. Esa calidad, esa no masificación, huyendo del calor y siendo un sitio agradable. Si no lo cuidamos, igual se empieza a convertir en algo no tan agradable y que deja de ser económicamente rentable.
–Falta un modelo, entonces.
–Creo que se trabaja en el modelo, pero un poco individualmente cada colectivo, cada consejería o cada ayuntamiento. Yo creo que lo que falta es que todas esas ideas, trabajos, planes de cada uno, sean algo conjunto. Incluso los empresarios, una idea de lo que queremos para Cantabria. Y una vez consensuado, que es muy difícil, todos, cada uno desde su responsabilidad, a luchar por ello y a remar en la misma dirección.
–¿Y ahora qué va a hacer?
–Seguir trabajando. Aparte de mis negocios personales, que tenemos alguna cosa nueva en marcha, desde hace unos meses estoy en la Comisión del Año Jubilar 2028 y en el tema del Camino Lebaniego. Y también en acciones de promoción y encuentros profesionales desde el Observatorio de Turismo Rural, del que soy presidente. Intentaremos seguir desde ahí, desde otra perspectiva, trabajando por el sector y por Cantabria.
–Usted dijo que el último Año Jubilar se notó muy poco.
–Sí, pero este año se va a notar más. Ya digo desde ahora, que estoy metido ahí, que se va a notar mucho. Se está trabajando por hacerlo diferente, por crear camino. Y ya no solo el 28, sino los previos. Algo interesante, bonito, atractivo. Tengo mucha ilusión y estamos consiguiendo en la Comisión del Año Jubilar trabajar conjuntamente la Consejería, la Fundación Camino Lebaniego y el Obispado. Es importante que tanto la iglesia como el Gobierno trabajen conjuntamente. Tanto el obispo de Santander como el consejero, así como la Fundación Camino Lebaniego y la Dirección General de Turismo trabajan en la comisión con un único y común objetivo: llegar al 2028 con los deberes hechos.
–Una vez comentaba que del turismo rural se han aprovechado todos. Que se ha utilizado para promocionar Cantabria y no le ha repercutido como tocaba.
–Del turismo rural ha tirado todo el mundo porque Cantabria, si algo tiene fuerte, es lo rural, el entorno y la naturaleza. Los paisajes. Si le quitamos lo rural a Cantabria se queda bastante coja. De eso se ha beneficiado todo el mundo. Lo que pasa es que se ha dejado hace años de promocionar eso tan específico. Yo lo que he reivindicado últimamente es precisamente volver a hacer una promoción específica de ese mundo rural en la situación de ahora, que no tiene nada que ver con lo antiguo. Ya no es solo el alojamiento, sino ese entorno, la cantidad de actividades, productores y experiencias que valen la pena. Hechas producto y hechas experiencia. Creo que es lo fuerte que tiene ahora Cantabria y lo interesante para un visitante que quiera venir aquí e irse muy satisfecho de lo que ha vivido.
–Con todo lo dicho, termino con algo concreto: ¿Me animaría a abrir ahora una casa rural?
–No. Muy valiente tienes que ser. Una casa rural con el concepto de casa rural, es más, no se me ocurriría ni en qué zona, porque está todo ya muy saturado.
«Si se aplica, el decreto de pisos turísticos sí que arreglará mucho»
–El caballo de batalla de estos últimos años –y no deja de decirlo– son los pisos turísticos. Ha sido de los más combativos.
–Si en algo ha destacado la asociación en los últimos años ha sido en la denuncia de los cientos y cientos de alojamientos ilegales que había y que hay. Si en algo hemos trabajado con insistencia ha sido ahí. Con pocos resultados, pero ahí. Se ha convertido en un problema serio, porque entras a mirar en internet y descubres que cerca de tu casa o de tu hotel se alquilan cosas que ni sabías que se alquilaban. Miras y se alquila todo. Todo está dedicado al turismo. Y si pasamos del turismo a la vivienda, se ha convertido en un problema social. El perjuicio es serio y tienen que tomar medidas serias.
–¿Ayudará el nuevo decreto regional a clarificar la situación?
–Si se aplica, sí se arreglará mucho la situación, porque tiene un carácter retroactivo que hace que toda la oferta, las miles y miles de viviendas de uso turístico en alquiler, se tenga que adaptar al nuevo decreto. Ahí entran los ayuntamientos porque exige un informe de compatibilidad urbanística municipal. Vamos a concretar. Donde hay más pisos turísticos es Santander. Unos 9.000, por ahí. Si se aplica el decreto y el Ayuntamiento tiene que hacer un informe de validación urbanística, el Plan General solo lo permite en bajos comerciales, planta baja o primeros con acceso directo, con lo cual ahí se queda fuera la mayoría. Y así en los distintos municipios, que cada uno aplicará su plan. La criba está ahí.
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