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Llamamiento para que la Filmoteca cántabra lleve el nombre de Mario Camus
feria del libro

Llamamiento para que la Filmoteca cántabra lleve el nombre de Mario Camus

La Feria del Libro, que entra en su recta final, reivindica el universo literario, el amor a los libros y la querencia por contar historias del director de ‘La colmena’

Guillermo Balbona

Viernes, 29 de abril 2016, 20:44

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Este mes ha cumplido 81 años. Pero el cineasta de Sombras en una batalla, el explorador y traductor a la pantalla de los mundos literarios de Delibes y Cela, entre otros muchos, el escritor de cuentos con Chejov al fondo e Ignacio Aldecoa en la memoria, continúa exprimiendo ese presente continuo narrativo que le proporciona su talento y su oficio para seguir contando historias. Mario Camus, «huraño gracioso» como se le etiquetó ayer, mantiene su rechazo a los actos públicos masivos, a la gradilocuencia de la veladas que rezuman lo oficial o lo institucional, y sigue echando de menos las tertulias. Arropado por amigos, fieles, admiradores y por los profesionales del maltratado gremio de libreros y editores, que practican el noble oficio de la supervivencia y la resistencia, recibía en la Porticada el homenaje de la Feria del Libro santanderina.

La velada, que comenzó entre evocaciones de libros, autores y amistades, entre confesiones y viajes de cine y literatura donde Camus ha transitado con idéntico equipaje, sus ganas inmensas de contar el mundo, acabó con un llamamiento, expresado en voz alta por el profesor y editor Luis Salcines que hizo de portavoz de una petición sentida y colectiva: que la Filmoteca de Cantabria lleve el nombre del cineasta y escritor santanderino Mario Camus. Una exigencia, ante la ausencia de representantes culturales del Gobierno regional, que fue respondida con un aplauso unánime de la audiencia que llenó la carpa de la feria. Antes el colectivo de libreros y la concejal de Cultura, Miriam Díaz, alabaron la trayectoria del director de Los santos inocentes y agradecieron su creación, su «trabajo exigente, talento y oficio».

Desde el estrado, junto a Salcines, el acto fue conducido por Jesús Herrán, editor de Valnera pero sobre todo agitador de la timidez del autor, auténtico artífice de que los cuentos conmovedores del director de El color de las nubes llegaran hasta el lector en los últimos años. Camus, que no se cansó de reiterar que él se siente como «un intruso y un furtivo» en el mundo de la literatura, evocó a Aldecoa, reivindicó la poesía de Manuel Alcántara, recordó sus inicios con Carlos Saura y definió con ironía su escritura de guiones, durante más de sesenta años, frente a la de sus cuentos, como «una forma de hacer lo mismo pero distinta». El notario de geografías humanas dijo «no tener ideas preconcebidas y huir de las reglas», mientras subrayaba cómo había aprendido de todos los maestros que descubrió en sus lecturas y escritores amigos de esa generación de los 50, caso de Luis Martín Santos, autor de Tiempo de silencio. Camus volvió a mostrar su escepticismo y distanciamiento de un sistema que impide hacer cine a los más veteranos, y que se muestra indefenso frente al «abuso» del cine de la gran industria de Hollywood. «En España estamos completamente dominados por esa industria y encima les hemos vendido el idioma bien barato. El cine español está colonizado absolutamente», insistió. Además, denunció de nuevo la política española que casi siempre ha mostrado su falta de tacto y su mala gestión del cine. Camus, que recordó la influencia de Aldecoa y las lecturas de Hemingway, ha vivido rodeado de libros hasta que una mañana descubrió el lápiz y la goma de borrar y decidió escribir sobre papeles amarillos: los conflictos dramáticos, la soledad, los perdedores, o la infancia, «que se le pega a uno y ya no se te quita nunca de encima».

El autor al final evocó su único credo que le inspiró el neorrealismo italiano: «Conmover contando historias de la gente». Y para eso no existe edad. La Filmoteca espera ahora al cineasta-escritor que sigue imaginando sobre la bahía santanderina.

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