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Antonio Basanta. DM .
«Las bibliotecas escolares son las grandes olvidadas del sistema»

«Las bibliotecas escolares son las grandes olvidadas del sistema»

Antonio Basanta, vicepresidente de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez y también escritor y editor, comparte este martes sus inquietudes culturales en el Centro Cultural Matilde de la Torre, a través de su celebrado libro 'Leer contra la nada'

Mada Martínez

Santander

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Miércoles, 18 de abril 2018, 07:20

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Antonio Basanta ha dedicado buena parte de su vida profesional al fomento de la lectura. Lo ha hecho como docente, editor o desde la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, de la que ahora es vicepresidente tras 25 años como principal responsable. Hoy volverá a hacerlo en el Centro cultural Matilde de la Torre, donde hablará de su último libro: 'Leer contra la nada' (Siruela, 2017).

–¿Qué es la nada, contra qué leer?

–Es la desaparición de la capacidad de crear, sentir y pensar; es lo que nos anticipaba Michael Ende en 'La historia interminable', a la que hago un pequeño homenaje en el libro, incluso en el juego de tintas. Anular esas tres potencias es un riesgo evidente en la orientación de nuestra sociedad, a cuyo combate contribuye la lectura, que no es si no el ejercicio de pensar, sentir, crear, imaginar.

–Dice el escritor Alberto Manguel que «el poder como lectores en universal y universalmente temido».

–A lo largo de la historia, la lectura y los libros han sido combatidos por regímenes enemigos de la libertad. La lectura nos dota de criterio propio, de independencia y de un juicio cada vez menos alterable por la propaganda, la demagogia, el populismo. Leer es levantar la bandera de la libertad.

–¿Cómo del acto de leer −a priori, tan íntimo− hace comunidad?

–La lectura nunca es un acto individual, aunque se haga en soledad siempre fundamenta un diálogo. Hasta la escritura es una primera lectura, una forma de pasar a lo escrito aquello que uno lee en su pensamientos, recuerdos y emociones. La lectura, además, tiene un elemento extraordinario: en la medida en que nos hace salir de nosotros mismos, nos permite entrar en la vida de los demás. Y esa entrada a infinidad de experiencias refuerza un componente fundamental y vital para el futuro que se nos avecina: la empatía. Los seres humanos somos una especie especialmente vulnerable, que ha progresado en la medida en la que ha socializado, empatizado.

–¿Para ser buen lector es necesario abrazar el canon literario?

–No hay una regla fija. Es cierto que el contacto con textos de calidad literaria ayuda a la formación de un buen criterio lector, pero también se llega a la afición de la lectura desde géneros canónicamente menos ilustres. Cada lector construye su camino. Entre la obligación y la libertad, yo orientaría hacia lo segundo, forzaría la búsqueda en función de los intereses propios, porque, probablemente, eso derive en textos de verdadera calidad.

No hay dos lecturas iguales

Además del 'Quijote', a cuyas páginas acude a diario, otros libros han iluminado a Basanta. En la adolescencia fue 'Demian', de Herman Hesse;en la madurez profesional fueron los clásicos, y ahora es la combinación de novedades, como la última novela de Fred Vargas, con relecturas placenteras (en estos momentos, 'El balcón de invierno', de Luis Landero). ¿Qué busca en releer? «Descubrir lo que no había notado. Esa es una de las magias de la lectura: no hay dos lectores iguales, ni dos lecturas iguales. El texto ha permanecido inalterable, el lector ha cambiado. Por eso dice Conrad que un libro lo hacen el lector y el autor al 50%».

–¿Qué requiere un plan de fomento de la lectura?

-Como en toda acción educativa lo primero es la persistencia, se ha de mantener una planificación estable. Lo segundo es reservar espacios y tiempos concretos para la lectura, especialmente en el mundo educativo, entre otras razones, porque para la explosión absoluta que es la actual sociedad de la información no solo debemos dotar a los alumnos de competencias lectoras tradicionales, sino de esas nuevas e imprescindibles para convertir el 'macromundo' informativo en uno de conocimiento. Con esto me aproximo a las demandas laborales del futuro, donde no pocas profesiones tendrán que ver con la capacidad de identificar, analizar y seleccionar información. Por eso hace falta reservar tiempos y medios. En el campo educativo sería la revitalización constante de las bibliotecas escolares, que son las cenicientas del sistema bibliotecario español. En la biblioteca pública se ha hecho un gran esfuerzo y se consiguen resultados, pero las escolares siguen siendo las grandísimas olvidadas. Y lo tercero es el respeto a la libertad: libro, lector y lectura se escriben con ele de libertad.

–¿Qué papel juegan en lo anterior fundaciones como la suya?

–Una función de servicio a la sociedad, y de exploración de esos tiempos no consolidados. Tenemos mucho interés en los nuevos soportes y medios de transmisión que ya generan nuevas formas de leer, y requieren nuevas competencias lectoras.

–La tecnología ha cambiado la forma de acceder al conocimiento...

–La Humanidad ha conseguido un logro extraordinario en los últimos 20 años: disponer de un magma informativo como nunca se hubiera imaginado. La biblioteca más grande en contenidos es la del Congreso de Washington, que tiene 150 millones de documentos. Internet tenía 20.0000 millones de documentos en 2016, y un crecimiento exponencial. Y no es solo la cantidad de documentos, sino la accesibilidad a puro golpe de teclado.

La gran pregunta es: ¿cómo nos movemos en ese océano? Con aprendizajes y didácticas nuevas. Lo primero es identificar fuentes de máxima fiabilidad: hay informaciones contrastadas y veraces, y otras que no obedecen a la verdad. Y lo segundo es dotarnos, como lectores, de capacidades críticas y analíticas que nos permitan diferenciar la información de la opinión; y la opinión del proselitismo. De la palabra leer, que viene del latín 'lego', deriva elector, que es quien sabe elegir, y que no es lo mismo que votante, por mucho que muchos quieran hacer esa sinonimia.

–¿Pero cree que leer nos hace, necesariamente, mejores personas?

–Leer nos abre la perspectiva, nos arroja a un mundo de mayores posibilidades, nos acerca más la verdad. Pero decía Chejov que la mano que lleva la antorcha de la libertad acaba quemada. Yo siempre he pensado que en la frase 'la verdad os hará libres' falta una segunda parte: pero no necesariamente felices. A veces, la aproximación a la verdad es dolorosa porque es contradictoria, pero ese es el camino que justifica que nos llamemos 'homo sapiens': nuestra tendencia a alcanzar la sabiduría es la relación entre tu opinión y la verdad.

–Su primera biblioteca fue su madre. ¿Puede ser el lector un escuchante?

–Sin duda. Lobo Antunes dice que pensar no es sino escuchar bien. Una de las destrezas que hay que trabajar en el contexto educativo es la capacidad de escuchar: dar valor a la pausa, al silencio, al sosiego, la conversación.

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