La belleza es dolor
Cinesa. ·
Sátira brutal, su oscuridad reconocible atraviesa una lúcida utilización del terror como un territorio profundo para diseccionar la condición humana.Es gore y escatológica. Pero también un lúcido cuento sobre la dictadura estética. Envuelta en un retrato de época, eleva no obstante de modo intemporal ... las inquietudes de sus criaturas. Su serenidad visual, pese a partir o concluir siempre en lo extremo, resulta atractiva y extrañamente seductora. Su sinuosa trama de estancias, deseos y aspiraciones, en femenino plural, se mueve y remueve en una intimidad que crece en una retorcida composición de mirada madura. Una brutal sátira en la que la piel, el cuerpo –hasta reventar un grano o golpear el tabique nasal– están siempre en un primer plano.
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Año 2025
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País Noruega
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Dirección y guion Emilie Blichfeldt
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Reparto Lea Myren, Thea Sofie Loch Næss, Ane Dahl Torp, Flo Fagerli
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Género Terror
La Cenicienta en una versión tan ácrata como radical es el fundamento con el que la debutante, aunque no parezca neófita, Emilie Blichfeldt, logra un muy sugerente retablo que se desliza a veces por el cinismo y otras por una elocuente transparencia histórica: esas operaciones estéticas en el tiempo descritas como auténticas sesiones de tortura. Aunque existe un cierto empeño en buscar afinidades con 'La sustancia', hay más sentido y sensibilidad en 'La hermanastra fea'. Una lectura reimaginada del famoso cuento sobre la sádica versión de los Grimm y no de la del francés Charles Perrault como hizo siempre Disney.
Entre lo magnético y lo fascinante, la cineasta noruega traza el periplo esperanzado pero lacerante de una joven en busca de su único objetivo vital: ser la más guapa para llevarse a su pareja ideal. Sin perder el sentido de ensoñación, son imágenes que juegan a la sorpresa en escenarios y situaciones costumbristas o cotidianas, sometidas a un ojo afilado a un agudo sentido del humor y a una elegancia formal que desprende sabiduría cinematográfica. La película, premiada ayer mismo en el Festival de Sitges, es un juego de violentas representaciones al que le falta la coherencia y la traca final. Llega precisamente al extremo de su pesadilla algo desmayada en lo narrativo y en lo visual. Pierde fuerza y lo bestial parece frenarse. Pero hasta llegar ahí invita a cruzar un pasaje de terror muy humano donde lo salvaje y lo hermoso, lo grotesco y lo truculento confluyen en un inquietante pasado que se antoja presente. Una oscuridad reconocible atraviesa su perversa pero transparente utilización del terror como uno de los territorios más delicadamente profundos para diseccionar la condición humana. Una valiente ópera prima con estilo y conciencia crítica feminista que nunca abandona el humor negro y la capacidad para dejar un rastro de desazón. La perfección es fascista. La belleza, dolor.
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