«Todos tenemos un Cyrano de Bergerac dentro, alguna frustración amorosa»
El actor José Luis Gil, el popular Juan Cuesta o Enrique Pastor, se sube este sábado al escenario del Teatro Concha Espina para interpretar a un personaje que «hay que sufrirlo para sentirlo»
El actor José Luis Gil (Zaragoza, 1957) se sube este sábado al escenario del Teatro Concha Espina de Torrelavega convertido en 'Cyrano de Bergerac', un ... espadachín moderno de enorme nariz, que maneja como nadie la palabra y la pluma (20. 30 horas). Gil es conocido como Juan Cuesta en 'Aquí no hay quien viva', o como Enrique Pastor en 'La que se avecina', aunque tiene una gran trayectoria a sus espaldas. El protagonista de Cyrano de Bergerac reconoce que es un personaje que «hay que sufrirlo para sentirlo, disfrutarlo y gozarlo». Es una obra que lo tiene todo: aventura, pasión, humor, belleza, amor y desamor. Es un clásico entre los clásicos y un moderno entre los modernos.
-Llega el sábado al Teatro Concha Espina de Torrelavega convertido en Cyrano de Bergerac, ¿qué le atrajo de este personaje?
-Todo. Conocí a Cyrano con trece años cuando estudiaba Arte Dramático. Es uno de los diez personajes más bonitos que se ha escrito para un actor. Es un clásico muy moderno, que se estrenó en el año 1900. Cuentan que el público empezó a aplaudir en el primer acto y no paró hasta que terminó la representación teatral. Lo tiene todo para un actor: meterse en las botas de Cyrano es una aventura cada día.
-¿Ha sido complicado convertirse en Cyrano?
-Sí, porque requiere de una preparación mental a todos los niveles. Te metes en la piel de un personaje con mucha energía y concentración, en una obra en verso y que en las dos horas que dura la función pasas por todos los estados: de la euforia a la tristeza, el dramatismo o la alegría. Pasas por muchos códigos teatrales, desde la comedia o la farsa y el romanticismo más puro. Es un esfuerzo emocional y físico. Para ello debes prepararte antes, conocerlo y quererlo. Es un proceso que empieza en el cerebro y luego pasa por todo el cuerpo. Cyrano es un personaje que tienes que sufrirlo para sentirlo, disfrutarlo y gozarlo.
-¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de Cyrano?
-Es valiente y, a la vez, esclavo de una gran frustración a nivel emocional, un gran amor que no puede desarrollar. Él mismo se autocensura. Tiene miedo a que su amada se burle de él, como lo hace todo el mundo, por su enorme nariz. Es un hombre valiente y pendenciero y sin miedo a nada ni a nadie. Es tan hábil con la espada como con la palabra o la pluma. Es un torrente de emociones y lo que le define es su integridad. El único juego que admite es el del amor, porque es la única forma que tiene para no renunciar a él a todos los niveles.
-¿Qué tiene de especial este Cyrano que no tienen otros?
-Cada Cyrano es diferente con arreglo al actor que lo interpreta. Hay tantos Cyranos como actores puedan hacerlo. Cualquier actor tiene que pasar al personaje por el tamiz de sus sentimientos y su forma de verlo. Estamos ante una obra redonda, un obrón. Luego hay que hacer creíble al personaje, que el público lo note, porque no es difícil identificarse con Cyrano. Todos tenemos algún Cyrano dentro, alguna frustración amorosa. Todos hemos tenido algún amor que hemos escondido por miedo al rechazo, inalcanzable o platónico. Hay tantos Cyranos como personas. ¿Qué tiene de especial? Que es nuestro Cyrano. Y lo que buscamos es que la gente salga del teatro pensando que ha visto teatro puro ¡y en verso! Es un reto.
-Doblaje, teatro, cine, televisión... ¿dónde se siente mejor?
-Empecé haciendo teatro, luego pasé por el doblaje, la televisión y el cine. De hecho, acabo de rodar una película que se estrena este año, 'Miau', que me gustó mucho el guión. Yo disfruto con todos los trabajos, incluso en la sala oscura donde hacemos doblaje, pero lo que más me llega es el teatro, que es donde empecé. Salir a un escenario es muy emocionante, pero aunque sabes que la obra gusta no tienes que dar nada por hecho y tienes que ganarte al público desde el minuto uno. El teatro es magia, vértigo y satisfacción al momento y al instante. Es lo que más se disfruta porque es lo que más se sufre.
-¿Qué tiene Cyrano de Juan Cuesta y Enrique Pastor?
-Nada. Cyrano existe mucho antes que Juan Cuesta. Solo coincide en que es el mismo actor, pero ninguno está apoyado en otro. Juan Cuesta puede tener momentos de Cyrano como cualquier otro personaje, pero son tremendamente distintos. Cyrano tiene el poder de la palabra que entra por el oído con musicalidad y esto no tiene nada que ver con otros personajes. Cada palabra tiene su fuerza y cada verso tiene su cometido. El público tiene que entrar en el juego del verso sin darse cuenta. Nuestra apuesta ha sido que el público se acostumbrara al verso y lo escuchara con la misma facilidad que escucha una canción. Y ha salido bien.
-Empezó muy joven en el mundo del teatro, ¿qué le ha enseñado?
-Todo. Aprendo cosas todos los días. Enfrentarse al público o a una cámara te enseña cada día cosas nuevas. Aprendes recursos para hacer diferente cada secuencia. En teatro todo varía cada día, incluso el público, que nunca es el mismo. Puede ser más o menos receptivo o expresivo y tienes que lidiar cada día con eso.
-¿Qué personaje no ha interpretado todavía y le gustaría hacerlo?
-Hay muchos por hacer. La experiencia me ha demostrado que algunas comedias que parecía que solo eran para hacer reír, resultaron mucho más. Yo también vivo el teatro desde el otro lado y disfruto con otros personajes. No hay que ser el mejor, tienes que ser el mejor tú posible.
-¿Cómo ve el panorama teatral?
-El panorama teatral sufre las consecuencias de los avatares económicos, políticos y de la vida, como todo. El teatro siempre está en crisis y siempre sale airoso. Recuerdo de niño oír hablar de la crisis del teatro, cuando en Madrid había casi 40 teatros y se hacían dos funciones diarias en cada uno. Incluso hubo una huelga para conseguir un día de descanso a la semana. Creo que el error con el teatro, el cine o la cultura en general es meterlo en el saco de que es ocio prescindible. No apoyar el teatro, algo vivo, que te enriquece, es un error. La cultura no es solo ocio, también forma al ciudadano y enseña. La lectura no solo entretiene, también te forma y te enseña a escribir. No dudas entre la b y la v.
-¿Un actor se jubila o muere con las botas puestas?
-Hay de todo.
-Me refiero a usted.
-Imagino que me jubilaré en algún momento porque llevo trabajando toda la vida. Al actor le retira la profesión porque no se acuerdan de él, el público o la vida si no está físicamente bien. Aunque es verdad que la mayoría mueren con las botas puestas porque no pueden dejar de trabajar o por su amor al teatro. Salir a un escenario es una inyección de vida. El teatro te da un plus de energía que no te dan otros trabajos.
-Intuyo que morirá con las botas puestas...
-Posiblemente.
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