El dramaturgo Eusebio Calonge invita a asomarse al «abismo de la mente humana»
La Muestra Internacional de Teatro de la UC ofrece esta tarde, en el Paraninfo de Las Llamas, una de las obras del autor andaluz, 'El alimento de las moscas'
«Me integro con la vida de la compañía, es parte del oficio», explica Eusebio Calonge (Jerez de la Frontera, 1963), autor de las obras que interpreta desde hace treinta años La Zaranda. Eso le lleva a estar en un movimiento constante, a sumar kilómetros y países. Hoy, viernes, su obra 'El alimento de las moscas' se subirá a las tablas del Paraninfo de Las Llamas, dentro de la 34ª Muestra Internacional de Teatro Contemporáneo. Una propuesta escénica que reúne a Kabia Teatro y Teatre de l'Enjòlit, de País Vasco y Cataluña. A Borja Ruiz en la dirección y Arnau Marín en la interpretación.
Calonge se mete en la mente de un asesino, un planteamiento inquietante que, sin embargo, considera «una historia de amor», o más bien, «de su imposibilidad y cómo eso lleva al crimen». Subyace el mensaje de una sociedad que «hace un chivo expiatorio de ese criminal». Un personaje que no es empático, que «no está hecho para agradar al público, sino para asomarse a ese mundo que en los teatros no se suele ver». Salas acostumbradas a una crítica «cómoda y menos social», lamenta. El discurso grato con el poder «es una propagación de lo que le interesa propagar». Se fija Calonge, autor de innumerables obras, en la Antigua Grecia y el teatro pensado para «asomarse al abismo de la mente humana». De esa oscuridad surge la belleza, como afirmaba Baudelaire y eso es lo que ha intentado el autor andaluz.
Un monólogo poético sobre la soledad de un ser humano abocado a la locura, a través de una interpretación «orgánica, con un peso existencial muy fuerte», tal y como señala.
La gran soledad social a la que se empuja al hombre, crea lo que denomina «monstruos sociales». Un concepto que dibuja al ciudadano en los márgenes de la sociedad, algo cada vez más habitual. «Se forman a través de ellos espectáculos, son chivos expiatorios –explica– Son como muestras de venganza, casi sacrificiales contra el que es distinto», que se hunden en los cimientos más hondos de una cultura. Una sociedad que puede ser tan monstruosa como quien comete el delito.
Afirma el veterano creador que cada función es «una experiencia desoladora». Es más, considera que el teatro debe ser una experiencia en todos los sentidos, el lugar al que se acude «con el afán de vivir algo» y que exige atención. No es entretenimiento; «para eso hay tantas cosas que no hace falta ni salir de casa; ponemos la pantallita, una serie y ya nos estamos entreteniendo». Esa experiencia lo deja a uno muchas veces tocado y le hace «plantearse cosas que no habían pasado por su cabeza». Esa es una de sus grandes labores, la que «un dramaturgo intenta lograr».
«Lo importante es el camino»
El pasado año, Pepitas de Calabaza publicó 'Vanas repeticiones del olvido', una edición de la obra de Calonge escrita entre 1992 y 2022 principalmente para La Zaranda, pero también para otras compañías. Primero fue «una sorpresa» saber que alguien quería editar lo que esperaba fuera un trabajo más corto. Pero treinta años de creación dan para muchas páginas. «Un punto de partida con una gran carga emocional», pero también la consciencia de estar expuesto a esta revisión por la propia profesión. El teatro se escribe más para los actores, para el escenario, que para el lector. Es el público quien da el aprobado. «No es un libro donde haya que imaginar un paisaje interior, sino que se hace con la finalidad de exponer y ahí están los resultados de tres décadas sobre el escenario». Todas sus obras salvo la última, que por la muerte de la actriz Laura Gómez-Lacueva no pudo llevar a cabo, «han tenido un pulso ante el público y pueden ser refrendadas por la literatura».
La lección más importante de su trayectoria es que «más que los logros, lo importante es el camino que hacemos juntos en un trabajo colectivo».
