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Isabel San Sebastián regresa hoy a Santander para presentar su nueva novela, ‘Lo último que verán tus ojos’.
"Vivimos en un país de villanos necesitado de héroes que no se resignen"

"Vivimos en un país de villanos necesitado de héroes que no se resignen"

La novelista Isabel San Sebastián presenta hoy en el Aula de Cultura de El Diario (Ateneo) su último libro, en el que desvela el papel de los diplomáticos españoles para salvar a los judíos de los nazis

Rosa Ruiz

Miércoles, 9 de noviembre 2016, 07:22

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Isabel San Sebastián (Santiago de Chile, 1959) tiene la suerte de poder vivir de sus dos pasiones: el periodismo y la literatura. Como cronista de la información política presume de trabajar sin mordazas aunque eso, asegura, le ha costado algunos vetos. Ese mismo entusiasmo lo traslada a sus novelas que suelen ir más allá de la ficción y acompañarse de algún tipo de investigación histórica. Esta tarde llega al Aula de Cultura de El Diario Montañés , en el Ateneo, (19.30 horas) con Lo último que verán tus ojos, su homenaje a un grupo de diplomáticos que evitaron que miles de judíos acabasen en los campos de concentración.

En su novela desvela un hecho bastante desconocido, el papel que jugaron algunos diplomáticos españoles durante la Segunda Guerra Mundial para salvar a miles de judíos del nazismo.

Se trata de un episodio que se conoce poco y del que ha habido muchas versiones tergiversadas. Es uno de esos misterios de este país tan ingrato con sus propios héroes. He querido recuperar ese papel heroico que desempeñaron los diplomáticos. Centro la novela en Ángel Sanz Briz, el más conocido de ellos, pero también hablo de otros, que tuvieron un comportamiento ejemplar y que están reconocidos por el Estado de Israel como Justos entre las Naciones. Son los Oskar Schindler españoles.

¿Quién era Ángel Sanz Briz?

Era un jovencísimo secretario de embajada en Budapest en el año 1944 que al marchar el embajador, expulsado prácticamente por el Gobierno húngaro, se quedó como consejero de la embajada y tomó la decisión de poner todos sus recursos al servicio de la salvación de los judíos que en esos últimos meses de la guerra estaban siendo literalmente exterminados por los nazis.

¿Cómo logró salvarlos?

Sanz Briz recurrió a un viejo decreto ley de 1924 de Primo de Rivera que permitía devolver la ciudadanía española a los judíos de origen sefardí y a través de una serie de tretas y de recursos logró salvar a cerca de 4.000 judíos, la mayoría de los cuales no eran sefardíes. Consiguió que algunos fueran a pisos protegidos y a otros les proporcionó visados para que pudieran salir.

¿Ha conocido a alguno de los descendientes de Sanz Briz?

A varios y han estado conmigo en la presentación del libro en Madrid. Una de sus hijas, Ángela Sanz Briz, me acompañará a Santander.

Sus dos últimos libros están protagonizados por diplomáticos ¿En España se conoce bien el trabajo que desempeñan?

Es un trabajo que está mitificado, pero para mal. Mucha gente piensa que son unos señores que se pasan la vida en cócteles. Y nada más lejos de la realidad. Muchos diplomáticos se han dejado la vida por ayudar a sus compatriotas. En la época de la emigración dura, por ejemplo, en los años sesenta o setenta, mi padre hacía eso en París. Entonces había muchos españoles que llegaban allí con una maleta de cartón y necesitaban ayuda. Los diplomáticos son gente que hacen un trabajo muy callado, pero muy necesario.

Leyendo la novela da la sensación que está dedicada a las personas que luchan contra las injusticias.

Está dedicada a los héroes y a los que no se resignan al destino que les ha tocado y los que trabajan por un mundo mejor. A los que luchan y se sobreponen a las dificultades para intentar cambiar su suerte. También hablo de los españoles que en época de crisis han ido a buscarse la vida a otros países. En el caso de mi novela a Londres, como ha tenido que hacer mi hijo mayor.

¿España necesita nuevos héroes?

Ahora mismo veo más villanos que héroes. Estamos en un momento para héroes que no se resignen a callar, ni a tragar que la vida publica es una especie de pozo negro. Es un momento para héroes morales y éticos, en un mundo que necesita voces críticas y personas valientes, decididas a levantar la voz y denunciar lo que hay que denunciar.

En la novela, los protagonistas se lanzan a la búsqueda de un cuadro que da origen a la trama. ¿Por qué entre tantos artistas que hay en España ha elegido El Greco?

El Greco fue un artista inconformista, con una personalidad muy marcada, que no se resignó a los cánones de su tiempo y que luchó y peleó por pintar como él quería, por trascender de lo plástico y reflejar pasiones y personalidades en sus cuadros. Además pintaba como los mismísimos ángeles.

En el libro no falta el romance. ¿Existe una buena novela sin una historia de amor?

Sí, pero creo que el romance le aporta mucho. La diferencia entre un ensayo y una novela es que esta añade emoción a la información y una de las emociones más fuertes y más profundas de cuantas compartimos los seres humanos es el amor.

¿Se ha planteado en algún momento abandonar el periodismo y dedicarse solo a escribir?

Algunas veces me entran fortísimas tentaciones de hacerlo. La literatura me da mucha libertad para poder ejercer el periodismo sin mordazas y arriesgándome a que me veten en cualquier sitio, como me pasa a menudo. Pero afortunadamente la literatura se me da bien y vendo libros. Eso me da medios económicos para no someterme en el plano periodístico y para ceñirme a los sitios donde me dejan ser libre, que es donde estoy.

Cómo periodista política, no sé si quiere darme su opinión sobre el nuevo Gobierno.

Es un Gobierno hecho a imagen y semejanza de Rajoy, pero el encargado de gobernar va a ser el Parlamento, luego la mejor ministra de Rajoy va a ser la debilidad de la oposición. Espero que por lo menos sepa gestionar esta situación de impás muy ventajosa para el PP, porque el PSOE ahora está fuera de juego y no está en condiciones de suponer una amenaza. Tampoco Ciudadanos, así que espero que el Partido Popular sepa gestionar una mayoría minoritaria muy ventajosa.

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