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"No creo en la felicidad absoluta"

"No creo en la felicidad absoluta"

El artista español más premiado actuará en Santander el 23 de julio, dentro del festival Música en Grande

Pilar González Ruiz

Lunes, 11 de julio 2016, 16:17

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La entrevista se retrasa unos minutos porque en televisión están contando el periplo de 'La Maestro', la última guitarra de Paco de Lucía en su viaje por varios países a bordo de un avión ('La guitarra vuela'). Y cuando sale Paco se para todo. ¡Además, esa guitarra es mía!. Quien afirma entre risas esta propiedad es Alejandro Sanz (Madrid, 1968), uno de los artistas latinos más destacados de las últimas décadas. Si la relevancia se mide en ventas, Sanz tiene 23 millones de discos como aval y una nutrida colección de premios (17 Grammy latinos y 3 americanos, que lo convierten en el cantante español más premiado). Con su decimosexto disco, 'Sirope', acaba de terminar una amplia gira por Latinoamérica y regresa a España para iniciar un tour que le traerá a Santander el próximo 23 de julio (festival Música en Grande).

- Viene de una gira de 30 conciertos y comienza otra en España. ¿Qué sensaciones maneja?

Hasta ahora el balance ha sido buenísimo. Acabamos de terminar en Latinoamérica. Hemos disfrutado muchísimo en el escenario y cuando uno disfruta la gente también, que es lo más importante. Nadie paga por ver a un artista sufrir. Siempre, eso sí, con las responsabilidad de ofrecer un buen espectáculo

- ¿Planifica de forma distinta el repertorio y el show cuando está en un país u otro?

- Mi show está vivo, mantengo un lenguaje cambiante y un diálogo constante en la banda y también influye lo que va pasando alrededor. Yo lo comparo con una barca a la que se le van pegando las algas y las conchas. El concierto ha cambiado desde que empezamos, aun siendo casi el mismo repertorio y la forma de interpretar las canciones. Ahora empezamos el show en el camerino. De esa forma salimos ya con todas las ganas calientes al escenario.

-Mucho metal. Sonidos distintos a los de sus inicios

- Al final uno es lo que vive y a mí se me ha ido pegando mucha música que tiene que ver con el son cubano o el funk, por ejemplo. Ritmos que conviven conmigo. De pequeño mis dos pasiones eran el rock duro y el flamenco, pero no me gustan los estilos puros a la hora de interpretar.

- ¿Cuántos son en su banda?

- Somos diez en total; cuatro chicas, bajista, pianista, trompetista y corista y cinco chicos, batería, saxo, trombón y guitarras y yo.

- Cuando uno ha vendido 23 millones de discos, ¿Afronta igual el proceso de crear una canción?

- El proceso nunca tuvo que ver con números. Yo empecé en esto por pura pasión, algo que intento conservar siempre, me sale muy natural, esa pasión al componer. No pienso en nada más. Creo que tiene que ser así. Cambian los procesos de composición porque me gusta que sean diferentes. Esta vez, por ejemplo, empecé con bajo y batería como punto de partida.

- Colabora en un talent show, pero, ¿está al día de la música que funciona en España?

- Voy escuchando muchas cosas pero ahora hay tantos impactos que es muy complicado mantenerse al día. Todos los días salen movimientos diferentes. La forma de consumir música ha cambiado mucho. Antes te comprabas un par de discos en verano y era lo que escuchabas de continuo. Mi hija de quince años seguro que sabe mucho más.

- ¿Ese cambio de modelo beneficia o perjudica?

- El problema es parte de la situación. Internet lo ha cambiado todo. Las empresas lo viven de forma distinta a los artistas, pero es algo que permite promocionar de otra manera. Todo está encajándose poco a poco en la industria de la música pero queda mucho por hacer.

- ¿Hay cosas que podamos aprender sobre el tratamiento de la cultura en otros lugares?

- En general, se protege más la cultura en otros países. Concretamente en Estados Unidos. En México hay problemas parecidos. Francia protege a sus artistas; las embajadas casi patrocinan los conciertos. Creo que en ese sentido lo que tenemos que explicarle muy bien, a los dirigentes es que la cutura de un país es vital para su identidad. Si no acabará sucumbiendo a un maremagnun de la nada.

- ¿Apoyar más o de otra manera?

- A mí no me han subvencionado en la vida ni lo espero, pero sí estaría bien tener otro tipo de ayuda,

- Si la cultura es identidad, también lo es el lenguaje. Usted se mantiene fiel al español

- El lenguaje y el buen uso del lenguje. Últimamente estoy precupado, veo incluso en televisión errores increíbles. El loismo ha llegado a unos niveles... Tuve una profesora muy estricta que me pegó todas sus manías. Escribir con faltas de otrografía es como cantar desafinado; difícilmente soportable. Siempre he defendido mi lengua y la he protegido.

- ¿Lleva la cuenta de cuantos premios tiene? ¿Le influyen?

- Creo que son como la guinda del pastel. Cuando has conseguido no solo llenar sino que la gente salga feliz, que es lo más importante y haber participado de alguna forma en su vida emocional, es como la culminación. Los Grammy, por ejemplo, que votan los compañeros, se agradecen. Es bonito. A mis hijos seguro que les gustará.

- ¿Se siente respaldado por la crítica?

- No me puedo quejar. Al principio eran un poco más duros y yo estaba más verdes. Siempre hay reticencias. Eran letras más adolescentes. Pero con el tiempo creo que me han ido tratando mejor. O se han ido dando cuenta de que he intentado ser muy honesto, he cuidado mucho a los músicos.

- ¿De cuál de sus canciones nunca se desprendería?

-¿De las mías? No sé

- ¿Y de los demás?

- Me quedaría con el concierto numero dos para piano de Rajmàninov.

- ¿Se veía aquí?

- Jamás. Me daba con un canto en los dientes por poder salir a tocar con una banda.

- ¿Es feliz?

Moderadamente feliz. No creo en la felicidad absoluta.

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