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«Eskorbuto y la rebeldía del rock canalizaron el sentimiento de desarraigo de una generación»

«Eskorbuto y la rebeldía del rock canalizaron el sentimiento de desarraigo de una generación»

Edurne Portela, Escritora. La historiadora cultural vizcaína presenta esta tarde en Librería Gil su novela 'Mejor la ausencia', ambientada en los 'años de plomo'

JAVIER MENÉNDEZ LLAMAZARES

SANTANDER.

Jueves, 5 de octubre 2017, 07:28

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Tras el éxito de su ensayo 'El eco de los disparos', Edurne Portela (Santurce, 1974) aborda de nuevo la violencia sufrida durante los años ochenta en el País Vasco, pero esta vez en clave de ficción. Esta tarde, a partir de las 19 horas, presentará en Librería Gil 'Mejor la ausencia', novela publicada por Galaxia Gutenberg que acaba de alcanzar la segunda edición.

-¿Qué le hizo pasar de la realidad a la ficción?

-En mi libro anterior, un ensayo, incluía ya algunos relatos autobiográficos que no eran exactamente ensayos, y decidí explorar otros tipos de escritura, para contar una historia que me rondaba la cabeza.

-¿Qué quería contar? ¿Su vida?

-Más que con mi vida, tenía que ver con mi memoria afectiva, con el contexto: cómo vivimos aquellos años en Euskadi. Es ficción, pero la imaginación siempre se nutre del conocimiento, de modo que hay realidad detrás.

-Y de repente surge Amaia...

-Estaba buscando una voz para contar esta historia, y el personaje se fue haciendo cada vez más poderoso. Lo que me interesaba es cómo ella entendía el mundo, y desde una edad muy temprana, su interpretación de un entorno tan hostil.

-Que, además, sufre la violencia por partida doble.

-Claro, es que me preocupaba la cuestión de la violencia de género, que Amaia sufre dentro del hogar pero también fuera. Un tipo de violencia normalizada por el silencio.

-Otra voz importante en la novela resulta, paradójicamente, muda: el silencio. De lo que no se habla, ¿no existe?

-El silencio es casi un protagonista más en la novela. Tiene mucho que ver con las actitudes que, como sociedad, mantuvimos en el momento de la novela, y hasta muy recientemente. Era el silencio de quien no tenía herramientas para procesar y entender lo que estaba ocurriendo, incluso para comunicar lo que sentían. Pero además está el silencio de quien no quiere que la violencia le salpique, o el de quien está de acuerdo con alguna de esas prácticas.

«Hay que sentarse a hablar con la mayor flexibilidad y generosidad posible»

-Además del silencio, se habla mucho de 'equidistancia'...

-Es un término ahora mismo vacuo. Uno puede oponerse a un bando y a al otro y no estar necesariamente en medio, sino tener una postura propia.

-¿Cómo?

-Yo critico con total contundencia la violencia de ETA y el terrorismo. Pero también critico otros problemas que hemos tenido en Euskadi, como el terrorismo de estado, la represión policial que fue sistemática durante años, el uso de la tortura. Y también critico que se continúe con la dispersión de presos. Pero eso no me hace equidistante; tengo una actitud crítica contra unos y otros. Ese adjetivo se utiliza hoy día como un arma arrojadiza.

-Viendo la proliferación de literatura sobre el tema, se diría que los escritores vascos tienen la necesidad de escribir sobre ese momento histórico. ¿Por qué precisamente ahora?

-Bueno, la literatura sobre el terrorismo no es nueva; cuando ETA estaba matando, autores como Iban Zaldua o Luisa Etxenike narraron el horror, desde distintas perspectivas. Pero tras seis años desde el final de la violencia, convivimos varias generaciones a la que todo esto afectó de maneras muy diferentes y sentimos la necesidad de reflexionar sobre lo que hemos vivido. En mi caso, fue pura necesidad de indagar en lo que había pasado, y sobre en cómo habíamos contribuido a ello.

-La mención a 'Patria' de Fernando Aramburu resulta ineludible.

-Como fresco está bien, pero no podía ser la única versión. Yo quería contar la historia desde dentro.

Cataluña

-Aunque trabaja como profesora universitaria en Carolina del Norte, habrá seguido con atención los acontecimientos en Cataluña.

-Por supuesto, pero es una auténtica locura. Lo único razonable es oponerse tanto a la aplicación del artículo 155 como a la declaración unilateral de independencia.

-¿Pero existe alguna manera de afrontar la situación?

-Hace falta sentido de la responsabilidad y sentarse a hablar para dirimir la situación con generosidad y flexibilidad, de la mejor manera posible

-Desde el País Vasco, ¿estarán tomando buena nota?

-Lo que están es muy asustados, creo. El nacionalismo vasco, al menos el que representa Íñigo Urkullu, está llamando al diálogo. En la izquierda abertzale habrá un mayor abanico de opiniones, pero algunos lo verán con preocupación.

-Y para contarlo recurre a una joven de la 'margen izquierda' con mucha curiosidad y con criterios muy marcados. ¿Qué tenía Eskorbuto que no tuviera Javier Marías?

-Para su generación, y la mía, Eskorbuto puso letra y música al desarraigo, a la sensación de estar en un mundo en descomposición, violento, que no ofrecía un futuro deseable. Para los más nihilistas, canalizaron toda esa rabia e impotencia.

-¿Tan duro era?

-Había violencia explícita e implícita, en un entorno degradado, con una contaminación tremenda. Hasta el discurso era violento. Para una adolescente crecida este entorno, Marías sólo podía ofrecer aburrimiento.

-La situación, sin embargo, ha cambiado radicalmente.

-Sí, pero al precio de enormes pérdidas. La heroína, el terrorismo y la violencia casi destruyen a toda una generación.

-Pero quedan algunas asignaturas pendientes.

-Una cosa es que a los políticos les convenga pasar página, pero todavía queda mucho trabajo: faltan reparaciones, falta investigar muchos asesinatos de ETA, y de causas cerradas en falso. Pero también deberíamos poder sentar a la misma mesa a un independentista y a un defensor de la unidad de España, sin la sombra de la violencia. Porque la mentalidad que la produjo sigue viva, como en los recibimientos heroicos a los etarras liberados. Ojalá cundiera el ejemplo de Julen Mendoza, alcalde de Rentería, de EH Bildu, que organizó un homenaje a las víctima de ETA. Si lo hace, ¿por qué no podrían hacerlo muchos más?

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