«La música se parece a una cebolla mágica, nunca se llega al origen de las grandes obras»
El director la orquesta The King´s Consort, Robert King, presenta el martes en el Palacio de Festivales un programa de música de cámara barroca con el que «entrar en las mentes y oídos del público»
El director británico Robert King (Womburne, Reino Unido, 1960) está consagrado como uno de los más grandes de su generación. Al frente de The King' ... s Consort, y con Julia Doyle como soprano, el martes presenta en el Palacio de Festivales un programa de música de cámara barroca dentro de los actos del Año Jubilar Lebaniego (20.30 horas). The King's Consort es una de las más destacadas orquestas europeas de instrumentos de época. Robert King trasladó a la orquesta sus conocimientos. Y es que desde sus inicios en el coro del St John's College de Cambridge hasta la actualidad, en sus 38 años de trayectoria profesional, ha trabajado con las orquestas sinfónicas más importantes de los cinco continente.
-Lleva casi cuarenta años dedicado a la música y hoy es uno de los grandes directores británicos ¿Cuál es la receta?
-La música es un negocio muy democrático: el público 'vota' para que vuelvas a los conciertos y para comprar nuestros CDs. Y si la gente todavía vota a mi favor después de 38 años, me sugiere que yo todavía ¡lo estoy haciendo bien! No estoy interesado en ser el más rápido, o el más ruidoso, o el más polémico, solo quiero servir al compositor, ser tan musical como pueda, y traer al público conmigo a la música. Quiero que el público disfrute oyendo música tanto como yo y mis maravillosos colegas disfrutamos tocando.
-Llega a Santander para participar en la programación del Año Jubilar Lebaniego, ¿qué escuchará el público de Cantabria?
-Traemos un programa de música de cámara barroca con piezas de Handel, Vivaldi, Geminiani y Albinoni, concluyendo con el maravilloso motete temprano de Handel Silete Venti. Es una selección muy íntima que nos permitirá entrar en las mentes y oídos del público, que se implique como si estuviera en el escenario.
-Usted participó en la inauguración del Palacio de Festivales hace 27 años, ¿qué recuerda de aquella experiencia?
-Todavía recuerdo aquella ocasión. Trajimos un gran oratorio de Händel y disfruto pensando que fue hace 27 años porque, en realidad, es como si hubiese sucedido el año pasado.
-¿Qué cualidades necesita tener un buen músico?
-Deben amar la música y debe de gustarle tocar. Ellos también deberían estar al servicio del compositor y no interpretar en base a su propia personalidad. Soy afortunado porque puedo seleccionar a los músicos con los que toco, decido quién me gusta, y a quién gusto yo. Creamos una atmósfera buena.
-¿Y un buen director?
-La música es sobre todo colaboración, y mi trabajo como director debe encajar el enorme talento que tengo delante de mí en una dirección. Los directores tienen que ser diplomáticos y embajadores. Disfruto trabajando con nuevas orquestas y coros y espero enseñarles nuevos modos de ver la música. Nada me complace más que los cambios más sutiles de cada orquesta al enfrentarse a una obra, conseguir grandes resultados y que al final de la semana, el músico se me acerque y me diga: esta semana me he emocionado, usted ha sido una ráfaga de aire fresco.
-¿Qué le inspira cuando dirige un concierto?
-Tener una buena pieza musical, tocada bien por músicos que se apasionan con su trabajo, es muy inspirador. Mi trabajo debe tratar de crear las condiciones correctas para que cantantes y músicos disfruten.
-¿Cuándo llegó la música a su vida?
-De niño yo era parte del coro del Colegio de St John, Cambridge. Mi única aspiración era ser músico profesional. Esa educación musical a la edad de 8 años es la más brillante que uno podría desear. Se aprenden habilidades musicales y una amplia variedad de repertorio, pero también aprendí a colaborar, a ser organizado, a escuchar a otros, a trabajar juntos, de manera que quien ha sido un corista también se hará un mejor doctor, profesor o científico. La razón por la que hago esto en mi vida ha sido gracias a esta experiencia en mi infancia.
-¿Y qué ha aprendido en estos años de la música?
-La música es un trabajo mágico porque uno puede tocar grandes obras cien veces y en la 101 se encontrará algo nuevo. Esto se parece a una cebolla mágica, nunca se llegará al centro, al origen de las grandes obras. Yo felizmente tocaría la Misa de Bach en B menor 102 veces.
-¿Qué orquesta le gustaría dirigir?
-Me gusta trabajar con apasionados de la música. No me importa si ellos son mundialmente famosos o no, con tal de que les guste la música.
-¿Cómo está la escena musical?
-La música es una lengua con la que casi todos pueden comunicarse. La música enseña la colaboración, la audición, la coordinación, la cooperación, la conciencia, la sensibilidad, la disciplina, la responsabilidad... Algo tan universal como la música debería estar en la cima misma de cada programa de educación, pero es demasiado fácil de recortar. Hay menos dinero para la música clásica y muchos músicos increíblemente talentosos tienen muy difícil el ganarse la vida con la música. Invertir en música es invertir en la civilización.
-¿Cuáles son sus planes y proyectos para el futuro?
-Hay maravillosos proyectos que me gustaría hacer, pero están supeditados a la financiación. Hay tanto Mendelssohn que quiero tocar con los instrumentos de la época... Tengo también una lista larga de música inglesa romántica, incluyendo Howells, Irlanda, Finzi, Stanford, Parar, Vaughan Williams y muchos de sus contemporáneos extraordinarios. Y me gusta la música de Rogers y Hammerstein, Jerome Kern, Cole Porter, Jorge Gershwin: son maravillosas melodías. ¡Solamente necesitamos un buen partner para traer estos sueños a la vida!
-Finalmente, termine esta frase: Un mundo sin música sería...
-Un mundo sin música sería como un río sin agua.
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