«En el Norte hay gran afición y pocos prejuicios al flamenco»
'Un cuerpo infinito', el trabajo de investigación de la compañía de la bailaora y coreógrafa, sobre Carmen Amaya, llega hoy al Palacio de Festivales
El baile impetuoso y valiente, pero también emocionante y frágil de Carmen Amaya, está en Olga Pericet (1975). La cordobesa, una artista con sello propio ... que ha conseguido el reconocimiento de la crítica y la obtención de los más prestigiosos galardones de baile del dentro y fuera del país, entre ellos, el Premio Nacional de Danza en 2018, también ha venido para revolucionar la escena. Y en esta ocasión, llega hoy, viernes, al Palacio de Festivales de Santander, con 'Un cuerpo infinito', su último trabajo de investigación en el que se centra en el eco de 'La Capitana', su esencia y su legado para convertirlo y arrastrar al espectador en ese revuelo flamenco hasta los designios del paso del tiempo y su afán transformador.
-'Un cuerpo infinito' recala en Santander. ¿Cómo llega Olga Pericet al Palacio de Festivales?
-Con muchas ganas y al mismo tiempo mucha templanza. Quiero que el público vea mi trabajo, porque soy consciente de que no es fácil estar aquí, en el Norte, donde hay una gran afición a la cultura, al arte y no se tienen prejuicios, sobre todo con el flamenco. Tengo por eso muchas ganas de entregarme y de hacerlo con un equipo maravilloso.
-Un equipo que, además, debe hacer buena liga con usted porque, entre ellos se encuentran artistas que también están rompiendo barreras, como Antonia Giménez, mujer y guitarrista.
-Sí. Ella ha roto muchas, ya no solo por ser mujer y guitarrista, sino por estar en primera línea. Aparte de eso, tiene una sensibilidad impresionante, es muy generosa y aquí la vamos a ver participando de la escena, no sólo escondida detrás de una guitarra. En realidad, en 'Un cuerpo infinito', todos los artistas participan: son cuerpos, voces e instrumentos que van transformándose según la energía y el viaje astral; al límite del umbral que nos lleva Carmen Amaya.
-¿Cuánto de especial es para usted llegar con esta obra a una ciudad donde descansan los restos mortales de Carmen Amaya?
-Mucho. Me gusta Santander especialmente porque es una ciudad que forma parte de ella. Por supuesto que antes de irme, iré a visitarla. Eso no lo quiero dejar pasar.
FICHA TÉCNICA
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uDirección y coreografía Olga Pericet. Algunas piezas cuentan con la colaboración coreográfica de Rafael Estévez y Marcos Flores.
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uElenco. Guitarra Antonia Jiménez; cante: Inma 'La Carbonera' y Miguel Lavi; trompeta: Jorge Vistel; percusión: Paco Vega; cuarteto coral: Elvia y Elena Sánchez, Simón Drago y Mario Méndez.
-Para entender un poco el proceso creativo: comienza a buscar a Carmen Amaya y acaba mirándose al espejo. ¿Qué hay de usted en ella y de ella en usted?
-¡Jajajaja! Hay muchas cosas. Pero no sólo de ella, sino de todas las bailaoras en este tiempo. Ella nos dejó mucho y su eco está ahí, que podemos ver en todas las formas que nos ha dejado. De Carmen Amaya hay mucha soledad; también un cuerpo un poco diminuto; una visceralidad en un momento dado y el paso del tiempo, que permite que aunque a una la encumbren en un momento dado, el cuerpo se agota. No eres un superhéroe de Marvel e incluso la propia exigencia del público puede acabar contigo. Por la edad que tengo, que se asemeja a la que ella tenia cuando se fue, estoy en esa mediana edad para una bailaora que ya siente el dolor del cuerpo y el paso del tiempo. Sientes, de alguna manera, que llega el fin, aunque para mí el fin mismo es una transformación. Ahora que me he acercado a ella un poco más, me encanta la valentía y la libertad que tuvo con la condición que la vida la impuso por su origen y raza. Y yo ahí, en esa libertad, sí que me siento muy igual a ella.
-Es rompedora dentro y fuera del escenario...
-Creo que va de la mano. Tengo esa libertad de hacer lo que quiero porque me sale de forma natural. No pienso en romper nada o no quiero ser provocativa, simplemente me gusta hacer lo que quiero. Así soy en todo. Creo que en mi vida personal, la que se pone más límites soy yo.
-¿Dónde están esos límites?
-Están cuando mis pensamientos se paran o esas voces extrañas nos perjudican. Ahora que cumpliré 44 años, creo más en la transformación, en que sí aparece un límite en un momento dado es porque se te va a abrir una curva infinita.
-En la obra refleja la vulnerabilidad, el dolor... ¿Cree que el lenguaje artístico se vuelve auténtico cuando uno se ha sufrido verdaderamente esas facetas?
-Totalmente. Una persona se hace más grande cuando realmente enseña su fragilidad y vulnerabilidad y no tiene miedo a mostrarla. Estamos viviendo un momento donde parece que uno no puede salirse de las normas; enseñar el dolor y fragilidad es el único camino para hacerse más fuerte. Aunque a veces resulte incómodo. Pero es muy importante porque es la auténtica verdad grande que nos acompaña.
«Los artistas participan; se van transformando al límite del umbral que nos lleva Carmen Amaya»
«Me encanta la valentía y libertad que tuvo pese a lo que la vida la impuso; ahí sí me siento muy igual a ella»
«No me lo esperaba; he tenido mayor impulso, pero todo es muy aleatorio y más en esta profesión»
-¿Qué ha sido lo más difícil?
-Tener que seguir y no poder. Esta profesión es muy dura y ha habido momentos especialmente difíciles. La desmotivación, la que he sentido en ocasiones, me hunde. Quizá por individuos, pensamientos míos o por no alcanzar realmente lo que busco. Por eso, ahora, cada cosa, cada gesto, cada amigo, los intento vivir de verdad, al momento y seguir hacia adelante.
-¿Cómo le cambió la vida el Premio Nacional de Danza?
-Siempre es de agradecer un reconocimiento así, pero no me lo esperaba. Hice un recuento de todos mis pasos, eché la mirada atrás, quizá por al edad a la que me llegó. He tenido mayor impulso, pero todo es muy aleatorio y más en esta profesión.
-Y aún así su trabajo está al 80% fuera del país. ¿No es chocante?
-Vivimos en un país que no da importancia a la cultura. Fuera, allá donde vayas, la gente va al teatro. Aquí no. Pero soy positiva, sé que se está empezando. Aquí todavía hay la programación continuada de otros países, pero España, que vive del turismo, debería apostar por la cultura como un pilar más.
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