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Natalia de Molina en 'Techo y comida'.
Natalia de Molina, de adolescente a madre coraje

Natalia de Molina, de adolescente a madre coraje

La joven actriz apunta al Goya por su intensa interpretación de una mujer que lucha por dar a su hijo ‘Techo y comida’, un crudo retrato de los desahucios y la crisis económica

Francisco Griñán

Viernes, 29 de enero 2016, 12:45

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Los premios Goya nos descubrieron hace tres años a una joven andaluza de mirada seductora y sonrisa contagiosa al ritmo de la música de John Lennon: Natalia de Molina. Actriz revelación por Vivir es fácil con los ojos cerrados (2013), la joven vuelve a los premios del cine español en la categoría de protagonista con un papel diametralmente opuesto. Cargado de madurez y riesgo interpretativo al encarnar a Rocío, una madre en paro que intenta salir adelante, mantener el piso que no puede pagar y evitar que la aparten de lo que cada día le da las ganas de vivir: su propio hijo. Techo y comida es el retrato más crudo y emotivo que ha hecho el cine español de la crisis económica que todavía mantiene sus efectos. Un relato arrebatador, con el que es fácil identificarse. De ello tiene buena culpa Natalia de Molina. No solo soporta el peso de este drama social, sino que ofrece una soberbia y desgarradora interpretación que la ha convertido en una de las grandes candidatas al Goya a la mejor actriz.

El paso adelante de la joven intérprete, que también es un salto al vacío por la intensidad y el riesgo de esta madre desesperada que lucha desde la dignidad, la sitúa como favorita en las quinielas, aunque repartiéndose las preferencias con la protagonista de La novia, Inma Cuesta. De hecho ambas cuentan con sus grandes apoyos y son el mejor ejemplo de que asistimos a una de las ediciones de los Goya más abiertas que se recuerdan. Así, Cuesta encabeza el reparto de la película más nominada de estos galardones (12) y se llevó el premio a la mejor actriz en los pasados Feroz que otorga la prensa cinematográfica, mientras que Natalia de Molina es la gran exponente de una película pequeña eso siempre crea simpatías y acumula los reconocimientos del Festival de Málaga Cine Español, el Premio Forqué de los productores de cine y los recientes Asecan de la crítica de cine andaluza. Dos grandes papeles para dos excelentes actrices que, en el caso de Natalia de Molina, supondría su segundo Goya.

Nacida en Linares (Jaén) y criada en Granada, la joven es la pequeña de cuatro hermanas. Su hermana Celia fue la encargada de abrirle camino, ya que también es actriz y le tocó decir en casa eso de: Mamá, quiero ser artista. Natalia encontró así vía libra para formarse en la Escuela de Arte Dramático de Málaga y, cuando puso sus esperanzas en Madrid, vivió uno de esas historias de principiantes en la que su talento se alió con la suerte. En un casting para una película, tenía que interpretar a una chica e hizo la prueba en un perfecto castellano neutro. Al director, David Trueba, le gustó, pero le comentó que era una pena ya que buscaba una actriz andaluza. Le faltó tiempo para explicar que era de Linares y Graná, y repitió la prueba con su propio acento. Se llevó el papel. Compartió reparto con Javier Cámara en Vivir es fácil con los ojos cerrados. Y el Goya acabó en sus manos. Un premio que ahora espera repetir.

Este mismo año, Natalia de Molina ha compartido reparto con su hermana en la comedia Como sobrevivir a una despedida y ha participado en Sólo Química, aunque la película por la que ha estado en boca de todos es Techo y comida, una cinta independiente y modesta en la que el director Juan Miguel del Castillo aprovecha la fuerza natural de su protagonista para ocultar carencias y emocionar. Esta historia de una madre coraje bien vale un premio Goya.

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