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Valentina Granados ha afrontado su segunda edición como directora artística del FIS. Alberto Aja
«Santander siempre ha vivido el Festival Internacional como algo muy propio»
Valentina Granados - Directora del FIS

«Santander siempre ha vivido el Festival Internacional como algo muy propio»

Tras una edición que ha superado la expectativas en lo que a la respuesta del público se refiere, su responsable quiere que siga siendo «un espacio de convivencia»

Rosa Ruiz

Santander

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Lunes, 6 de septiembre 2021, 07:15

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Feliz por la respuesta del público en la última edición, Valentina Granados, directora del Festival Internacional de Santander (FIS), está convencida de que esta ciudad lo vive como algo propio y muy importante. Por eso, aunque desearía que el año que viene los programas no sufrieran la limitación a la que se han visto obligados por el covid, reconoce que no le importaría tanto que se viviese con la misma sensación de espacio de convivencia de esta edición.

–En la presentación del balance de esta edición reconoce que se han superado las expectativas.

–Así es. Estamos encantados por como ha transcurrido y, sobre todo de la reacción del público con un 95% de ocupación y varios llenos absolutos. Esa respuesta, junto a sus aplausos del al final de los conciertos, es nuestro mayor respaldo. El año pasado vivimos con emoción la vuelta de los artistas tras varios meses sin pisar un escenario, pero la respuesta del público fue más tibia, tal vez por la incertidumbre o el miedo. No lo sé, pero este año ha sido sin fisuras.

–¿Han pasado muchos nervios?

–Hemos tenido lo que se puede llamar un bajo continuo de nervios. Una cierta inquietud e incertidumbre. Sobre todo cuando determinados países ponían a España en zona roja para viajar, pero tengo que decir que absolutamente toda la gente que trabaja para este Festival se ha involucrado con ganas e ilusión para que todo saliese bien y que, por tanto, el buen resultado ha sido gracias a su trabajo.

– De los 45 conciertos que se han celebrado, ¿cuál ha sido el más complicado para la dirección?

–La gestión más complicada, en sus inicios, fue la de la Orquesta de Budapest, pero ahí estuvimos mano a mano la Quincena de San Sebastián y nosotros para que vinieran. Hubo un momento en que los Festivales teníamos claro que teníamos que ir a programas reducidos, sin descanso y con plantillas más pequeñas porque no teníamos seguridad de que en verano los músicos pudieran estar juntos y eso condicionaba el programa. Así que hubo un tira y afloja y en algún momento el director de la orquesta, Ivan Fischer, que por otra parte es fantástico, pedía más tiempo antes de firmar y no podíamos esperar. Al final creo que el resultado ha sido buenísimo porque ese que concierto que ofrecieron en la Clausura no pudo resultar mejor.

«El público ha respondido sin fisuras y ese es nuestro mayor respaldo»

–¿En qué sentido?

–La Orquesta de Budapest no ofreció un programa habitual, ya habrá tiempo para que lo hagan en ocasiones futuras, y eso nos permitió vivir un cierre de lujo con un repertorio fácil de disfrutar y de mucha alegría, al que se sumó la sorpresa que ofrecieron a modo de propina y que consistió en que todos los músicos se pusieron a cantar en el escenario. A mí eso me pareció precioso porque no hemos podido traer a ningún coro a causa del covid.

–Llegó al FIS en 2012 como directora ejecutiva y este es el segundo año que asume también la dirección artística. ¿En qué ha cambiado el Festival en estos años?

–Creo que tendrías que preguntar a los demás, pero todo el mundo sabe en que situación económica estaba el FIS cuando llegamos Jaime Martín y yo. Tremenda, con una enorme deuda estructurada de una forma desastrosa. Nuestro objetivo era paliarla cuanto antes y trabajamos en ello con ahínco. Afortunadamente pudimos solventarla en relativamente en poco tiempo.

–¿Se puede decir entonces que en estas últimas ediciones han pensado más en lo artístico que en los números?

–En los números hay que pensar siempre porque no se puede volver otra vez a aquella situación. Yo los números los tengo bien presentes y Jaime Martín también los tenía. Pero sí que es verdad que desde hace unos años la forma en que afrontamos el Festival es completamente diferente. Antes nuestra prioridad era acabar con esa deuda. Y de nuevo tengo que reconocer que la respuesta del público ayudó mucho con unas buenas taquillas. Sacamos petróleo de cada euro y creo que seguimos así porque trabajamos con dinero público y debemos ser responsables. Ahora nos hemos visto frenados por el covid.

–¿En que se diferencia el Festival de Santander al de otras ciudades?

–Me gustaría que se sintiera como un Festival cercano, accesible, al que uno pueda ir sintiéndose como en casa. Es un poco lo que Jaime Martín y yo hablábamos siempre de recuperar el espíritu de La Porticada porque este Festival se ha sentido siempre en la ciudad como algo muy propio e importante.

–¿Los Marcos Históricos son su ojito derecho?

–Eso no puedo reconocerlo (ríe). Trabajar con los grandes artistas y orquestas que vienen al Palacio de Festivales en cada edición me parece algo fantástico, pero es cierto que, utilizando una expresión muy cursi, a los Marcos Históricos los tengo sentaditos en mi corazón (más risas). Me encantan porque viene gente muy cercana, grupos españoles que están trabajando en la recuperación de músicas y partituras que no se tocan desde hace mucho y que trabajan también de una forma muy especial su relación con el público. Lo viven con tanta pasión que se transmite y eso es una maravilla. Tenemos futuro.

–Estudió la carrera de Historia, pero tiene una larga trayectoria como gestora en diversas instituciones relacionadas con la música clásica como en el Inaem, el Teatro de la Zarzuela o la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, entre otras. ¿Siempre le ha gustado este tipo de música?

–Siempre. Desde muy pequeña. Es algo que le debo a mi padre. En mi casa los domingos por la mañana se escuchaba a Henry Purcell, que ahora está más de moda pero entonces no se escuchaba apenas. También me llevó a muchos conciertos. Tener esa educación es una suerte y por eso siento la responsabilidad de que este tipo de música llegue a todo el mundo, porque no me parece justo que yo haya podido disfrutar de este privilegio y que todavía haya gente que siente una distancia hacia esta música que no es real. Una especie de miedo a no entender lo que va a escuchar. Así que creo que tengo la responsabilidad de hacer con los demás lo que mi padre hizo conmigo y de ahí mi empeño en hacer cosas como ese taller de acercamiento al FIS que organizamos todos los años.

–¿Ya tiene pensado cómo va a ser la edición del año que viene?

– A todos nos gustaría pensar en que el año que viene vamos a poder hacer un Festival a lo grande y sin las complicaciones que nos ha traído el covid, pero tenemos que ser muy prudentes, no podemos adquirir compromisos sin condiciones porque no sabemos lo que va a pasar. Estaría bien que podamos hacer una edición como la de 2019 pero me conformaría por transmitir la alegría de esta última y que siga siendo el espacio de convivencia que ha sido este año. Con la misma cercanía entre público y artistas.

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