«El teatro tiene unas posibilidades poéticas mucho mayores que el cine»

-¿Qué le atrajo de 'El corazón de las tinieblas'?

-Cuando me ofrecieron hacer un estreno para los Teatros de la Canal pensé en esta novela que me obsesionaba desde hacía mucho tiempo porque era el momento adecuado. Por un lado, es un clásico de la literatura contemporánea y, por otro lado, necesitaba una aproximación escénica con ciertas libertades creativas para servirme de un lenguaje más contemporáneo. Siempre pensé que una puesta en escena de 'El corazón de las tinieblas' permitiría devolver a la novela la dimensión más política. Lo que en un principio era un testimonio sobre el genocidio belga en el Congo, se había convertido en una novela romántica. Pensé que la puesta en escena podría reconciliar ambas partes, mantener su espíritu literario y, a través de la imagen, recuperar la reflexión moral y política.

-Esta obra de teatro invita a reflexionar, ¿cuál ha sido su reflexión?

-Es triste volver a hablar de los holocaustos que se siguen repitiendo recurrentemente, pero lo más sorprendente es que este fue un holocausto totalmente olvidado. Fue uno de los genocidios más salvajes que ha conocido el ser humano y se ha visto totalmente olvidado, sepultado y eclipsado por la historia del siglo XX. Es bueno reflexionar sobre cómo somos capaces de olvidar ciertas cosas y de alguna manera la tragedia también está sujeta a la voluntad de la cultura de masas. Creo que nos ayuda a reflexionar no tanto sobre el mal político, sino sobre lo fácilmente manipulable que somos los seres humanos.

-¿En qué ha consistido su adaptación del texto de Joseph Conrad?

-Es una adaptación bastante respetuosa con la estructura de la novela. He resaltado más la parte testimonial porque Conrad fue marinero en el Congo y la novela tiene mucha carga autobiográfica. Al mismo tiempo, he intentado resaltar todos los niveles, desde el testimonio político, al viaje psicológico con la evolución del personaje y la enorme metáfora que atraviesa 'El corazón de las tinieblas' como viaje interior a las profundidades de la moral. He intentado también mantener su belleza literaria y ser lo más respetuoso posible con el espíritu de la novela de Conrad.

-¿Cómo llegó al mundo del teatro?

-Ya hace mucho tiempo, veinte años. Siempre estuvo conmigo de alguna manera. Llegué por mi necesidad de contar historias. Primero pensé en el cine, un lenguaje que todavía me atrae mucho, pero siempre pensé que el teatro tenía posibilidades poéticas mucho mayores que las del cine. Empecé con 17 años en el teatro y aquí sigo.

-¿Cómo es su lenguaje teatral, qué tiene de diferente?

-Con mi compañía Metatarso Producciones hemos abierto un camino que ahora respaldan las instituciones y teatros más relevantes del país. Hace 18 años estábamos prácticamente solos en mitad de un espacio teatral en el que sólo se concebía un teatro literal. Había que representar de forma literal lo que ocurría. A fuerza de insistir, hemos podido inspirar a otros creadores, algo que me alegra mucho y me encanta. Al final es luchar con la imagen literal, encontrar las posibilidades poéticas del escenario, ya que éste nos permite comunicarnos de forma metafórica y explorar este territorio para que el espectador viva una experiencia sensorial, intelectual y emocional pero conmocionando. Intentamos también que el público reflexione.

-Creó una compañía de teatro Metatarso, ¿un acto valiente no cree?

-Cuando no sabes hacer otra cosa no es valentía, es la única opción que tienes. Me gusta el dicho que dice que un Plan B siempre es la mejor manera de no dedicarlo al Plan A. No es un acto de valentía, sino una única posibilidad en un único camino.

-¿Y cómo ve el panorama teatral?

-El teatro ha estado siempre en crisis. Es como la muerte del arte... Pero el teatro siempre estará aquí, es un medio de comunicación poderoso. Vivimos un momento en el que hay muchas compañías jóvenes que se atreven a estudiar nuevos lenguajes y posibilidades de comunicarse con el público. Esto me hace profundamente feliz, el que exista una generación nueva de directores que se aproximan a lo contemporáneo sin perjuicios. Y es una buena noticia para el espectador que puede disfrutar de otras experiencias y formas de entender el hecho escénico.

-¿Qué le ha enseñado el teatro?

-Todo, no sabría por donde empezar.

-Es dramaturgo y director, ¿no le gusta que otros dirijan sus obras?

-Me gusta todo. Yo escribo a veces obras que no dirijo, pero cuando dirijo me gusta escribir mis obras durante el proceso del ensayo. Son escrituras que están unidas a la puesta en escena. Son obras que se van desarrollando y creciendo en el proceso del ensayo.

-¿Qué ingredientes debe tener una buena obra de teatro?

-Buenos actores. Es fundamental, además de una buena escritura y un director que facilite el camino para que los buenos actores consigan expresar la dramaturgia de la mejor manera posible. Me obsesiona el trabajo del actor y tengo una Escuela de Interpretación porque me parece que el triángulo que une la dramaturgia, la dirección y la interpretación es un espacio esencial para cualquier hecho escénico y audiovisual.

-¿Qué es lo primero que le dice a alguien que va a ser actor?

-Que el talento es saber estar motivado y trabajar. A partir de aquí uno puede empezar a desarrollarse.